Arcoiris lluvioso.

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Mayo había llegado con su suave primavera para hacer renacer la naturaleza muerta que el invierno había dejado a su paso.

Nada había cambiado entre Graham y Damon.

Él aun con su indiferencia mientras el otro guardando esperanzas de que todo volviera a ser como antes aunque hubiera una vida más de por medio.

— No, no, no. Estas loco si crees que la vamos a llamar así.

El rubio sonrió con timidez y tacho otro de los miles de nombres que había escrito en una hoja.

— Soy bueno pintando, no escogiendo nombres— se disculpó mientras Lisa comía una donna de chocolate acariciando su barriga.

— Hey, este no esta mal— señaló la chica un nombre que no había leído antes.

Damon acomodó la hoja y se extrañó un poco de eso pues no recordaba haber escrito aquel nombre allí.

— ¿Amélie? Espera, yo nunca lo escribí.

— Pero esta con tu letra— razonó entre risas.

— Ya lo sé pero juro que no recuerdo haberlo escrito— hablaba con sinceridad.

Ella tomó el bolígrafo y encerró el nombre dibujándole un corazón al lado.

— Bueno, a mi me gusta.

El rubio se quedó analizando y miró la panza de Lisa para posar su mano también.

— ¿Qué tal Andromeda?— sugirió.

— ¿¡Qué!?— estalló en carcajadas— Es un nombre muy futurista y ni hemos cambiado de siglo.

— Me gustan las cosas atemporales— confesó mirándola a los ojos mientras ella se limpiaba sus labios.

— No lo sé Damon, tú sabes, ella podría crecer y decir "¿Por qué diablos mi papá me puso un nombre tan de científico de la NASA?" y quizá se lo cambie.

Ambos rieron ante esa curiosa situación.

— No seré un científico pero no es necesario para que quiera que se llame así.

Lisa lo meditó por unos segundos.

— Esta bien lunático, pero conste que te advertí que...— una expresión de dolor se formó en su rostro logrando que soltara un fuerte quejido.

— ¡Lisa! ¿Estas bien?— preguntó preocupado viendo lo pálida que se había puesto de un momento a otro.

Ella negó con su cabeza mientras apretaba sus dientes e intentaba respirar rápidamente.

Damon se levantó sobresaltado entendiendo que el momento había llegado.

Su creación más preciada vería la luz ese día.

— ¡Damon no te quedes ahí y llama una maldita ambulancia!— le pedía a gritos viendo como el rubio reaccionaba y corría al teléfono mientras todo su cuerpo se retorcía por el dolor de las contracciones.

Después de llamar a emergencia se quedó frente al teléfono temblando y decidió marcar una vez más a Jessica. La necesitaba más que nunca.

— ¡Claro que ya vamos para allá con Jamie! Tú solo encargate de no hacer ninguna estupidez, ¿bien?— y colgó avisándole al pelirrojo para que salieran con Christy a tomar el primer tren a Glasgow.

Damon se asomó a la ventana y vio como la ambulancia se estacionaba frente al edificio.

Aun tembloroso se acercó a Lisa para recordarle las técnicas de respiración que había tomado en los cursos de pre-parto.

¿Qué tan difícil puede ser? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora