Gayle y Leslie se habían marchado, no sin que antes Lena llevara a la primera con Sam, y lo único que ésta dijo fue que aquello tardaría al menos medio día, pues al parecer el shock que había sufrido la morena fue algo fuerte, y que sería mejor trabajar en ello al siguiente día. Haciendo aparecer al dúo en su alejada guarida, Lena apareció de nuevo en el departamento de Kara, donde la rubia recogía las tazas de té para lavarlas, bajo la atenta mirada de Lena, quién se hallaba en el sofá. Su mirada era tan intensa que Kara se giró para mirarla varias veces, sonriéndole con inocencia.
A simple vista, Kara era la típica chica nerd y mojigata que no sería capaz de decir ni siquiera "¿Qué carajo?", una joven educada y delicada, con gracia, humilde, de buen corazón ¿Quién podría siquiera llegar a pensar que a aquella rubia le gustaba ser azotada? Lena descubrió esa información, la cual le fue casi imposible de digerir, pues ¡vamos! Esa sonrisa angelical de Kara podía engañar al mismísimo demonio ¡Y lo hizo!
Había sido aquella noche en que el ex de Kara la había visitado cuando Lena descubrió aquellas... prácticas. La verdad, Lena lo había visto mucho en el mundo humano últimamente, inclusive tenía entendido que había libros escritos al respecto y que también había artefactos que estaban a la venta en una tienda común, le sorprendía como incluso en un centro comercial podía hallar una tienda para ese tipo de fetiches. Para ella, que escasamente practicaba el coito debido a su repugnancia hacia los humanos, era inentendible... y se sorprendió de sobremanera al encontrarse en aquella situación, pues había sido por mero accidente.
Mientras penetraba a Kara con aquel dildo que tanto parecía gustarle, sus dedos se enredaron en su cabello, Lena no iba a detenerse y pedirle disculpas mientras desenredaba su mano de la delicada cabellera de Kara, por supuesto que no, así que sin detener sus fuertes movimientos y sosteniendo el peso de ambas con sus rodillas y su otra mano, comenzó a agitar su mano derecha, tratando de desprender el cabello de la rubia, sin embargo por algún motivo parecía no funcionar. No quería lastimarla pero tampoco detenerse, pues en el rostro de la rubia podía ver que su clímax estaba cerca ya que mor'dia su labio inferior, agitó más su mano, sin embargo, las uñas de Kara clavándose en su espalda con fuerza causaron todo lo contrario a lo que quería, soltando un quejido y jalando del cabello a la rubia, quien al instante clavó con más fuerza sus uñas y arqueó su espalda, soltando un gemido de placer que Lena no había escuchado antes. Para cuando la respiración de Kara se calmó, Lena la miraba con interés desde su sitio en la cama.
—¿Qué fue eso? —la rubia la miró con una ceja arqueada, no pareciendo comprender de qué hablaba —, tú sólo... estoy segura de que te faltaban unos minutos para venirte y sólo... sucedió de repente cuando jalé tu cabello, lo siento, por cierto.
—No te disculpes... —lamiendo sus labios, Kara se posicionó sobre ella, introduciendo aquel objeto de silicón de nuevo en su interior, para cuando estaba completamente en ella y comenzó a mover sus caderas, Kara tomó sus manos, guiándolas por su cuerpo —, puedes hacer algo mejor que disculparte... como —detuvo sus manos en su cuello, aplicando un poco de presión en el agarre bajo la sorpresiva mirada de Lena —... disfrutarlo.
Y fue cuando lo comprendió, permaneciendo por unos segundos con sus ojos abiertos como platos, Lena comprendió que Kara Danvers simplemente era la representación gráfica de aquel refrán antiguo "Las apariencias engañan" ¡Y vaya que la había engañado! Chasqueando su lengua, Lena se levantó de su sitio, acercándose a Kara hasta posicionarse tras ella en el lavaplatos, tomando una larga respiración el aroma que desprendía aquella rubia, su alma para ser más precisa, la invadió por completo y la hizo sonreír.
—Hueles bien.
—Adquirí un nuevo perfume, gracias por notarlo.
—Sí... un nuevo perfume —permaneció detrás de la rubia, abrazándola por la espalda y colocando su barbilla en su hombro —¿No terminarás de comer?
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Tus deseos son mis órdenes
HumorLena es la ama y señora del infierno. Ver al mundo decaer en el pecado mientras bebía un vaso de whisky o una copa de vino podía ser considerado uno de sus pasatiempos favoritos. Sin embargo, lo que más amaba hacer era arrastrar almas al infierno q...