ALFA HALE PARTE 2

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Derek camino de largo ignorando la amenaza de la beta, cuanto más rápido averiguara que quería el alfa de esa manada con él, más rápido se iría.

La beta sujetó a su cachorro con fuerza, ¿Cómo se atrevía a pasar de ella? Ese lobo aprendería a respetar a sus superiores.

El pequeño omega veía asombrado al recién llegado, su corazón apenas lo vio empezó a latir sin control, él era su pareja, estaba seguro de ello.

Ya entrada la noche Derek fue asignado en una de las habitaciones de la gran mansión de la manada, el alfa se había negado a verlo a penas llego, el moreno, no sabía que le irritaba más, el desplante del hombre o su estupidez por haber aceptado ir a ciegas.

Unos suaves toques lo apartaron de sus pensamientos, ¿Qué estaría haciendo Stiles en esos momentos? ¿Lo habría perdonado ya por haberlo dejado?, seguramente el castaño ya se habría olvidado de él.

Oh Derek, cuan equivocado estas.

La puerta se abrió sin permiso y un niño de no mas de doce años entro, sus ojos oscuros miraban fijamente los jades del extraño frente a él.

- Mi lobo dice que tú eres mío – Derek abrió los ojos con sorpresa y soltó una carcajada, ciertamente el chiquillo era mono.

- Porque no vas y juegas con los cachorros de la manada, no es propio para un niño como tú, estar solo en la habitación de un alfa – Derek empujo levemente al muchachito hacia la puerta y se aseguro de cerrarla bien esta vez.

Semanas después de su llegada el alfa de la manada se negaba a recibirlo, Derek estaba empezando a impacientarse. La puerta se abrió y dos betas vestidos de negro inmovilizaron al alfa con acónito, dejándolo inconsciente por breves minutos. Cuando el oji verde recobro la consciencia despertó en unos alcantarillados, miró con horror a todos esos omegas encadenados por las muñecas y uno que otro cachorro de alfa, al quererse palpar el golpe se dio cuenta que tenia restricciones en sus manos y pies y un collar de acónito que le impedían transformarse.

Ladeó su rostro cuando un beta se hizo de una omega, los chillidos de la chica llamando a su alfa por ayuda le estrujaron el corazón.

- ¿Qué pasa Hale? Es demasiado para ti – una voz en la penumbra le obligo a buscar al dueño del lugar

- ¿Qué clase de alfa eres? Dejas que tus subordinados tomen a la fuerza a los omegas, ¿Qué has hecho con sus alfas? – Derek apenas podía formular las palabras antes de hablar

- Ah – suspiro el alfa - mi querido y noble Derek, igual a la perra de tu madre, ni siquiera el inútil de tu padre pudo salvarla – el moreno gruño

- Mi padre jamás atacaría a un hombre herido por la espalda, mi padre no era como tú – Derek escupió a la cara al alfa quien se había acuclillado para tomarlo de los cabellos

- No, por eso él esta muerto y yo lidero su manada – se burlo el hombre mayor – pero no hablemos de cosas pasadas, hablemos mejor de los planes que tengo contigo – el alfa soltó a Derek golpeando su rostro contra el duro piso – Connor llévate a Derek a la habitación blanca, adelántale el celo y mete alguna de esas putas omegas – ordeno el alfa de cabello blanquecino

- Si, señor – el beta arrastro al moreno hasta la puerta negra que lo llevaría al laboratorio.

Cuatro días de dolor sufrió el alfa de Beacon Hills, se resistía a tocar al sin numero de omegas que les eran traídos ya fueran hombres o mujeres, su lobo aruñaba por salir pero la droga y el acónito lo tenían prisionero, uno de los betas entro a la habitación a alimentarlo, lo odiaban, era su macho de monta, eso significaba que tenían que mantenerlo con vida, aunque el moreno se negaba a comer cualquier cosa que le trajeran.

La Hija SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora