Capítulo 23: Nada, patito, nada

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Christopher se dirigió de inmediato a avisar a la seguridad del barco.

Estaba completamente seguro de que eran esos alborotadores otra vez, ese tal Evan y ese grupo de amigos.

Algunas personas se alteraron, pero otros alfas, entre ellos ese grupo familiar de los Tomlinson, trataron de poner orden.

Keith se vio atrapado en medio del jaleo.

Los chicos no parecían tener más intenciones que las puramente relacionadas con molestar o lo que ellos creían divertirse.

Excepto porque de repente uno de ellos se quitó la máscara.

Keith buscó desesperado a Mariano.

Ese tipo tenia agarrado del cuello a uno de sus compañeros en el departamento de esclavos, un chico delgado y de aspecto aterrorizado.  Los demás destaparon las capuchas.  Cada uno de ellos tenía a uno de los esclavos que iban con él.

-Os vamos a mostrar una forma muy divertida de pasar las noches que descubrimos en nuestra visita al reino de Benim.  De hecho con esta práctica logramos capturar a su príncipe heredero, que ahora es mi esclavo personal.  Me llamo Evan Russell y os voy a enseñar lo divertido que es cazar negritos.  Vamos, chico.  Corre.

Un alfa levantó la voz, gritando que ese era su esclavo.

Eso provocó incomodidad en algunos de los presentes.

-Es un ser humano -gritó entonces William Tomlinson.



Stefan estaba esperando a que la gente estuviese ebria para esquivar todo y estar con Daren, pero en ese momento escapó hacia cuarta clase.  Le necesitaba.  Necesitaba su protección, necesitaba saber si estaba bien.  Necesitaba a su alfa.



Keith salió al pasillo. Alguien le agarró el brazo y gritó pero una mano conocida le cubrió la boca.

-No se si matarte por salir sin avisarme o llorar de alivio porque no estabas cuando fueron a por los otros. 

Keith se dio la vuelta y abrazó a Mariano.

-Vamos a mi camarote. Nos encerraremos allí.



Christopher tardó más de lo que hubiese imaginado en desalojar a esos niñatos del salón.  De hecho, la noche terminó de un modo mucho más caótico y desgraciado de lo que esperaba.

Afortunadamente, ninguno de los otros pasajeros se unió a la macabra persecución a los chicos de esa panda de psicópatas, pero muchos perdieron los nervios. 

Estaba tranquilo respecto a su hijo.  Le había visto huir y si algo tenía claro era que no habría lugar más seguro en ese barco que entre los fuertes brazos de ese Daren. 



Clive y Louis cerraron la puerta del camarote de Louis.  Sus alfas les habían pedido que se encerraran con las niñas hasta que todo estuviera bajo control.

-Deberíamos poner una reclamación.  Esto no es para nada lo que uno esperaría de un viaje de lujo.

-Desde luego que no.  -Clive se sentó frente a él abrazando a Bianca -  ¿Qué sería lo próximo? ¿Estrellarnos contra uno de esos bloques de hielo?

-Se llaman icebergs y actualmente estamos navegando en aguas cálidas.  Además, eso es imposible.



Keith estaba temblando.  Todo su cuerpo temblaba pese a la protección que Mariano le brindaba con sus brazos.

Se escuchaban gritos, y se escuchó un chapoteo desagradable.

Y una voz que gritaba.

-¡Nada, patito, nada!



Aiden estaba tratando de calmar ataques de ansiedad y desmayos una vez que todo se creía controlado. 

Cuando escuchó el grito de Christopher corriendo tras ese Evan.

Ese Evan acababa de arrojar a un esclavo por la borda.

Christopher estaba a punto de transformarse pero se contenía, era puro músculo, sus ojos estaban amarillos y se abalanzó sobre ese Evan.  Le golpeó con fuerza hasta dejarlo inconsciente y se lanzó a rescatar al esclavo.

Aiden corrió tras él.  Le lanzó una cuerda.  Estaba oscuro y una sensación de terror le recorrió.  Miedo a perder toda oportunidad de volver a hablar con el capitán porque se lo tragasen las aguas.

Pero un brazo fuerte se agarró a la cuerda, cargando con el muchacho negro... y subiéndolo de nuevo a bordo.

Aiden tiro de él.





-Se van a enterar de quién es mi familia.  No pueden detenerme.

Christopher miró con asco a Evan.  Este estaba con las manos atadas dentro de una de las tres celdas del barco.

-Creo que no te ha quedado claro que aquí la autoridad soy yo.  Estarás ahí por intento de homicidio hasta que te entregue a las autoridades británicas... y tus propiedades quedan decomisadas.  Todas.  Incluso tu esclavo.



Subió al salón de nuevo.  Quedaban algunas personas hablando, comentando angustiadas lo sucedido.

Y estaba Aiden.

Aiden le sonrió.

-Esta usted empapado.

Christopher se miró.  Ciertamente, lo estaba.  Tenía toda la ropa pegada al cuerpo.

-Un poco.

-¿Necesita ayuda médica?

-No, gracias.   Estoy bien.

-Entonces voy a tomar una copa.

-Le acompaño.

Cuestión de Sangre ||Saga Cuestiones 5|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora