Capítulo 27.
¡Detente!
En las orillas del lago había un conjunto de locales comerciales, los cuales ofrecían comida, souvenirs y baratijas, estaba ambientado como un pequeño mercadillo sobre un muelle falso, y era una de las atracciones principales para los visitantes.
Duncan mordió con fuerza una manzana caramelizada, aquella que estaba incrustada en una vara de madera, antes de recargarse en la baranda, el lago se apreciaba perfectamente aún bajo los escasos rayos de sol y las farolas que habían sido encendidas ya. Habían regresado al hotel, donde dejaron el auto en el estacionamiento de este y decidieron salir a caminar, de esa manera llegaron a ese bonito lugar.
—Podría acostumbrarme a esto— dijo apenas engulló. En aquella banca, después de permanecer un tiempo abrazado de Jared, comenzó a sentirse mejor, sobre todo porque había dejado salir lo que le estaba causando molestia e inseguridad, y su compañero fue muy comprensivo; nunca había dejado que alguien le reconfortara, solamente su madre, así que se había sentido extraño; extraño, correcto y satisfactorio; por ahora tenía planeado esforzarse por ser él mismo de nuevo.
Jared rio y negó ligeramente con la cabeza, —probablemente, aunque el área natural más cercana es esa— señaló los cerros a lo lejos, cruzando el ancho lago, —sería el único lugar donde podrías correr verdaderamente libre— sabía que el lobo de Duncan estaba acostumbrado a ejercitarse con regularidad.
—¿Tú donde lo hacías?
—Mi abuelo tenía una propiedad a las afueras de la ciudad, ya ha sido vendida— explicó, —pero correr por las montañas parece una idea interesante.
—Lo es— coincidió y dio otro gran mordisco a la manzana, pronto no quedaría nada.
—Podríamos ir de excursión, aunque creo que tenemos un concepto diferente sobre acampar.
—Si, las tienditas de campaña no son lo mío, son demasiadas aburridas— arrugó la nariz.
Jared volvió a reír por el gesto gracioso que hizo su pareja, la brisa fresca sopló y revolvió un poco su cabello, lo tenía atado en una trenza que caía sobre su hombro derecho, aunque algunos mechones estaban sueltos.
Duncan estiró la mano que tenía libre y atrapó entre sus dedos unas hebras, con cuidado los pasó entre sus dedos y admiró con detenimiento su color castaño rojizo.
—Al principio, dejarlo crecer fue como un acto rebelde en contra de mi padre, después me acostumbré a él— Jared habló de su cabello, —no sé si sea tiempo de cortarlo por completo.
—Por favor, no lo hagas— pidió Duncan, —es bonito, me gusta mucho.
Jared le observó con una leve sonrisa y asintió a su petición; entonces el teléfono en su bolsillo sonó y tuvo que atender cuando vio brillar la letra N en la pantalla.
Duncan soltó las hebras de cabello para darle espacio, pero Jared no se alejó, sino que a su lado contestó el artefacto.
—¡Ey, no me esperaste!—dijo el sujeto al otro lado.
—Tenía algo de prisa— contestó Jared.
—Sí, papá me lo dijo, pero quise reclamarte por ello.
—El que debería reclamar soy yo, no estuviste en la reunión.
Duncan claramente escuchaba ambas voces, pero prefirió hacer como si estuviera distraído, volviendo a recargarse en la baranda, dando ya la bienvenida a la noche sin estrellas, puesto que una gran nube se cernió sobre el área.
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Sunlight
Hombres LoboDespués de todo el revuelo que la boda arreglada de Julián causó, finalmente las cosas se resolvieron de manera satisfactoria: Julián y Mauricio viajarían a la capital para que este pudiera concluir sus estudios, eso era una exigencia por parte de A...