¿Qué tan difícil puede ser?

Fantasma.

Graham:

Desde que te vi por primera vez bajar de ese auto algo sentí dentro de mi que simplemente hasta el día de hoy no lo puedo entender ni mucho menos explicar.

Le pedí a mamá que te entregara esto (espero que así haya sido) porque no tengo tiempo para despedirme. Sí, me voy pero no porque no quiera estar a tu lado... Mi padre lo supo todo.

Lloro mientras escribo esto porque el no volverte a ver duele más que las bofetadas que recibí de él.

¿Recuerdas esa vez en el Burguer King donde me contaste que alguien gimió tu nombre y tu querías saber quien había sido para sentirte amado por esa persona?

Creo que la respuesta es obvia...

Damon.

Graham cerró la carta con suavidad dejándola sobre el comedor con un leve suspiro mientras tomaba de su café.

— Cariño, ya han pasado tres años desde que él se marchó, ¿por qué la sigues leyendo? Te estas atormentando— le preguntaba su mamá quien lo veía con los brazos cruzados desde la puerta de la cocina.

El castaño no respondió y simplemente se levantó tomando la carta y dirigiéndose a su cuarto para encerrarse a tocar guitarra.

Al sentarse en su cama observó por la ventana a unos niños que cantaban felices alguna ronda infantil y se sintió patético.

Estiró su brazo hasta su mesa de noche donde tenia un cuaderno café con frases que anotaba cuando se le venían a su mente. Esta vez trataba de componer su primera canción y tuvo una pequeña inspiración.

En aquellas hojas amarillas buscó un espació y antes de escribir tomó un poco más de su café. Era el tercero en el día.

I can't share the joy they're sharing
Can't share the wine that they drink
I just stay by the window just watching
From my room

Y luego tomó su guitarra intentando buscarle una melodía tan melancólica como el sentimiento que se quedó anidado desde que no volvió a saber nada de Damon.