Ese día Lena se había despertado más que temprano. Usualmente no cocinaba, de hecho ella nunca cocinaba, pero ese día era especial. Su tierno y delicado girasol estaba cumpliendo años, y aunque Lena no sabía muy bien por qué era tan especial aquel día, pues si no harían una verdadera fiesta y abrirían las puertas del templo del tiempo realizando un ritual como ella hacía generalmente no veía en dónde estaba lo especial, al parecer los humanos, según había leído en internet, solían prepararle sorpresas a sus parejas... iniciando con un desayuno en la cama.
Hacer unos panqueques no podía ser muy difícil ¿O sí?
Leyó la receta... pfff, era todo fácil, sólo necesitaba leche, huevos, harina, azúcar, mantequilla... batir todo. No se esperaba que al estar batiendo la leche con los huevos y ponerle la harina, la batidora eléctrica haría que la misma se levantara y le cayera en el rostro... ¿Qué estaba mal con esa batidora? ¡Hereje! Lena la estaría fulminando con la mirada si tan solo pudiera abrir sus ojos, los cuales se hallaban llenos de harina, trató de apagar aquel aparato eléctrico sin embargo sólo aumentó la velocidad de la misma causando que levantara más harina y debido a la fuerza que aplicaba, el tazón donde estaba batiendo la mezcla se le resbaló, cayendo al suelo y rompiéndose, causando un estruendo... uno que había terminado por levantar a la rubia.
—¿Qué sucede? Son las siete de la m- ¡¿Lena?!
—¡Kara! ¿Qué haces levantada?
La rubia sólo soltó una risa al verla con el cabello, rostro y torso llenos de harina, la batidora en su mano continuaba funcionando y ella no parecía ver qué sucedía pues había harina en sus ojos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Kara cuando por fin paró de reír, acercándose a Lena para quitarle la batidora y apagarla —Son las siete de la mañana.
—Sólo quería hacer tu desayuno, leí en internet que eso hacen las parejas cuando una de ellas está cumpliendo años.
—Aaawww, eres tan tierna —le dio un beso de pico en la boca, lamiendo sus labios para tragar la harina que se había venido en sus labios al tocar los de Lena —¿Por qué no los haces aparecer?
La rubia tomó un pañuelo, acercándolo a Lena para tratar de limpiarla, sin embargo ella sólo hizo un ademán con su mano, limpiándose a sí misma.
—Porque se suponía que debía ser especial y grandioso...
—Pero si es lo suficientemente especial y grandioso que sólo haces un ligero movimiento con tu mano y ¡shazam! lo hagas aparecer.
Lena se cruzó de brazos.
—Me parece un tanto vago que yo simplemente haga aparecer cosas ¿Dónde está el sentimiento en eso? Ni siquiera me esfuerzo... tan sólo —justo como dijo Kara, hizo un gesto con su mano y apareció un plato con una montaña de panqueques, con jarabe de maple, crema chantillí y una fresa en la punta —eso... ¿Dónde está mi dedicación?
Kara la miró con una ceja alzada ¿Quién era esa persona?
—¿Estás... bien?
—¿Qué quieres decir? —Lena alzó su ceja, no comprendiendo la pregunta —Cómo sea, come los panqueques mágicos, porque los hechos a mano son un desastre ¡soy un fracaso de esposa!, mi padre bajaría del cielo para golpearme con un rayo si no estuviera ocupado creando estrellas o lo que sea —Kara río, permaneciendo en silencio observando a Lena embelesada —¿Qué?
—¿Quieres casarte conmigo?
Lena abrió sus ojos con sorpresa, permaneciendo inmóvil ante la pregunta. Estuvieron en silencio por largo tiempo en el que la pelinegra abrió sus labios varias veces sin saber exactamente qué decir, sólo balbuceó cosas sin sentido bajo la atenta mirada de Kara, quién había tomado un tenedor y comenzó a comer su desayuno favorito.
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Tus deseos son mis órdenes
HumorLena es la ama y señora del infierno. Ver al mundo decaer en el pecado mientras bebía un vaso de whisky o una copa de vino podía ser considerado uno de sus pasatiempos favoritos. Sin embargo, lo que más amaba hacer era arrastrar almas al infierno q...