Capítulo 12

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Cuando Harry regresó del despacho del director a su habitación, estaba completamente convencido de explicarle a sus amigos todos sus secretos, o al menos una gran mayoría de ellos. Aún no estaba muy convencido de si sería muy buena idea el explicarle la situación con sus padres, así como la existencia de una profecía, que explicaba que su hermano menor sería una especie de héroe del mundo mágico. Sabía que tarde o temprano tendría que explicarles cual era la situación en casa, pero preferiría que fuera más tarde que más bien más temprano.

Aunque su voluntad había sido férrea, a medida que volvía a su sala común, las dudas comenzaron a emerger en su mente. ¿Realmente sería una buena idea el explicarles lo de su misteriosa transformación en animago? No era que desconfiara de ellos, bien al contrario, pero sabía que era muy raro el tener en si algún talento como animago y aún más el poder realizar el profeso correctamente siendo adulto (si bien su padre y padrino lo hicieron cuando eran adolescentes y aún iban a la escuela), así que su extraña transformación natural y sin ningún tipo de preparación era aún más extraña e increíble. Además, también estaban todos los poderes que había descubierto hasta el momento, ¿podría realmente explicarles que tenía unas capacidades que en algunos caso o habían sido vistos en cientos de años y en otros incluso se dudaba que pudieran realmente existir?

Para cuando pudo darse cuenta, se encontraba justo delante de la entrada a su sala común. Tras decir la contraseña "perseverancia", entró dentro de la cómoda estancia, buscando con la mirada al menos a los dos hufflepuff; los encontró en una mesa cercana a una esquina alejada de la entrada.

- Vaya, que aplicados estáis.- Rió una vez cerca de ellos y asustándolos de tal forma que incluso brincaron.

- ¡Harry! ¡No nos asustes de esa forma!- Se quejó Athenea.

- Solo he hecho un comentario inocente.

- Pero no sabíamos que estabas detrás de nosotros. ¿Por cierto, donde estabas? Llevas fuera toda la tarde.

- Ahhh... por ahí.

No supo porqué ahora que tenía la ocasión de explicarles lo que quería, no se atrevió. Sonrió de forma tímida, mientras decidía que lo mejor era no decirles nada, temía que pudieran pensar de él, si lo dejarían de lado por miedo a sus poderes, o bien tratarían de estudiarlo... Temió que si se lo decía, no volverían a confiar en él, así que calló.

- ¿Por ahí? Por ahí, ¿donde?- Preguntó Jonathan curioso.

- Oh, ya sabes... un rato en un sitio, otro rato en otro... por ahí.- Respondió sonriendo nerviosamente ante las miradas sospechosas y de no creer que recibía.

- Si ya... eso sería mucho más creíble, si lo hubieras hecho alguna vez, o al menos fuera d ese tipo de personas. ¿Dónde estabas?- Ante las miradas suspicaces, cedió.

- En una habitación que conozco. Me parece que solo la conozco yo, porque cuando la encontré estaba bastante sucia, además, durante el tiempo que he ido aún no ha venido alguien aparte de mí.

- ¿Una habitación? ¿Dónde?

- En la quinta planta...

- ¡Genial! Así que ahí es donde has pasado tanto tiempo.

- Sí.

- ¡Enséñanosla!- Alborotó Jonathan, casi botando en su asiento.

- Sí, pero mañana.- Cortó Athenea.- Está a punto de empezar el toque de queda... no podemos ir fuera.

- Aguafiestas.- Murmuró Jonathan.

Al día siguiente, tal y como había prometido, llevó a sus amigos hufflepuffs junto con el añadido del resto del grupo, los cuales se habían enterado durante las clases o el almuerzo y también se habían unido a la expedición, curiosos sobre como podía ser el cuarto que Harry había hecho suyo.

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