✖El Amor No Existe✖ (BL) (Finalizada)

XXIV

—Alexander~ —. Miré hacia mis espaldas. Era Sarah... ¿Otra pesadilla?

—¿Qué quieres? —. Ella sonrió.

—Alexander, ¿me extrañaste? —. Desvié la mirada.

—No —. Respondí serio.

—Oh vamos~ No seas tan serio~ —. Gruñí — ¿Qué te parece si revivimos momentos juntos? —.

—¿R-Revivir momentos? —.

—Sí... —. Su sonrisa se ensanchó.

...

—¡Wuuuu! ¡Ahora juguemos a otra cosa! —. Exclamó aquel Alan de nueve años.

—¿Cómo qué? —. Preguntó Sarah con una sonrisa tierna.

—Ummm no lo sé, ¿tú que piensas Alex? —. El nombrado se encogió de hombros.

—A mí me da igual a que tonto juego juguemos o que hacemos —. Respondió serio.

—¡Ya, ya sé! Juguemos a las familias —. Propuso Sarah muy ilusionada mientras se mecía sobre sus talones — Yo me pido la hija —. Dijo mientras empezaba a amarrarse el cabello en una trenza.

—¿Qué? ¿Pero entonces quién va a ser la mamá? —. Preguntó Alexander. Sarah se encogió de hombros.

—Que lo sea Alan —. El nombrado puso un puchero.

—¡P-Pero yo soy hombre! —. Sarah rodó los ojos.

—Entonces que sean dos papás —. Respondió. Alexander elevó una ceja.

—¿Dos papás? ¿Eso no es raro? —.

—¡Pero suena divertido! —. Exclamó Alan tomando la mano de Alex.

—Si vosotros lo decís... —. Cedió el de cabellos azabaches tomando de la misma manera la mano de Alan.

Los tres niños empezaron a jugar, le daban de comer a "su hija" comida de mentira (obviamente) y la niña actuaba como bebé.

Ahora simulaban estar viendo una película en familia, Sarah sonrió.

—Sois esposos, deberíais besaros —. Alexander sintió sus mejillas acalorarse levemente y miró extrañado a Sarah.

—¿Tú crees? —. Alan negaba repetidas veces.

—¡Nononono! ¡Yo no quiero dejar de ser el amigo de Alex! —. Dijo entre un puchero.

—Pero estáis casados, los casados se besan y esas cosas —. Añadió Sarah. Alexander calmó su sonrojo para luego acercarse rápidamente al rostro de Alan y robarle un corto beso de los labios.

—Ya esta —. Dijo serio Alexander. Alan se veía shockeado.

—¡NOOO! ¡NO QUIERO SER SU NOVIO! ¡No quiero no quiero! —. Comenzó a llorar el pequeño rubio desconsoladamente.

Sarah se tapó los oídos.

—Tal vez no fue una buena idea —. Comentó.

—Oye Alan, no llores —. Dijo Alexander — Solo es un juego, no hace falta que seamos novios si no quieres —. Añadió acariciando la cabellera del rubio, que frenó levemente su llanto.