Cap.3 La verdadera razón

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* MELIODAS POV *

Me desperté con la luz de sol en mi cara, me levanté con una cara de molestia. Miré a mi alrededor, por suerte Elizabeth no estaba en esa habitación.

Me levanté y no sentí dolor, lo cual no me sorprendió. Lo que sí me sorprendió fue que estaba durando mucho en curar. Caminé lentamente por la habitación y llegué a un armario, lo abrí y vi que estaba lleno de ropa de hombre, por alguna razón frunzo el ceño ... me doy cuenta de que estoy sin camisa  (7u7) por lo cual tomé una camiseta y me la puse. Con cautela salí de la habitación, al estar caminando por el pasillo sentí un olor delicioso, era comida, caminé más rápido y llegué a lo que se parecía a la cocina. Elizabeth estaba con un delantal preparando algo, ella se da cuenta de mi presencia y se voltea hacia mí.

— Hola señor Meliodas, quiere un plato de ceviche, que ella va un estante y sacó unos platos.

— Creo que deberías saber que los vampiros no ...

— sí, lo sé, no necesitan comer ... Pero sé que distraen su sed de sangre con comida, y sé que no ha bebido sangre en mucho tiempo —la maldigo por ser tan inteligente, tenía razón ...— también veo que encontraste la ropa de Gilthunder.

— ¿Gilthunder? 

— sí, Gilthunder es mi cuñado —por qué razón me siento aliviado, no sé cual— vivía conmigo cuando la guerra se asentó aquí hace 1 año, pero cuando la guerra se desplazó a Danafor tuvo que irse y por alguna razón dejó toda su ropa en el departamento.

Ella sirvió el ceviche de carne en los platos que había puesto en la mesa, luego de sentarse a comer me miró.

— ¿Qué espera? Vamos, comer le ayudará a recuperar energía —la miré molesto, con un gesto de resignación, me senté frente a ella. Al probar el primer bocado me sentí revivido, lo admito, la cocina Elizabeth es buena, muy buena— dígame señor Meliodas ... ¿Cuál es la razón por la cual un vampiro de alto rango como usted vino a Liones? —su pregunta me toma por sorpresa, como una horrible pesadilla todos los recuerdos de anoche volvieron a mi mente...

* FLASHBACK *

Yo, junto a mis camaradas, estábamos esperando los soldados humanos frente a nuestro escondite. Luego de unos minutos de espera Los soldados llegaron con demasiadas Camionetas para mi gusto.

Creo que eso es demasiado llamativo para nosotros —digo y uno de los soldados pasa al frente, al parecer era un sargento.

Soy el Sargento Twigo, es un placer conocerle capitán de los diez mandamiento, Meliodas.

— Gusto conocerlo Sargento Twigo —le dije serio.

Traemos estas camionetas para protegerlos, no confiamos en los racistas, pero tampoco confiamos en ustedes ... —lo miro frunciendo el ceño— así que por precauciones pónganse estos brazaletes —un soldado viene con unas cajas, las abre y me doy cuenta de que eran de plata, me encuentro con la mirada de la preocupación de los mandamientos.

¿Capitán? —suspiro pesadamente, no teníamos opción.

Si tendremos que confiar en ustedes para terminar esta maldita guerra de una vez por todas, lo haremos —el soldado se acerca y pone los brazaletes en nuestras manos, desde que lo abrochó sentí como mi fuerza sobrenatural y mis poderes se desvanecían. Sólo éramos 3, Aranak, Zeno y yo.

******

Llevábamos una hora completa de camino, hace 15 minutos entramos en la zona de la ciudad de Liones. Fruncí el ceño y miré por la ventanilla...

Esta calle no lleva al palacio presidencial —digo, los soldados me miran de una forma inexplicable y nos detuvimos de repente. Uno de los soldados sacó un arma e intentó dispararme, tomé su arma, tal vez no tenga fuerza de vampiro pero sé luchar...... le quité el arma y le disparé justo en la cabeza, el otro intentó sacar la suya pero lo maté de la misma forma. Los mandamientos abrieron las puertas de la camioneta y salimos.

¡No podemos quedarnos aquí, corran! —intenté comenzar a correr pero unos fuertes brazos me tiraron al suela— ¿Pero qué...? —miré hacia arriba para ver la cara de quien lo había hecho...

— Zeno ¿Por qué?

¿En serio creíste que dejaríamos que firmaras el tratado de paz, que dejaras que nuestra posición baje más de lo que está ahora?

¡¿De qué demonios estás hablando?! ¡¿Acaso quieres que más de los nuestros sigan muriendo?! 

Eso ni siquiera nos importa capitán —miro a Aranak, la ira me invade.

estos soldados nos pagaron mucho por entregar al traidor del Reino de los Vampiros y ya no tendremos que preocuparnos por ese estúpido reino —aún así teniendo el brazalete de plata marcas oscuras comenzaron a cubrir mi cuerpo entero— ¿pero qu...?

No lo dejé terminar, de un gesto le arranqué la cabeza a Zeno, salpicando casi por completo a Aranak de su sangre. Su cuerpo sin vida cae y me suelta de su agarre. Aranak me miraba con una cara de puro horror mientras retrocedía...

Ustedes no son dignos de llamarse vampiros defensores del reino —formé en mi brazo una espada de energía oscura y de un sólo zarpazo lo corté a la mitad. Cuando sus partes mortales cayeron al suelo mis poderes se vieron afectados otra vez por el brazalete de plata, miré hacia las demás camionetas y vi al sargento Twigo  sonriéndome de una manera tétrica y maliciosa. Miré detrás de él y vi un callejón, lo miré de nuevo y comencé a correr, miré entras huía lo oí hablar.

Asesínalo —yo aceleré mis zancadas y entré al callejón, vi una sombra parada justo al final de este, las balas rozaron cerca de mí y vi a la sombra agacharse, corrí hasta que un disparo me dio en la espalda, eché un grito de dolor y caí al suelo......

Luego ver como el soldado se iba, veo la sombra acercarse a mí y me doy cuenta de es una chica, antes de que ella me tocara la herida le tomé la muñeca y le dije...

Corra... —y me desmayé.

........

— ¿Señor Meliodas?

..........

........

......

— ¿Señor Meliodas?

......

...

— ¡¿Señor Meliodas?! —un grito me trae a la realidad, veo a Elizabeth con una cara de preocupación...— perdón si hice una pregunta incómoda —ella me mira apenada...

— Fui traicionado....

— ¿Eh?

—  Confíe en los humanos.... para cesar  la guerra con un tratado de paz —no se por qué estoy contándole todo esto a ella pero necesito desahogarme con alguien, necesito sacar la opresión que hay en mi pecho por todos los sentimientos encontrados que se aremolinaron en él—  y ellos convencieron a mis camaradas de traicionarme..... tuve que matar a mis compañeros... Confíe una sola vez y ellos me demostraron qué... No puedo confiar en nadie... y-...

— En mí sí.

— ¿Qué?

— Usted puede confiar en mí, no tengo nada que perder si le ayudo —la miro fijamente— y más si usted busca terminar con la guerra señor Meliodas —ella me sonríe.... y ....

No puedo evitar sentirme..... consolado.....

Esclavo peligroso MELIZABETHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora