Capítulo 4

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Para Harry el resto del verano pasó muy rápido, por primera vez. Exceptuando cuando tío Remus venía a verlo, el niño se pasaba el rato encerrado en su habitación leyendo sus libros de texto y aquellos que Remus le había permitido comprar de más. Tenía muchísimas ganas de comenzar a practicar magia con su propia varita, pero por temor de llamar la atención de sus padres y que estos le obligaran a dejársela a Brian (quien haría todo lo que estuviera en su mano para rompérsela) no lo hacía. De hecho, sus padres a duras penas se daban cuenta de su existencia consolando a Brian porque Harry iría a Hogwarts, el único momento en el que le habían prestado algo de atención, había sido cuando regresó del Callejón Diagon en el que sus padres y su hermano habían mirado sus compras y le habían preguntado cual era el núcleo de su varita.

Su estudio de los libros de texto le dio un mayor entendimiento de la magia, después de todo eran las bases de este arte, y llegaba a comprender incluso las bases del concepto de los hechizos, llegando incluso a formar lo que podrían ser nuevos hechizos. Era un pasatiempo divertido, eso y sus pociones... Ahora que tenia ingredientes podía tratar de realizar algunas de las más simples... resultaba toda una satisfacción cuando estas salían correctamente, sabiendo que en cualquier momento podía usarla y conseguir el efecto deseado.

En realidad, se moría de ganas de poder comenzar... se moría de ganas de poder tener algo parecido a la libertad que Hogwarts ofrecía; además, realmente sentía curiosidad por saber como iban a ser clasificados, después de todo, si las cuatro casas se dividían de acuerdo con las personalidades de las personas que habitaban en ellas, había de haber grandes cantidades de magia poderosas implicadas en todo aquello y lo intrigaba; también era cierto que había fantaseado con la casa en la que le iban a poner y la verdad es que no lo pusieran en gryffindor, la casa de sus padres y seguramente su hermano, él sería feliz.

- ¿Papá?- Preguntó Harry unos días antes del uno de septiembre.

- ¿Sí?

- ¿Podrás llevarme a King's Cross el día uno?- Preguntó Harry y durante unos segundos observó como su padre fruncía el ceño concentrado, como si tratara de recordar algo.

- Ahh... sí... El día que sale el tren.- Así que se había olvidado cuando su hijo comenzaba la escuela, típico.- Lo siento, pero me comprometí para llevar a Brian al zoo... pero podemos preguntarle a Remus o a Sirius...- Harry no contestó; típico de Brian hacerle una de esas.

Los siguientes días, Harry no volvió a hacer ningún tipo de comentario sobre su próxima marcha a la escuela; una marcha que no iba a motivar ninguna pena, ni ninguna añoranza durante el curso escolar. Fue ultimando los últimos detalles para su partida, preparar su baúl, sus libros y cualquier cosa que deseara no dejar atrás (o en otras palabras, cualquier cosa que no deseara que Brian destrozara durante su ausencia) de forma que el día treinta y uno por la noche ya estaba todo listo y a pesar de su nerviosismo se dispuso a descansar bien y lo más temprano posible ir a casa de tío Remus para que lo llevara a King's Cross, tío Sirius, ni tan siquiera se había dado cuenta de que se iba.

El amanecer del día uno de septiembre, encontró a Harry ya listo para marcharse a la estación por sus propios medios, cuando el fuego del hogar se volvió verde y Remus Lupin apareció en la sala de estar de los Potter con una sonrisa ante la imagen de Harry junto a su baúl, dispuesto a marchase a la escuela él solo.

- Te conozco demasiado bien, Harry... supuse que después de lo que tu padre dijo sobre hoy, querrías irte tú solo a King's Cross. Anda, ves al Caldero Chorreante, yo cogeré tu baúl y te seguiré.

Harry sonrió divertido ante la situación, había decidido durante la noche que no quería molestar al hombre lobo y lo mejor era irse por sus propios medios, pero era típico de Remus el ir a buscarlo antes de hacer una cosa como la que tenía planeada. Antes de que el ruido pudiera llamar la atención de su familia, Harry entró en la chimenea y dijo con voz clara donde quería ir... luego, tan solo esperó poder salir tan rápido como fuera posible: odiaba viajar por flu.

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