Cuestión de Sangre ||Saga Cuestiones 5||

Capítulo 36: Educados para la pasión

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Durante toda la carrera hacia su camarote, Stefan fue absolutamente incapaz de reaccionar o pensar ante lo que había ocurrido apenas segundos antes.

Necesitaba llegar a su cuarto antes de que cualquier persona, en especial su padre, pudiese verle.  Acalorado y sucio de fluidos y no sólo suyos.

De niño y adolescente nunca le había importado demasiado tener que atravesar el camarote de su padre para llegar al suyo o incluso dormir junto a él.  A veces su padre no iba a dormir y nunca preguntó, comprendiendo años después que estaba pasando la noche con alguien.

Pero en ese momento, se sentía la persona más desgraciada del mundo.  Si su padre le veía, la vergüenza sería mayor de lo que podía imaginar.

Afortunadamente el capitán aún debía estar desayunando y concluyendo los detalles para cuando el barco zarpase. 

Se desnudó tan rápido que llegó a enredarse con los pantalones hasta el punto de caer sobre la cama. Estaba sucio.  Muy sucio.

No era el primer celo que pasaba a bordo de un barco.  Una vez que logró esconder la ropa en el fondo de su armario caminó con paso inseguro al aseo.  Se pasó agua fría por el cuerpo. 

La puerta del camarote se abrió.

-Stefan... Dios mío, hijo.  No sabía que era hoy. 

-Se ha adelantado... según los libros que he leído, es normal.

-Vamos, te ayudaré a acostarte y pondré siempre a alguien de guardia en la puerta.  Como las otras veces.  Voy a hacer que te llenen la bañera de agua fría y te daré un poco de láudano.

-Creía que estabas aún molesto conmigo.

Christopher le ayudó a meterse en la cama.

-Hijo, yo no estoy enfadado contigo.  Simplemente tienes que comprender que hay cosas que son difíciles para mí. No esperaba que todo fuese a ir tan rápido.  Aún recuerdo cuando naciste.  Y cuando me quede sólo contigo.  Apenas tenías meses y yo no sabía ni cómo empezar a criar a un bebé. 

Stefan sollozó.  El vientre y el trasero le dolían por la necesidad.  Christopher le acercó una cucharada de láudano a los labios.

-Me quedaré contigo hasta la hora de zarpar.

Stefan le apretó la mano.

-Sí, por favor, papá. 

-Bianca ama el sol.

Clive se volvió hacia la voz de Aiden.  El doctor se sentó a su lado.  Desde la cubierta del barco se veía el puerto, los movimientos de los trabajadores. 

-Le gusta mucho.  Acaba de comer.  Ahora mismo es la niña más feliz del mundo.

-Así son los niños.  Lo simple les hace felices.  No tienen la estupidez y el egoísmo de los adultos.

-Toma -Clive se sacó el botón de cobre con un ancla grabada – el capitán necesitará esto.

Aiden acarició el grabado.

-Se lo daré cuando le vea.

-Necesitas ser más discreto.  La gente no se dio cuenta porque ni siquiera imaginan determinadas cosas pero si hubieses sido un omega, todo el barco estaría hablando ahora.

-Supongo que no estoy acostumbrado a determinadas situaciones.

-Afortunadamente cuentas conmigo.  Yo no tengo reputación.  La perdí mucho antes de saber lo que eso significaba y sé bregar con el escándalo.  Y también ocultar lo que no quiero que la gente sepa. 

-Es la primera vez.

-¿En serio?  Desde el principio, desde que te conocí, supe tus gustos.

-Nunca se me había pasado por la cabeza.  Nunca me educaron para amar y mucho menos para la pasión.

-Christopher si me sorprendió. 

-El mismo lo hizo.  Al principio trato de negarse todo...

-Oh, mi esposo hizo lo mismo, le agobiaba la diferencia de edad.  Los alfas tienen un sentido del honor que a veces raya el absurdo.

-No quiero tener problemas.

-Entonces tratad de entrar y salir por separado de los sitios.  Tu camarote es un sitio arriesgado.  En cualquier momento, un paciente puede llamar y preguntarse qué haces desnudo junto el capitán.

-Tengo miedo.

-Todos tenemos miedo, de una cosa o de otra.  Pero la vida no es infinita y lo que debemos hacer es exprimir cada momento y no negarnos aquello que nos hace felices.

-Ahora al fin comprendo porque os gusta tanto el sexo. 

Clive se rio.

-También he pasado por eso. 

Bianca chilló, llamando la atención.

-Tranquila, cariño -dijo Clive.  – Ahora mismo todo está bien.  Ahora mismo.