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Estoy despierta desde hace un par de horas. He desayunado con calma, cosa que

casi nunca hago: me he preparado un buen café, he cortado un poco de fruta de

temporada y he untado dos tostadas de Nutella. Me considero satisfecha.

Ahora estoy sentada delante de mi MacBook y necesito desesperadamente

que alguien me diga qué hacer. Miro por la ventana. Los árboles del Campo San

Vio están adornados con lazos rojos y por la noche brillan con unas lucecitas

amarillas; además, la entrada de la pizzería está coronada por una estrella

luminosa un tanto cursi con la palabra FELICIDADES. El tiempo ha volado y

solo faltan cinco días para Navidad. Yo también he sacado los consabidos adornos

y he puesto mi árbol ecológico, pero este año hay una novedad: he escrito en las

bolas de cristal de Ikea los versos de amor de varios poetas famosos. Es un árbol

de Navidad romántico, una pequeña concesión a mi corazón amordazado.

Vuelvo a mirar el ordenador. Una única e inmensa razón me empuja a

hacerlo: Filippo. No he contestado a su último correo. Lástima que luego él me

hay a vuelto a escribir varias veces preguntándome con creciente insistencia por

dónde andaba e invitándome a ir a Roma. Lamento haberlo engañado. A pesar de

que no es mi novio y de que decidimos de común acuerdo no comprometernos,

el sentimiento de culpa me encoge el corazón cuando pienso en él.

He decidido escribirle. La página en blanco se abre ante mis ojos, dejo que

mi pensamiento vay a libremente a donde quiera y mis dedos lo siguen con

docilidad.

De: Elena Volpe

A: Filippo de Nardi

Asunto: Con el corazón

Querido Fil:

Te escribo de nuevo después de un largo silencio. No ha sido un periodo fácil

para mí. Podría ponerte un sinfín de excusas, pero es inútil mentirte: la verdad es

que debería haber tenido el valor de hablarte con la sinceridad que mereces. Fil,

he conocido a un hombre del que no puedo privarme. No me lo puedo explicar a

mí misma y aún menos a los demás, pero de todas formas quiero intentarlo. No

estamos juntos, pero entre nosotros existe una relación brutalmente carnal. Él me

ha hecho prisionera y ha sacudido mi vida, se le ha metido en la cabeza que debo

superar mis inhibiciones, mis límites, una suerte de reto o de juego, y y o se lo he

concedido. Lo que ocurre es que he aprendido a gozar como nunca lo había

hecho antes, que mis sentidos se han despertado y ahora lo reclaman

desesperados. En cierta forma me ha liberado, pero ahora no logro ser de nuevo

la de antes. Es una especie de obsesión, pienso en él a todas horas y cada vez que

Yo te miro - Irene caoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora