Capítulo 26 - Adiós, mi amor

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—Saengie —escuchaba que lo llamaban desde la lejanía.

Apenas lograba entender esas palabras, tenía la vista nublada y todo lo que escuchaba sonaba muy extraño, era como si grandes ecos de sonidos indescifrables invadieran sus oídos.

—Saengie—esta vez escuchó con mayor claridad y pudo reconocer la voz de Hyun que lo llamaba —. Young Saeng, por favor, despierta.

Cuando la imagen estuvo completa se descubrió en el pasto, justo debajo el árbol donde solían reunirse afuera de la mansión, tenía una enorme jaqueca y sentía como si hubiera sido arrollado por un tren.

—¿Qué sucedió? —preguntó con debilidad al intentar reincorporarse.

—No, no te muevas —lo detuvo—. Eso mismo quiero que me expliques, ¿qué hacías en el bosque?

—¿Eh?

—Te encontraron allá y fui a buscarte inmediatamente aunque te encontré desmayado. ¿Acaso alguien te atacó?

—¿Alguien? —preguntaba mientras trataba de recuperarse de su mareo.

De pronto sintió que Hyun lo abrazó de una manera muy especial, no había sentido la calidez de su cuerpo desde algún tiempo pero no le correspondió.

—Quiero ir a casa —las lágrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas.

—Ay, pequeño —se aferró más a él después de suspirar—, creí que no extrañarías tu vida allá.

—No extraño mi vida, extraño a mi familia, a Lía... —iba a mencionar a otra persona pero entonces recordó la plática que tuvo con Jae Joong, en ese instante se formó la imagen de James preso en esa cueva y con la mirada suplicante— mañana es mi cumpleaños y quisiera verla.

—Sabes bien que por ahora no podemos ir allá —respondió con nostalgia—, pero te prometo que en cuanto todo esto mejore iremos a visitarla.

El híbrido no creía en una sola de sus palabras ni tampoco en su cinismo y falsa tristeza, ahora dudaba de todo y de todos, especialmente de Hyun; pero con la situación actual no podía hacer nada para rebelarse ni tampoco podría defenderse, sería el blanco perfecto para cualquier vampiro que hubiese quedado dentro de la mansión. Por ahora tenía que mantenerse a salvo, necesitaba regresar a las mazmorras para rescatar a James y preguntarle lo que había pasado con su familia, y aunque muy en el fondo esperaba que Jae hubiese mentido, ya no volvería a confiar ciegamente en Hyun.

—No estés triste, mi amor —dijo el mayor al ver que no decía nada—, confía en mí. Tan pronto como mejoren las cosas te llevaré a Örseg.

—Está bien—respondió frio.

Cuando se puso de pie sintió que su espalda lo mataba, era como si hubiera sufrido un gran golpe en la parte baja del cuello. Casi no podía moverse y se desesperaba por su condición. Aunque Hyun lo había notado serio no se imaginaba lo que pasaba por su mente, hacía tiempo que no podía leerlo y tampoco habían tenido oportunidad de platicar, así que pensó que solo había querido llamar la atención con ese acto rebelde de salir del territorio o que estaba tan aburrido que había decidido irse a explorar, cualquiera de las dos le parecía lo más razonable por su reciente distanciamiento, por eso al llegar a la habitación se le ocurrió una manera de hacerlo sentir mejor.

Antes que nada lo recostó con cuidado en la cama, le acercó una copa de vino con sangre para que recuperara un poco sus fuerzas y después le dio la espalda para sacar un pequeño cofre de su cómoda.

—Sé que no te he puesto suficiente atención pero...—se dio la vuelta para mirarlo—, quiero que sepas que estuve trabajando mucho en esto.

Young Saeng lo miraba con incertidumbre.

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