Gayle Marsh

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Era jueves. El fin de semana, luego de aquella noche en la que había reclamado el alma de Adam, habían ido a un partido de fútbol de Ruby luego de visitar a Sam en el hospital, Kara había invitado a su hermana mayor, quien para su sorpresa se había convertido en una amiga de Ruby en el mes que su madre había estado ausente, podía decir que incluso Alex le agradaba un poco más que Kara a Ruby, pues para la menor, Kara era alguien que quería quitarle de su lado a su "preciada tía Lena", cosa que a la pelinegra le pareció gracioso.

Para ese día ya había pasado alrededor de un mes y Sam continuaba en coma. Ruby estaba cada vez más deprimida, aun cuando Kara la visitaba y trataba de subirle el ánimo la menor seguía preocupada por su madre. Lena no podía simplemente despertarla, en primera instancia porque si no despertaba en un largo tiempo y Ruby decidía desconectarla, el alma de Sam sería suya, y segundo porque Samantha le había impedido, a través de su contrato, jugar con su mente sin su consentimiento... y no lo tenía, despertarla sería una falta total, lo que causaría la ruptura del mismo. Además, Lena tenía otra preocupación en su mente.

Psi.

El sólo pensar en ese nombre hacía que Lena sintiera ganas de asesinar a alguien. Justo en ese momento se encontraba con Kara en su oficina, la rubia estaba sentada en su sofá blanco, ella estaba a su lado, viéndola jugar con su pluma mientras sostenía su libreta en mano, garabateando cosas que no le interesaban en absoluto. Se había enterado, por Kara, que la ladrona de bancos se encontraba ahora en National City, pues según la rubia había escuchado noticias que una mujer estaba robando bancos de manera muy poco convencional, las personas que la miraban en el lugar decían que ni siquiera llevaba armas de fuego con ella, que únicamente le bastaba una mirada para que los guardias del lugar le abrieran paso, permaneciendo en posición fetal hasta que ella desaparecía de la escena.

—Raro ¿cierto? —Lena sólo murmuró un "sí" moviendo una de las fichas de ajedrez en el tablero que estaba frente a ella en la mesita de café —, Cat me pidió entrevistar a los afectados y-

—¡¿Cómo?!

Ante el grito repentino de Lena, Kara se estremeció en su sitio.

—¿Qué?

—¡No te acerques a Psi! —ante la expresión de desconcierto de la rubia Lena carraspeó un poco, notando que se había salido de sus cabales —... no deberías acercarte mucho a una ladrona de bancos que deja en posición fetal a unos guardias, Kara... es sólo una recomendación.

—No me he acercado a ella... sólo a sus víctimas, además de que le has dado un nombre interesante... "Psi" ¿Conoces a esta chica?

Lena negó con la cabeza, hablando con rapidez.

—¡No! ¿Por qué habría de conocerla? Está en el periódico, la han llamado así.

—No es cierto —Kara logró comprender lo que dijo, estrechando sus ojos y mirando fijamente a la pelinegra que desvió su mirada a algún lugar en su despacho —Dime la verdad, Lena.

Sin saber que aquella normal solicitud era una orden para Lena, quién tapó su boca con sus manos tratando de contenerse, Kara la miró con una ceja alzada. Segundos después Lena habló.

—Hizo un trato conmigo hace años para obtener poderes psíquicos, al mirarla a los ojos revives la peor pesadilla de tu vida una y otra vez —levantándose de su lugar en el sofá y señalando a Kara de forma acusadora, Lena le reprochó —¡Te aprovechas del poder que posees, mortal!

Kara ladeó su cabeza sin comprenderla.

—¿De qué hablas? Sólo te pedí que me dijeras la verdad... —Lena chasqueó su lengua, sentándose de nueva cuenta a su lado en el sofá, moviendo las piezas —, estás actuando muy raro hoy Lena ¿Sucede algo?

Tus deseos son mis órdenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora