Huevo de Ferbege.

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Capítulo 12.

Huevo de Ferbege.

El boletín sobre los cambiaforma renegados había sido una falsa alarma, o se trataba de magos desapareciendo tras una cortina de humo; como fuera, el operativo no dio frutos y tras una semana completa no hubo novedades, volvió todo a la normalidad, así que Alex y los demás regresaron a casa.

Jared salió con prisa del elevador, dejando a Lya atrás y, sin planearlo, miró hacia la puerta de Duncan. Cuando ella le dio alcance, notó que también la chica se detuvo a observar en esa dirección y luego prestó atención a sus propios pies, Lya parecía triste y eso aumentó la molestia de Jared: Lya no tenía derecho a preocuparse por Duncan, nadie lo tenía, Duncan era... él se había ganado lo que le hubieren impuesto de castigo.

Sin hablar, caminó hacia su apartamento, se duchó y pensó que lo mejor sería ir al bar de Bob para distraerse un poco, decidiendo prolongar su ignorancia sobre el rumbo que tomó el asunto de Duncan.

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—Hola, muchacho; bienvenido— le sonrió Bob, pero al ver su gesto más serio de lo usual dijo, —¿Estás bien? ¿Todo en orden?

—Sólo estoy un poco cansado— ocupó el taburete alto frente a la barra.

—¿Qué en la academia de polizones los explotan? Duncan tampoco parecía muy animado hace un momento.

—¿Él estuvo aquí?— Preguntó Jared sin pensar en lo ansioso o curioso que podría sonar. ¿Entonces no fue castigado y andaba "paseando"?

—Sí, vino por unos nachos de despedida. ¿En verdad es tan dura la academia? El pobre chico no duró mucho por lo que veo.

El delta frunció el ceño, molesto. ¿Acaso Duncan, después del altercado, pensaba huir?, ignoró el comentario de Bob e hizo la pregunta, —¿se irá?

—Eso creo, pero antes tenía que ver a alguien, me preguntó y pidió indicaciones de cómo llegar al edificio Harmonic.

El edificio Harmonic era el principal para la manada, uno de los más lujosos de la ciudad.

—¿Hace cuánto tiempo que fue eso?

Bob miró el reloj de pared, ese que tenía varios logotipos de marcas de bebidas alcohólicas, —No más de dos horas.

—Gracias— bajó del taburete y emprendió la carrera a casa, ir en la moto haría el camino al edificio Harmonic más rápido.

...

..

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Jamás se alegró tanto de ser tan sencillo en cuanto a sus pertenencias, sólo una maleta y una mochila era su equipaje, el cual dejó en una de las tres sillas en la solitaria sala de recepción y espera de ese piso.

Omar le había dicho que quería hablar con él, por eso ahora le esperaba dentro de una lujosa oficina, llena de cuadros, pisapapeles, figurillas brillantes y huevos dorados, los últimos ridículos si se lo preguntaban, ¿quién decoraba huevos con piedras brillantes? Los huevos eran para comerse, no para decorarse y exhibirse. Suspiró pensando que jamás entendería los gustos de los ricos y dio la vuelta para mirar las pinturas.

Escuchó la puerta abrirse y cuando volteó notó una silueta delgada y muy joven a comparación de la que esperaba.

—Aquí está— Johan afirmó al entrar y cerró tras su espalda.

—Hola— le saludó con una media sonrisa y luego le dio la espalda, mirando de nuevo la pintura extraña que tenía frente a él.

—¿Piensa marcharse sin siquiera disculparse?— su tono de voz reflejaba algo de molestia, pero no dejaba de llamarle "usted".

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