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Samantha tenía su vista fija en la pantalla de su laptop, que era lo único encendido en su estudio además de la pequeña lámpara que yacía a la izquierda de su escritorio. Sus ojos se encontraban más cerrados que abiertos debido a que se había tenido que levantar temprano para continuar trabajando en lo que no había podido finalizar la noche anterior y ya eran aproximadamente las seis de la mañana, lo que quería decir que debía terminar a las siete para preparar el desayuno, arreglarse para el trabajo, despertar a Ruby, llevarla a la escuela y luego irse al bufete en el que trabajaba. Un estruendo a su derecha la hizo saltar en su lugar, mirando con sorpresa a la mujer que acababa de aparecer en su departamento. Luego de unos segundos soltó un suspiro de cansancio.

—¿Ahora qué necesitas?

Preguntó y volvió a fijar la vista en su laptop, sin embargo, aunque sus ojos se movían por las líneas del documento en la pantalla, no estaba leyendo ni comprendiendo nada.

—Pareces un poco molesta y cansada, lo cual no me interesa porque tengo algo muy importante que necesito que revises.

Con un chasquido de sus dedos, la laptop frente a Samantha se cerró y un documento apareció frente a ella. La mujer morena soltó otro suspiro de cansancio, pues se sabía aquel documento de pies a cabeza y no había nada que tuviera que revisar.

—Sabes que no necesito leerlo, sólo explícame el caso, como siempre buscaré la manera en que salgas ganando y luego desaparecerás de aquí justo como apareciste ¿entendido?

—Vaya, estamos un poco atrevidas el día de hoy. —se sentó en una silla frente a Sam, mirándola con su rostro inexpresivo, lo cual incomodó a la morena —. Hice un trato con alguien y creo que no salió como lo esperaba.

—Espera, —Sam detalló con la mirada a la pelinegra, aunque se encontraba peinada con aquella coleta perfectamente atada y sus ropajes finos estaban bien arreglados como de costumbre, una marca en su cuello hizo que los ojos de la castaña se abrieran como platos y soltara una carcajada —, ¿ahora te acuestas con mortales para cerrar tus pactos o qué?

—¡Ese no es el punto! —el cambio de voz a una más gruesa y profunda por parte de Lena hizo que Sam parara de reír y carraspeara un poco, fijando sus ojos en el contrato con un tanto de desinterés —. Bien... necesito calmarme, necesito café... ¿quieres un café? Sin recargo a tu sentencia, por supuesto, totalmente gratis.

Sam se alzó de hombros como toda respuesta e inmediatamente la pelinegra hizo aparecer dos tazas con humeante café sobre su escritorio. Sam tomó una de las tazas deteniéndola cerca de su rostro para poder oler el aroma que desprendía el café, mientras que por su parte Lena lo bebió sin detenerse un segundo a siquiera pensar en lo caliente que estaba... ella estaba mucho más caliente, Sam lo sentía en el ambiente, alguien se había encargado de molestarla a tal punto de acudir a ella, lo que no había pasado durante los últimos seis meses.

—Correcto, —habló Sam luego de que vio a la mujer beberse toda la taza —, explícame tu caso entonces.

—Estaba tratando de convencer a esta chica de firmar y durante el proceso de convencerla sucedieron ciertas cosas y mientras sucedían ella dijo algo como "deseo que seas mía" así que...

Justo en aquel momento Sam decidió dar un sorbo a su café y fue entonces cuando se ahogó con el mismo. Tosió varias veces para tranquilizarse y miró a Lena con unas pequeñas lágrimas en sus ojos por lo que le acababa de suceder.

—¿Disculpa?

—Ella sólo dijo eso... justo después de firmar... ese es su deseo... ¡poseerme, que sea suya!

—Nunca pensé vivir lo suficiente como para ver algo como esto... ¿cuál es el nombre de tan inteligente chica?

—Kara Danvers... ¡no la adules!

Tus deseos son mis órdenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora