Castigo.

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Capítulo 11.

Castigo.

Duncan miró el paisaje por su ventana, pronto amanecería, seguramente llegarían a Muna cuando los primeros rayos de sol iluminaran la atmósfera. El clima era agradable y lo disfrutaría, si la excursión no hubiera sido suspendida por su culpa. Era una lástima que no hubiera podido usar su casa de campaña ni una vez.

Después de lo ocurrido fue llevado ante los líderes del grupo, Amín e Irene, permaneció en silencio durante la acusación; no se defendió, no tenía ganas de ello ni tampoco fue cuestionado por su actuar, simplemente Alex aprovechó para escupir en su rostro adjetivos como revoltoso, agresivo, alborotador, imprudente y más. Nadie le defendió, ni Jared, quien por cierto había desaparecido de escena apenas llegaron al campamento y para el viaje de regreso había ocupado otro vehículo. Incluso Lya había permanecido alejada; ahora a su lado estaba Amín, quien seguramente estaba allí no por gusto, sino para vigilarle.

La revelación de Johan de que también lo había atacado a él durante el primer ejercicio, y el testimonio de Zoé sobre las ganas que no le faltaban de partirle la cabeza a Alex, hicieron que sonriera con amargura durante su "juicio" ante lo irónico que todo eso era, tal vez, como bien Alex había dicho, su suerte se había terminado. La curva en sus labios fue tomada como una ofensa, y sin más, el campamento había sido suspendido debido a que Duncan debía ser llevado a la ciudad para que todos se enterasen de su agravio.

¿Qué otro castigo podría recibir, además del rechazo de Jared? Fuese lo que fuese podría soportarlo, había sobrevivido en circunstancias peores, como aquellas palabras:

¡¿Qué demonios crees que haces?! ¡¿Cómo te atreves a atacarle?!

Poco faltó para que sus patas perdieran fuerza y mordiera el polvo cuando Jared defendió a Alex. En el pasado Lya le había dicho que no era fácil que alguien se ganara la confianza de Jared, ellos habían sido compañeros por un tiempo, ahora veía lo lógico de las cosas, era obvio que Jared defendería a los miembros de su equipo. Todo tenía sentido, pero dolía.

.

Bernardo frunció el ceño, hacía menos de veinticuatro horas que las tres vagonetas habían salido para realizar la excursión hacia Stoneville y ya estaban aparcadas nuevamente en la entrada, y todo debido a la noticia que acababa de recibir: Duncan había atacado se manera salvaje a Alex.

—¿Pero qué diablos?— musitó cuando Constanza repitió las palabras que le habían encomendado llevar.

La chica se encogió de hombros, —no tengo idea, textualmente es lo que Irene ha dicho.

Bernardo caminó por el pasillo y tomó el elevador para llegar hasta la sala de reuniones donde llevaron a Duncan para ser reprendido por Omar y otros betas.

—¡Es inaceptable lo que ha ocurrido!— escuchó la voz de Amín amortiguada; tocó a la puerta y sin esperar una respuesta entró, Duncan estaba de pie, con la cabeza gacha frente a la mesa donde varios hombres y mujeres fruncían el ceño y negaban con la cabeza. Quien ocupaba el centro de la mesa rectangular era Omar, la mano derecha del padre de Gina, el único que estaba inexpresivo.

—He escuchado sobre lo ocurrido— dijo Bernardo antes de que alguien le invitara a retirarse, puesto que los asuntos de este tipo eran manejados por otras personas.

—No se preocupe, lo resolveremos— dijo Irene.

—Yo he abogado por la residencia de Duncan aquí, creo que es justo que esté enterado de los pormenores del suceso— la manera tan respetuosa y cuidadosa en la que Bernardo se estaba expresando, en otro momento hubiera sido material más que suficiente para las burlas de Duncan, pero este ahora parecía distante.

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