Bien, aquí estaba. A una calle del café donde probablemente ya me estaba esperando Athan para nuestra ‘’cita’’.
— ¿Qué haces por aquí tan solita? —pregunto un señor. En realidad me había detenido para darme un último vistazo en los cristales ahumados de un carro. Quería estar perfecta.
—Disfrutando del ambiente —respondí sin mucho interés, el señor en cambio parecía tener mucho interés en mí. Camino de un lado a otro mirándome descaradamente.
— ¿Vienes con alguien?
—Sí, lo estoy esperando. —mentí sin saber muy bien que decir.
— ¿Tu novio?
—Sí.
— ¿Por qué no ha llegado?
—Mire hay esta.
Me acerque a un chico que hacia la fila para comprar palomitas, le di un gran abrazo.
— ¿Te conozco? —pregunto el chico sin alejarme de sus brazos.
—Finge que eres mi novio.
— ¿Qué?
—Por favor…
— ¿Cómo quieres que finja que sea tu novio?
—Un pedófilo quiere violarme, finge que eres mi novio, por favor.
El chico tomo mi mentón en su mano, por un momento pensé que me besaría en los labios pero su boca se dirigió a mi frente. Mire disimuladamente al señor, este se había marchado. Uff.
Me aleje con cuidado del chico. —Gracias.
—No es nada. Yo no veo a ningún señor… —dijo entrecerrando los ojos.
—Estaba ahí, pero se ha ido.
—Claro…
—Tengo que irme…
—Adiós. ¡Espera!
— ¿Qué?
— ¿Me das tu numero?
—Lo siento, pero me gusta alguien y justo me está esperando.
—Ah, entiendo.
Llegue a mi cita con Athan 15 minutos tarde. Athan estaba jugando un juego en su celular. No fue sino hasta que me senté frente a el que se dio cuenta de mi presencia.
—Oh, pensé que no vendrías. —dijo guardando su celular.
—Sufrí un pequeño…percance.
— ¿Todo bien?
—Sí, no te preocupes.
Una chica de probablemente 18 años nos trajo los menús. Ordenamos sin prestarle mucha atención al variado menú. La chica anoto nuestra orden y se marcho.
—Y bien, nuestra segunda cita. —dice Athan mientras su mano viaja por encima de la mesa y termina encima de la mía. Me acaricia la mano con su dedo pulgar. La aparto de golpe sonrojada.
—Sí, eso creo.
—Estas muy guapa.
—Gracias.
—Me gusta cómo se ven los vestidos en ti. Te sientan bien.
—Gracias…
—Hablemos de otra cosa, ¿bien? ¿Qué tal tu día?
—Igual que siempre, bien.
— ¿No te reprocha tu madre por salir antes del trabajo para encontrarte con un chico sexy en un café?