Cuestión de Sangre ||Saga Cuestiones 5||

Capítulo 4: Arriba y abajo

25 para actualizar 🙈❤️

-Éste es el departamento de los criados.  Sígame, le mostraré dónde puede dormir su esclavo.

Mariano siguió al empleado a través del pasillo lleno de humedades.  Keith caminaba tras él.  Había camarotes llenos de literas y una clara sobreocupación.  Al final del pasillo había lo que sólo podía calificarse de hueco.  Sin literas y con catres tirados por el suelo.

-Puede dormir aquí. 

Mariano se tensó.  Keith le apretó el hombro.

-Te dejaré mi chaqueta.  Aquí hace frío -dijo el alfa.  Keith abrazó la chaqueta.

-Hay normas -el empleado parecía aburrido.  Eso alteraba más a Mariano.  Era como si no jugase con vidas humanas. – los negros se lavan y comen cuando han acabado todos los demás.  Puede subir durante el día para hacer las labores que usted necesite.

Mariano se quedó con la visión de ese agujero insalubre cuando subió a primera clase.

Estaba acostumbrado al lujo así que a él tanta moldura y tanto dorado no le impresionaba.  Sólo quería compartirlo con su omega. 

Nunca se había parado a pensar en las condiciones en que viajaban los criados.  Ahora tenía el estómago revuelto por lo que había visto. 

Un niño entró en su camarote corriendo con una manzana en las manos.

-¡Hola!

-Hola, quien quiera que seas.

-Me llamo Patrick.  Tengo cinco años y tres meses.  ¿Puede echarme azúcar en la manzana?

-¿Azúcar en la manzana?

-Papá dice que mucho azúcar es malo para mis dientes y que no debo echarlo en la manzana pero...

-Patrick.  ¿Qué te he dicho?  No puedes molestar a los otros pasajeros.  Tienes que ir siempre con papá.

Era el doctor.  El médico personal de Clive y William.

Le costó unos minutos reconocerlo.  Llevaba un traje un poco mejor de los que solía y se había afeitado la poblada barba. Las veces que le había visto le había parecido que era un señor mayor pero no tenía más de cuarenta.

-Estaba hablando con este señor.

-Discúlpeme.  Mi hijo es muy intrépido.

-No hay problema, doctor Rodgers. 

-Puede llamarme Aidan, ya que parece que es usted amigo de los Tomlinson.

-Se ha traído a su hijo.

-Sí.  Yo... bueno, no podía dejarlo con nadie.  Espero que a William no le importe. 

-Normalmente los omegas se encargan de los niños.

-Soy viudo.  Y ahora, Patrick, vas a pedir perdón y te vas a venir a nuestro camarote...

El niño gruñó.  Su padre le llevó de vuelta con él.

-Sabes que papá está trabajando.  Y no queremos que nos echen de primera clase.  De hecho no queremos que nos dejen en tierra.  Papi necesita mucho el dinero.

-Sí, papá.

-Esta bien.  Ahora por favor, quédate en tu cuarto y practica la lectura.  Tengo que ir a ver cómo está Clive. 

Clive estaba mirándose en el espejo.  Bianca estaba dormida.  Todo en el camarote respiraba paz. Era enormemente lujoso y tenía una cama doble inmensa.

-Menuda cama – Aidan entró en el camarote – recuerde que aún le faltan diez días al menos para poder tener relaciones plenas con su esposo.

-Doctor... se ve muy distinto sin barba.  Más joven.

-Sentía que necesitaba un cambio.  Necesito hablar con usted y su esposo.  He tenido que traer a mi hijo menor.

-¿Y su esposo?

-Soy viudo.

-Oh.  No lo sabía.

-Y Patrick es demasiado pequeño para quedarse solo.

-Me imaginaba... no se, como me hablo de los partos de su esposo...

-Me quedan seis ojos de los ocho nacidos.  No le mentí. Dos fueron gemelos prematuros que murieron el primer día pero no podía decirla la verdad.  Mi marido era un hombre muy religioso.  Patrick fue el último de nuestros hijos.  Después de nacer el mi esposo desarrollo un cáncer de cervix y murió cuando tenía un año.  Hace cuatro.

-Lo... siento.

-Tranquilo.  Mis otros hijos son más mayores.  El mayor tiene 21 y va a casarse pronto.  Otro tiene 19 y vive solo, y mis hijos de 15 y 12 se han quedado con él. 

-Patrick es muy bienvenido.

-Gracias.