Epílogo.
Felicidad.
Jared llegó al área deportiva del distrito sur de Muna, cruzó los brazos sobre su pecho y se recargó en uno de los pilares metálicos, esos que sostenían el gran y alto armazón que daba sombra a la cancha de basquetbol donde Duncan se encontraba jugando en compañía de Johan y cuatro humanos.
Le siguió con la mirada ensimismado, recordando lo mucho que había cambiado desde hacía un mes, cuando por primera ocasión habían hecho el amor.
Esa vez, cuando vio la piel deshecha de la espalda del beta, la impotencia por poco le hace llorar, pero si lo hacía probablemente haría sentir mal a Duncan, así que, aprovechando que lo tenía boca abajo sobre el colchón, frunció el ceño para evitar que las lágrimas se le escapasen y se dedicó a besar las cicatrices, una por una, lentamente, desde la nuca hasta el final de su espalda y de regreso, entonces finalmente le susurró al oído lo que verdaderamente deseaba comunicarle: cariño, te amo tanto.
Ahora Duncan destacaba en demasía, tenía un brillo personal más evidente y no había quien no lo quisiera, literalmente, pues los chicos se peleaban porque formara parte de su equipo, aún si era un juego. Y todo eso se debía en esencia porque había recuperado la confianza en sí mismo, tanto que a veces usaba playeras deportivas sin mangas y holgadas, esas que cuando corría por la cancha dejaba a la vista de todos algunas de sus cicatrices. Eso hacía a Jared ponerse nervioso y algo celoso, pero todo se disipaba cuando Duncan anotaba y luego le miraba con una enorme sonrisa, dedicándole silenciosamente su victoria y su completa atención.
—¡Ese tiro no fue válido, pisaste la línea!— escucho a Johan quejarse, a lo que Duncan le enseñó la lengua y luego le revolvió el cabello; los demás hicieron bulla y entre risas acordaron que después de la próxima anotación el juego terminaría.
Jared sonrió al ver el comportamiento infantil de ambos, ese ambiente era bueno para Johan, pues la presión de los entrenamientos se había aligerado cuando Duncan decidió aceptar ser algo así como su "tutor de tiempo completo" y enseñarle a controlar a su lobo; aunque de vez en cuando terminaban jugando basquetbol o soccer con gente que acababan de conocer.
No podía apartar la mirada de su pareja, admiró sus fuertes y largas piernas, sus brazos, su cuello, aquél que tenía la huella de sus dientes muy cerca del hombro. ¿Cuándo hubiera imaginado que un lobo de su categoría terminaría marcando, tomando a un beta? Dafne una vez le había dicho que creía que las cosas sucedían por algo y que las parejas que estaban destinadas eran las que mejor se complementaban; y por lo visto no había mejor evidencia que su naturaleza, pues el lobo de Jared era dominante y fiero, y el de Duncan era muy valiente y fiel, pero dócil.
El teléfono móvil, ese que siempre sonaba en los momentos que menos imaginaba, no se hizo esperar, pues en la pantalla vio una N brillante.
—¡Ey! ¿Ocupado?— fue el saludo corto de Noah.
—Sí.
El vitoreo le indicó que el juego había finalizado y que Duncan había hecho se las suyas, pues le vio correr y chocar las palmas de las manos con algunos individuos, mientras Johan despotricaba en voz baja.
—¿Qué tanto?— insistió Noah al otro lado de la línea.
—Mucho.
—Mentiroso, puedo escuchar ruido, ¿estás mirando la televisión?
—¿Llamaste para saber qué estoy haciendo?
—Por supuesto que no, llamé para comentarte que en la noche papá te enviará por correo electrónico el listado de los temas que hay que atender con urgencia en la próxima reunión, porque vendrán desde viernes, ¿cierto?— últimamente Noah hablaba en plural, y eso estaba bien.
—Sí, iremos.
—Bien, es necesario que traigas propuestas para solventar esos puntos.
—Entiendo.
—Perfecto, y también quiero que hagas un espacio de por lo menos quince minutos en tu agenda, tengo que hablar contigo, es sobre Liam.
—¿Qué tiene, está todo bien?— sus interacciones aun eran algo escuetas, pero estaba trabajando en ser más empático y sociable, sinceramente era Duncan quien se pasaba más tiempo platicando con Noah.
—Creo que sí; no lo sé, la última vez que hablé con él por teléfono me dijo que estaba saliendo con alguien.
—Es algo bueno.
—Eso espero— suspiró, —como sea, lo platicamos cuando vengan, ¿de acuerdo?
—Por supuesto.
—Cuento con ello, y dale mis saludos a Duncan— se despidió.
Guardó el teléfono en su bolsillo y comenzó a caminar hacia la banca de madera, donde los jugadores se habían instalado, algunos sentados en ella, otros apoyando un pie para ajustar su zapatilla; no conocía a ninguno de ellos, pero eso no le impidió aproximarse.
—¿Qué dicen, nos vemos el fin de semana para otro partido?— exclamó el único barbudo.
Dos humanos asintieron al instante, en cambio Duncan declinó la invitación, —lo siento, no puedo.
—¡Uy! ¿Quieres que pidamos permiso por ti?— se mofó uno haciendo alusión a su pareja, la cual evidentemente desconocía, pero fue apoyado por el bullicio de los otros.
El beta rio bromista también, —claro, ¿por qué no? Pueden hacerlo ahora mismo si desean— y extendió el brazo, ofreciéndole la mano a Jared para que la tomase, este lo hizo sin chistar.
Algunos humanos rieron nerviosos, otros carraspearon, pues no esperaban semejante respuesta ni aparición.
—Harás que crean que soy un controlador— Jared chocó su hombro con el de Duncan suavemente al decir eso.
—Era broma, cariño— le dio un beso rápido en la sien y luego se dirigió a sus compañeros de juego con seriedad, —chicos, en realidad no puedo porque saldremos de viaje, pero la próxima vez si duda vendremos— incluyó a Jared y lo presentó como era debido, como su pareja formal.
.
—Estás consciente de que el penúltimo tiro no fue válido, ¿verdad?— insistió Johan desde el asiento trasero, Jared conducía y Duncan iba como copiloto.
—Deja de quejarte y sé buen perdedor, prometo que te dejaré ganar la próxima vez— contestó el beta.
—¡Jared, dile que eso no está bien!— el más joven recurrió al otro.
—¿Quieres que te diga qué no está bien?— habló el nombrado, mirando a su interlocutor por el espejo retrovisor y agregó inmediatamente, —que se hayan escapado del área de entrenamiento— pues justamente eso habían hecho y Omar había mandado a Jared por ellos.
Johan se encogió en su asiento, —no le dirás a mis padres, ¿verdad?— y no porque le fueran a regañar ni mucho menos golpear, sino porque se suponía que era de los mejores elementos y que era bien portado, además de que no cometería otra falta desde la gran mentira del huevo de oro.
—A veces creo que, en vez de bien, te hacemos mal, no deberíamos solaparte— declaró el conductor, pues ya habían mentido por él en una ocasión.
—Vamos, no seas muy duro con el chico— intervino Duncan.
—¡¿No ser muy duro? Pero si tú también has escapado!— exclamó Jared y luego suspiró largo, sabiendo que esos dos eran capaces de terminar con su paciencia y cordura... En especial Duncan.
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ESPACIO PARA CHARLAR:¡No se vayan todavía! Queda un apartado más, denle "siguiente". <3
Les recuerdo que los "adelantos" y comentarios están en "El baúl del tesoro". Se supone que el link / liga / url está en mi perfil de esta cuenta, pero parece que algunos de ustedes no lo pueden ver, así que pueden encontrarlo en FB como "Indigo: El baúl del tesoro.", o como "IndigoER.TheReal". No hay pierde, estoy usando los mismos avatares (la cola de sirena color aguamarina). [Índigo]
***Recuerda que la colección de libros de este Universo sigue el orden:
01. Creciente.
02. Menguante.
03. Moonlight.
04. Sunlight,
05. ¡Sam, me gustas!
06. Clear.
07. Starlight.
08. Hidden.
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Sunlight
WerewolfDespués de todo el revuelo que la boda arreglada de Julián causó, finalmente las cosas se resolvieron de manera satisfactoria: Julián y Mauricio viajarían a la capital para que este pudiera concluir sus estudios, eso era una exigencia por parte de A...