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Por favor, pasad por El misterio de Holeblack, mi nueva novelaStefan tomó aire. No debía estar ahí. En absoluto.
Pero Daren estaría preocupado. Le había explicado que tenía que trabajar, él lo había comprendido muy bien pero aún así Stefan notaba su angustia por saber como se encontraba.
Abrió la puerta y entró en el cuarto. Se veía muy distinto al primer día. Daren llevaba una camisa amplia y unos calzones, y dormía en un colchón con almohadas y mantas.
Estaba recostado en su parte izquierda. Los ojos oscuros fijos en la puerta, su cabello rizado y revuelto, un poco demasiado largo pero afeitado en las sienes. Le había pedido una navaja a Stefan y un espejo y se había quitado esa parte del cabello y también el vello facial y casi todo el corporal. Su silueta era inmensa, su piel oscura cubierta de tatuajes tribales.
Era todo lo que un chico bien educado y formal de raza blanca y clase social alta debía temer.
Era el pozo donde Stefan quería ahogarse.
-Stefan. Estaba preocupado. Ha amanecido ya.
-Tuve mucho trabajo -Stefan cerró la puerta. Daren se sentó.
-No deberías cerrarla.
-Siempre lo hago.
-Tu aroma. Estas entrando en periodo de necesidad. Y yo ya te deseo lo suficiente sin que eso ocurra. No quiero perder el control respecto a eso.
Stefan se apoyó en la pared y gimió. Su pantalón se le pegó literalmente. Ahora entendía de verdad el concepto de chorrear. Nunca había tenido un celo tan fuerte...
-¿Me deseas? -dijo arqueando la espalda, ofreciéndose como si fuera un prostituto vendiéndose a los marinos en los muelles.
Daren se levantó. Tan rapido que Stefan casi no le vio moverse. Solo el relámpago amarillo en sus ojos y su olor a alfa y esos cien kilos de puro músculo junto a él.
-Creo que eso es obvio.
Stefan se lamió los labios.
-Yo también te deseo. Despierto cada mañana con tu masculinidad contra mi entrada, pero debería estar dentro...
-Stefan, ¿estás loco? No podemos, no debemos y no lo haremos. Ahora vete, por favor. No soy un santo ni un virgen y llevo demasiado tiempo de abstinencia.
-¿Cuándo entenderás que no te tengo miedo?
Daren cerró los ojos. Acercó su boca a la de Stefan.
-Los blancos siempre me teman o me odian. A ti te atrajo la lástima...
-No podría tener nunca lástima de un hombre tan magnifico como tú.
-Cuándo estes en tus cabales y los demonios de la lujuria no estén adueñados de tu cuerpo, hablaremos de esto de nuevo.
Stefan hizo un puchero.
-No... no quiero irme.
-Mi príncipe blanco, tú no sabes lo que quieres.
Stefan le empujó el pecho. Daren le retuvo. Stefan levantó el rostro hacia él. Y se movió. Tenía el miembro erecto y se frotó contra el abdomen del hombre de color.
Daren le apretó suavemente contra la pared. Stefan chilló apretándose más.
-Vete -dijo Daren.
-No.
Daren le levantó la camisa. Y froto su cuerpo contra él de él. Los calzones dejaban entrever una ereccion magnífica. Enorme.
Empezó a frotarse sin quitarse la ropa. Empujó contra su muslo. Empujó varias veces y Stefan gritó. Gritó mientras su ereccion estallaba definitivamente. Sin bajarse los pantalones, su cuerpo estalló. La camisa y el pantalón se humedecieron con los chorros de semen que Daren emitía.
Stefan sintió que se desmayaba. Daren le sujetó.
El chico se quedó pálido y avergonzado.
-Hablamos en la noche -dijo, antes de irse corriendo.
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Cuestión de Sangre ||Saga Cuestiones 5||
Hayran KurguQuinta temporada Con el regreso de los Tomlinson a Inglaterra se desencadenan muchas tormentas. Cada pareja tendrá que afrontar cada vez más una realidad, la de una sociedad que no perdona tu procedencia, la sangre que llevas ni tus actos.