Después de decirle a mi madre que me quedaba unos días más, se levantó para darme un vaso de jugo.
-Gracias. -dije mientas bebía un buen sorbo.-
-Quieres que te prepare algo de comer hija? -preguntó acariciándome el hombro.-
-No... Antes quiero salir a tomar un poco el aire.
-Claro! -sonrió cálidamente mientras me levantaba y salía de la cabaña.-
..........
Decidí dar una vuelta caminando por los alrededores.
Recuerdo cuando Camila y yo éramos pequeñas, nos escapábamos de la casa de nuestros padres a correr por todos estos campos. Incluso habíamos tallado un árbol con un corazón: C y L.
Sonreí al recordar ese momento.
Llegué después de pocos minutos caminando hasta aquel árbol.
Volví a sonreír cuando vi que seguía aquel símbolo. Un corazón, con las iniciales de nuestros nombres.
Acaricié con la yema de mis dedos el contorno del corazón.
-Veo que te acuerdas... -dijo mientras se acercaba a mi lado.-
-Si, lo recuerdo. Lo recuerdo como el primer día. -la miré cambiando de tema. -Tus padres ya saben que estoy aquí, no?
-Si, así es! Ahora están preparando los cuatro juntos el almuerzo! Vine a buscarte para que vayamos almorzar!
-Cómo sabías donde encontrarme?
-No lo sabía... Simplemente los pasos me guiaron hasta aquí.
Asentí mientras caminábamos hasta la cabaña donde estaban nuestros padres.
..........
En el trayecto hacia la cabaña, ninguna habló. No sabía que decirle, no sabía como actuar...
Llegamos, y todos estaban alrededor del asado. Tenía muy buena pinta todo.
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Todos me miraron mientras me acercaba.
-Niña Lauren! -Sinu se acerco a mi junto con mi madre. -Estás hermosa! -sonrío mirándome de arriba abajo. -Me alegro que estés aquí de nuevo! -su sonrisa era sincera.-
-Gracias Sinu. Me alegro de verla.
-Desde cuándo me hablas de usted? Para ti siempre seré Sinu! -sonreí.-
-Lauren! -se acercó Alejandro dándome una palmadita en el hombro. -Que grandes estás mija! Me alegro de verte bien. -su sonrisa era igual de sincera que la de Sinu.-
-Gracias Alejandro.
Ellos se fueron para hablar con Camila.
-Todos están felices de que estés de vuelta hija! -dijo mi madre acariciándome la mejilla.-
