Capítulo 24

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Para cuando Harry había acabado las vacaciones de Navidad, ya había acabado todos sus deberes y por ende, Draco también. Había costado de convencer al rubio que estaría bien que realizaran sus tareas y ensayos antes del último día, pero finalmente, tras muchos comentarios por lo bajo y malas caras lo había hecho. Así pues, su inicio del curso fue tan normal como lo habían sido los anteriores, si bien había la diferencia que por lógica, ese curso tendría que ser mucho más duro por los TIMOS que tendría que realizar.

Aún así, se puso a trabajar con mucho ímpetu, para tener unos resultados tan buenos como había tenido con anterioridad; por lo que no era complicado el verlo o bien en la biblioteca, o bien no encontrarlo en absoluto... que era cuando se encontraba en su propia habitación estudiando o haciendo pociones por su cuenta.

Para todo el mundo resultaba increíble la facilidad con la que el adolescente de 12 años aprendía; sus maestros se encontraban fascinados por el chiquillo que siempre superaba las expectativas de todo el mundo. De hecho, eran muchas las voces que comentaban en su sala de descanso el increíble potencial que el mayor de los hermanos Potter tenía y que fiasco el que el menor no destacara como lo hacia su hermano; de nada servía los comentarios de Dumbledore sobre el echo que Brian no quería destacar y que por eso no ponía tanto esfuerzo como su hermano... ningún profesor llegaba a creerlo.

- ¡Por favor, Albus! - Solía exclamar la profesora McGonnagall -No sé porque defiendes tanto a Brian Potter, pero hasta tú tienes que reconocerme que ambos hermanos son completamente incompatibles. Harry, y no hay otras palabras para decirlo, es un genio, un superdotado para la magia. No solo tiene una habilidad y una capacidad de compresión incomparables, sino que su nivel de poder bruto es increíble. Brian, por su parte, es tan solo un niño mago normal y corriente, con unas capacidades y poderes medios, y una capacidad de comprensión bastante mediocres.

-Ya te he dicho que no le gusta destacar y que es por eso que no da muestras ni de capacidades excepcionales, ni de un poder fuera de la media. -Solía repetir el anciano director.

-Si eso es a lo que te aferras, adelante. Los demás no pensamos lo mismo Albus.

Aquellas conversaciones no eran precisamente las que más le agradaban al director que había querido que todo el mundo sintiera predilección por el menor de los hermanos, pero él mismo no podía negar que Harry mostraba unas capacidades fuera de lo normal. Fue por ese motivo que tampoco le llegó a sorprender que tan solo 2 semanas después de comenzar el curso sus profesores fueran a él para comunicarle su decisión de prepararlo para sus TIMOS antes de sus próximas vacaciones de pascua.

A Harry, tampoco le sorprendió demasiado el que le dijeran lo que habían decidido sus profesores; la verdad era que ya prácticamente consideraba que sus cursos tan solo consistían en tres meses y no más... tampoco era que necesitara más tiempo, en esa cantidad ya aprendía lo suficiente como para sacar unas notas magníficas, y encima sacar tiempo para otras actividades ya fueran lúdicas o de estudio.

Justamente, en las primeras semanas de clase fue cuando se encontró con una actividad que le ocupó buena parte de su tiempo libre. Tan solo una semana después del inicio del curso, el joven Hufflepuff comenzó a recibir cartas de diferentes boticarios no solo de Gran Bretaña, sino también de otros lugares de Europa. Sinceramente la llegada de la primera lechuza del extranjero, le supuso un buen susto; era cierto que el había enviado varias cartas a boticarios extranjeros; pero siempre dudando de sus respuestas... De hecho, ¡la primera respuesta que recibió resultó ser de un boticario italiano!

Aun así, todas las misivas tenían los mismos puntos en común, preguntaban si era un maestro del arte y si no era el caso, ¿como consideraba que su producto era de tan buena calidad como para poder pensar en comerciarlas? Era una duda bastante razonable, y el hecho de que contestaran a sus ofertas, aunque fueran para cuestionarle su calidad, ya era signo de que se encontraban interesados en él. Por su parte, Harry, lo consideró mucho y llegó a la conclusión de que la mejor forma de lograr la idea necesaria sobre su capacidad, fue la de elaborar varias raciones de Wolfbane regular junto con la ración de la perfeccionada para Remus y enviarlas para que sufrieran su inspección... Eso sí, aunque joven no era tonto y comprendía bien que si las enviaba así como así, el resultado sería que el boticario trataría de timarlo vendiendo su trabajo, sin que él mismo se llevara ningún tipo de beneficio; así pues, lo que hizo fue encantar los frascos que las contenían para que permitiera la inspección, pero no la venta.

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