'Hablar con ella'.
¿Qué se suponía que él quería hablar con ella? No tenían absolutamente nada de qué hablar ¡sólo asesinó unos mundanos humanos! No eran la gran cosa, no iban a arrepentirse de sus pecados ni a mejorar con el tiempo ¡ellos simplemente iban a asesinar a Kara!
Se adentró en el inmenso edificio con sus hombres atrás de ella. Cuando el portero del mismo la vio abrió sus ojos con sorpresa y antes de que pudiera decir algo ella simplemente se encaminó en dirección al ascensor, aquel que la llevaría con su 'padre', dejando una larga fila de almas que la miraban con un dejo de disgusto por no esperar su turno.
—Señorita, debe tomar un número y esperar como los demás, le ofrecemos disculpas por los inconvenientes y la espera, sin emb-
—¿Acaso no sabes quién es ella?
Preguntó uno de sus seis acompañantes, haciendo que el ángel arqueara una ceja, Lena soltó un suspiro pues ni siquiera se quería molestar en hablar con uno de ellos.
—El valor monetario que poseía en vida no tien-
—¡Tú estúpid-
Lena levantó su mano y Amon gruñó. Girándose sobre sus talones se dirigió hasta aquel aparato que repartía los números y mirando a todos a su alrededor con una sonrisa soberbia tiró del mismo, sacando la mayor cantidad de números posibles y luego incendiándolos en sus manos bajo la atenta y sorpresiva mirada de todas las almas y ángeles en el lugar.
—Si tienen una queja pueden decírselo a su 'papi', vírgenes.
El ascensor se abrió, había dos almas en él y sus hombres se encargaron de sacarlos con rapidez, dándole paso a ella que se adentró en el mismo junto con sus seis acompañantes. Miró su reloj de muñeca, era sencillamente increíble lo mucho que tardaba aquel ascensor en llegar hasta el piso más alto, no lo podía creer, debía estar bebiendo un buen vino o en su defecto volver al whiskey. Cuando las puertas al fin se abrieron se adentró en la oficina del fondo, haciendo una señal con su mano para que sus hombres esperaran fuera de la misma bajo la atenta mirada de aquellos arcángeles mediocres. En el momento en el que abrió las puertas y las miradas se posaron en ella los serafines pararon de cantar, causando que su tan preciado padre se girara en su silla para mirarla.
—¡Lena, estaba esperándote! —aquella sonrisa estúpida en su rostro como siempre no hacía más que sacarla de sus casillas. Él se levantó y acercándose a ella la guió hasta estar frente a su escritorio —. Vamos, toma asiento tengo algo importante que tratar contigo.
—¿Dónde están las galletas con chispas de chocolate? Sólo vine por ellas.
Ella se sentó en la silla frente al escritorio y él se apresuró a sentarse frente a ella, mirándola con una sonrisa "angelical".
—¡Oh, Rafael las traerá en unos instantes! Sé lo mucho que te gustan esas galletas, así que le pedí preparar un montón para ti, sin embargo, no viniste en un tiempo... no te esperaba hoy.
—Ajá, sí ¿qué quieres? —se cruzó de piernas, mirándolo con una ceja arqueada y recostándose en el respaldar de la silla —Estaba ocupada allá abajo.
—Por favor, déjennos —los serafines parecieron dudar, sin embargo acataron la orden y salieron por la puerta, seguramente entrando en pánico al ver a sus demonios afuera de la oficina —. Estaba pensando en mi nueva creación cuando de repente me llegó una noticia por parte de Miguel.
—Migui siempre tan cotilla, tiene que estar atrás de mí viendo y diciéndote todo "Lena trata de robarte el trono", "Lena está levantando a los ángeles en tu contra", "Lena creó el SIDA" —él sólo soltó una risa ante lo que ella decía y Lena sólo frunció el ceño —¿Qué tontería te dijo esta vez?
ESTÁS LEYENDO
Tus deseos son mis órdenes
HumorLena es la ama y señora del infierno. Ver al mundo decaer en el pecado mientras bebía un vaso de whisky o una copa de vino podía ser considerado uno de sus pasatiempos favoritos. Sin embargo, lo que más amaba hacer era arrastrar almas al infierno q...