Capítulo 58 "De unas Gotas a un Torrente"

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(Dash)

Sentí que mi cuerpo era arrastrado por un campo y como, a medida que me movía, piedras del suelo se incrustaban en mis manos. 

Cuando vi nuevamente a Acnologia no pude evitar desmayarme, aunque no sabría precisar si fue por la impresión o por el mal estado de mi cuerpo. Ahora, mientras era acarreada a través de quién sabe dónde, me atreví a abrir los ojos e intentar ver en dónde me hallaba.

Aún era de noche, pero ya no estaba en el medio del bosque junto a Raiden, ahora me hallaba lejana a la vegetación mientras a lo lejos podía contemplar las luces de la batalla de Fairy Tail contra el Imperio Álvarez.

No tuve tiempo de admirar mucho aquel paisaje, cuando la persona que me arrastraba me soltó bruscamente dejando mi cabeza golpear contra el suelo. A mi lado, algo se enterró en la tierra compacta, giré mi vista para ver mi espada clavada en el suelo a escasos centímetros de mi cabeza.

-Arriba. –ordenó aquella voz que esperaba no volver a oír. No repliqué ante su orden, simplemente me puse en pie sintiendo todo mi cuerpo arder y tomé la espada.

Lo observé fijamente mientras él aún se encontraba de espaldas a mí. Había cambiado mucho y poco desde la última vez que nos vimos, pero lograba recordarlo perfectamente. La única cosa notoria era que, su costado izquierdo, estaba totalmente cubierto por su capa, y yo sabía muy bien por qué.

-¿Dónde está Raiden? –murmuré temerosa de la respuesta.

-En donde quedó. –respondió aún sin mirarme. -Está vivo, sí es lo que realmente te importa. –al oír aquello solté un suspiro de alivio disimulado. –Pero no lo estará por mucho. –agregó volteándose finalmente.

Su mirada, muerta y fría, era exactamente como la recordaba, así también como la expresión de repulsión en su rostro. La misma que me dedicó cuando descubrió que yo jamás sería un dragon slayer como él.

-¿Vas a matarme? –cuestioné bajando la vista.

Era una pregunta estúpida, sabía lo que haría, pero hablar era mejor que permanecer en silencio esperando el final.

-Pelea. –respondió únicamente.

Elevé la mirada confundida justo a tiempo para lograr, por los pelos, esquivar una patada suya.

Me hice hacia tras cuando los ataques siguieron, pero luego de un par más, una patada logró dame de llenó en el pecho arrastrándome varios metros hacia atrás. Sus golpes, los cuales ya eran muy fuertes la última vez, parecían haberse vuelto aún peor. Algo de sangre subió a mi garganta y tuve que escupirla para no atragantarme.

-Arriba. –ordenó impaciente.

Con gran esfuerzo me erguí sobre mis piernas e intenté atacarlo con la espada. Él esquivó cada uno de esos golpes hasta cansarse de ellos. Fue entonces que, con su único brazo, me dio otro golpe en la cabeza que casi me la mueve de lugar. Caí de rodillas jadeando mientras me sujetaba, con una mano la cabeza debido al golpe y, con la otra, el pecho, debido a la falta de aire que comenzaba a sentir otra vez.

-Basta. –articulé casi en su suspiro mientras más sangre salía de mi boca. Era realmente asquerosa, con un sabor casi metálico y no me dejaba recibir aire correctamente. –Por favor... -supliqué cerrando los ojos.

-Ponte en pie. –dijo él sin hacer caso a mis palabras. -¡Ahora! –gritó con otro golpe.

Esta vez, no me levanté de donde caí, ni siquiera hice algún ademán para cubrirme, solamente me postré boca abajo para evitar ahogarme con mi propia sangre y apoyé la frente contra el piso mientras un par de lágrimas caían de mis ojos aún cerrados.

Un Nuevo Dragon SlayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora