Capítulo 13 - Promesas

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Jung Min estaba devastado, por un momento pensó que todo en su vida volvería a estabilizarse, pero las discusiones con Hyun simplemente no podían cesar, todo por alguien a quien alguna vez llegó a considerar insignificante. Por su cabeza no pasaban más que pensamientos de odio hacia él, incluso se había olvidado de sus peores enemigos, quienes aun buscarían la oportunidad de acabarlo, solo podía pensar en lo mucho que detestaba la presencia de ese muchacho.

—Lo lamento mucho, amo... —Jun atravesó la puerta de la habitación y lo encontró sentado en el piso muy desanimado, al ver la manera en que sus ojos lánguidos lo miraban decidió dar media vuelta para salir —, le diré al amo Heechul que regrese otro día.

—¿Heechul, dijiste?

—Sí, venía a avisarle que lo estaba esperando en el vestíbulo, pero...

—Hazlo pasar —interrumpió y se puso de pie —, no debemos ser groseros con los patriarcas.

—Enseguida —dijo y echó un último vistazo a su acabado amo.

Habían pasado unos pocos minutos cuando Heechul llamó a la puerta y entró en la pieza. Él, al igual que Jun, vio desmoronado a Jung Min y suspiró para después hacer un sonido de negación con la lengua mientras se acercaba al patriarca.

—Mi viejo amigo —lo recibió Jung Min dándole un afectuoso abrazo.

—Por un momento creí que te encontraría de buen humor tras tu victoria, pero no te ves muy feliz que digamos, y por tu semblante en el rostro puedo asumir que ni siquiera tiene que ver con tus enemigos.

—Hyun y yo hemos tenido algunas diferencias últimamente —dijo tratando de hacerse el fuerte.

— Ah, Min —suspiró decepcionado.

—Lo sé —intervino antes del sermón que se imaginó vendría después de esa expresión—, sé que no debo seguirme aferrando a un imposible pero...

—¿Cuántas veces más tiene que destrozarte? —dijo ahora en un tono más rudo—Es decir... ¡mírate!

—¿Sabes? No estoy del mejor humor en este momento, así que deberé pedirte, suplicarte —puso sus manos en forma de súplica—que no me sermonees, al menos no el día de hoy.

—De acuerdo, te dejaré tranquilo con ese tema, pero necesito hablar contigo de otra cosa que me preocupa.

—Siéntate —Jung Min señaló uno de los sillones de su pequeña sala interior.

—Gracias —dijo después de sentarse —. Pues verás, los vampiros se quedaron algo inquietos tras tu triunfo de hoy.

—¿Porque derroté a sus traidores? —dio un trago a un poco de vino.

—No, no es por ti, sino por el tal Young Saeng—Jung Min rodó los ojos y azotó la copa, lo que más odiaba en esos momentos era escuchar ese nombre—. Y no solo ellos están inquietos, yo también lo estoy.

—¿Por qué?

—Hace unos meses llegué aquí con una noticia, ¿recuerdas? —Lo miró fijamente para ver su reacción— Por favor, dime que no es el niño del que te hablé —el patriarca nuclear desvió la mirada al sentirse descubierto —. No puede ser... ¡demonios, Min! —se levantó furioso.

—Lo tengo todo bajo control...

—¿En serio? —el sarcasmo se hacía presente— No me jodas, ese chico estuvo a punto de transformarse en... —se hizo el silencio al entender que era mucho más grave de lo que se imaginaba. Heechul se llevó las manos a la cabeza con desesperación— Estás loco —dijo alterado —, en serio, ni siquiera puedo creer que lo hayas traído hasta aquí.

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