VIII

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Al fin llegué a casa.

Suspiré tumbándome en mi cama mientras Willian recogía mi mochila y ordenaba mis libros.

Darkness se me lanzó encima, di un quejido y, justo cuando la iba a regañar, me empezó a lamer la mejilla.

Empiezo a sentirme mal por haber matado tantos perros a lo largo de mi vida, aunque sinceramente... Nunca me arrepentiré de matar a uno en concreto.

Lo disfruté tanto que al recordarlo no podía evitar sonreír, a veces me entraba hasta risa... Se sentía bien, no lo negaba.

Pero lo que no se sentía bien era mirar a Darkness y pensar: ¿Cuánto tiempo tardaré en matarla? Y ponerme a pensar en diferentes formas.

Porque no lector, por mucho que mi cuerpo trate de matar de una manera rápida e indolora acabo haciéndolo de una lenta y dolorosa... Y disfrutándolo, lo disfruto demasiado... Y mis sentimientos son extraños:

A veces siento pena, pero mucho menos que diversión, la diversión es el sentimiento que siempre inunda mi cabeza en esos momentos. Otras veces siento alivio al hacerlo, o simplemente no siento nada. Cuando mato me pasa muchas veces que no siento nada.

Lector... Seguro te incómoda que te lo diga ¿no? Digo, que sepa que estás leyendo mis pensamientos debe ser escalofriante ¿a qué si? Pero no te preocupes... No puedo matar mentalmente, si no ya estarías muerto. O tal vez estoy hablando conmigo mismo porque soy un loco sin remedio... ¿Quién sabe?

Posé mi mano sobre mi flequillo... Marcus casi lo aparta y descubre mi ojo malo.

Dime lector, ¿te gustaría saber sobre mi pasado? No se... ¿que te cuente todo exactamente como pasó?

¿Te gustaría? ¿O tal vez te aburriría? A mí me aburriría que alguien me contara su triste vida.

Si te portas bien te lo contaré más adelante ¿de acuerdo? Así que sé bueno y no me denuncies a la policía.

—Señor Alexander, la merienda está lista— Me avisó Willian.

—Ya voy... ¿Has preparado la comida de Darkness?—. El hombre asintió inclinándose levemente.

—Sophie se ha encargado de todo mi señor—. Dijo con aquel tono tan elegante.

Suspiré. Tomé en brazos a Darkness y la llevé conmigo a la cocina. La dejé en el suelo para que comiera del cuenco y yo me fui a lavarme las manos.

Tras lavarmelas me senté a la mesa y gruñí mirando aquel helado de chocolate.

—¿Qué significa esto Sophie?—. Pregunté mirando a la mujer de cabellos negros rizados, esta ladeó la cabeza.

—Decidí hacérselo ya que era su comida favorita de niño, señorito Alexander—. Me levanté golpeando levemente la mesa.

—¡Basta Sophie! Te he dicho mil veces que no me llames señorito, soy el cabeza de familia... Y también te he ordenado que no me recuerdes mi infancia, me estás hartando y como sigas as—. Me interrumpió severamente.

—¿Me despedirá?—. Desvié la mirada —Si tuviera intención de despedirme ya lo hubiera hecho hace mucho, señorito—. Fruncí el ceño.

Se estaba aprovechando injustamente de haber sido mi niñera.

—¡La despediré! Así que llámeme señor—. Sophie chasqueó la lengua con desagrado.

✖El Amor No Existe✖ (BL) (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora