Cap. 14 Segundo ataque

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* NORMAL POV*

Meliodas llegó con brusquedad a la cocina, todos se encontraban hablando animadamente, mientras comían fideos. Pero todo acabó cuando el vampiro se adentró en el refrigerador y con desesperación buscaba una bolsa de sangre, la cual al encontrarla la sirvió con rapidez en un vaso, con una velocidad inhumana bebió el contenido y posó la taza en la lavaplatos  con tanta brusquedad que esta se rompió en pedazos.

Howzer, Diane y Ban saltaron un poco en sus lugares, sorprendidos por la actitud tan repentina por parte del vampiro. Este se apoyó del lavaplatos con la respiración agitada.Diane le miró extrañada, por primera vez desde que conoce al vampiro ella sintió miedo de él.

— ¿Capitán? —Preguntó la castaña con la voz temblorosa— ¿Estás bien? —este poco a poco se volteó, mostrando su rostro sudoroso, sus ojos estaban negros como la noche y sus colmillos estaban alargados, nadie de los presentes tenía idea de lo que le estaba pasando a Meliodas, ni siquiera el rubio sabía.

— Estoy bien... yo... solo tengo sed, es todo —dijo, comenzaba a recomponer su compostura. Caminó hacia la sala de estar y cayó con desgana en el sofá negro que se encontraba en su centro.

La castaña preocupada miró el reloj que se encontraba en la pared de la cocina dándose cuenta de algo importante.

— Howzer, Ban.... —habló llamando la atención de los ya mencionados— Mi turno comenzará pronto, además solo te dieron una hora libre ban y Howzer no hay nadie que te cubra de en tu puesto hoy.

La castaña aclaró sacando suspiros cansados y molestos de ambos chicos, los tres comenzaron a recoger sus cosas y a caminar hacia la puerta, Howzer quien era el último en salir, dedicó una última mirada amenazadora al vampiro quien ni siquiera le estaba prestando atención a lo que sucedía.

Cuando el sonido de la puerta cerrándose llegó a los oídos del rubio, haciendo que este despertara de su trance, dándose cuenta de que había sido dejado solo con Elizabeth.

Su tentación...

Al llegar de nuevo las imágenes de él mordiendo a Elizabeth, la increíble sed le atacó de nuevo dejándolo sin aliento.

Con torpeza caminó hasta la cocina de nuevo, rebuscó en el refrigerador con desesperación, pero no había nada, nada de sangre. Él la había acabado toda.

Caminó hasta la pequeña mesa que se encontraba en la cocina y se sentó con desgana. Comenzaba a sentirse mareado, estaba cómo si no hubiera bebido sangre en una semana. Pero acaba de beber medio litro de esta hace solo 4 minutos. Este posó su cabeza sobre la fría madera de aquella mesa, tratando de mentalizarse y no volverse un animal irracional en busca de comida.

Por razón y acción de la divinidad que al parecer odiaba al vampiro, Elizabeth apareció en el marco de la puerta de la cocina, bostezando un poco.

— ¿Los chicos ya se fueron? —preguntó, mientras se acercaba al rubio. Quien al darse cuenta de la presencia de la albina hizo todo lo posible para parecer dormido.— ¿Señor Meliodas?

Preguntó mientras inspeccionaba al vampiro con la mirada, cuando vió su respiración tranquila y sus ojos cerrados, ella con una sonrisa se alejó lentamente, sabiendo que no debería molestarlo.

Pero que buena decisión tomó... ¿No?

Mm.. quiero leer un poco... —dijo la chica en voz baja mientras posaba un dedo en su barbilla. Caminó hasta la pequeña librería que tenía en la sala de estar, pasando la mirada por los casi 100 libros que se encontraban apilados allí.

La chica frunció el ceño extrañada, se había dado cuenta de algo. Todos los libros estaban completamente fuera de lugar, ella los había organizado por secciones y casi todos estaban en la sección incorrecta. Pasó a la sección que ella nombró como la sección de vampiros, viendo que un libro rojo en particular no estaba allí.

Esclavo peligroso MELIZABETHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora