Azul y café.

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Aceleró su paso como si el tiempo le cobrara cada segundo que respiraba. Sus manos temblaban y sus palpitaciones aumentaban con cada centímetro menos para estar junto a él.

Se detuvo leyendo el letrero de colores que decía "Tienda Hippie" y decidido entrar.

Habían estantes con cosas extrañas para la suerte y un penetrante olor a sahumerio de canela. Las paredes eran rojas dándole al ambiente una calidez sobrecogedora.

No habían más de ocho personas contando con él pero no se fijo en eso. Su persona favorita estaba allí.

Pasando por los atrapasueños que colgaban en caída libre desde el techo se acercó a una cortina naranja. Al tenerlo tan cerca pasó saliva ya que no sabia que decir.

"¿Y si no me reconoce?", se preguntó volteando su rostro a un pequeño espejo que estaba frente a él.

Solo había cambiado sus lentes por unos negros pero de resto todo estaba intacto en él. Incluso su amor por él.

Volvió a mirarlo para notar que sus ojos se encontraron en medio de plumas de colores.

Damon las retiró con cuidado para quedar cara a cara a Graham mientras lo detallaba con brillo en sus ojos.

— ¿Eres... Eres tú... Grem?— eran las primeras palabras que escuchaba de sus labios después de esos tres largos años.

El castaño no respondía. Su respiración se había detenido y algunas lágrimas empezaban a asomarse en sus ojos café.

— Te reconocí cuando vi tu sonrisa a lo lejos— habló finalmente nervioso— Sabia que eras tú. Solo tú puedes tener esa maravillosa sonrisa.

El rubio se sonrojó y rompiendo las ganas de abrazarlo lo atrajo hacia sí con fuerza mientras cerraba los ojos en su hombro. El castaño pasó sus brazos por su cintura y lo apretó haciendo que en ese momento fueran uno solo.

No saben cuantos minutos pasaron pero al separarse ambas miradas estaban humedecidas entre pequeñas risas que guardaban emoción.

Damon tomó las manos de Graham y las miró como si fueran un tesoro.

— No sé qué decir— levantaba su mirada a su pálido chico— sigues igual de hermoso a cuando te vi por última vez, tu-tu mirada es la misma— tartamudeaba entre risas— No has cambiado nada Grem.

— Tú en cambio te ves más mayor— rieron juntos apretando sus manos— ¡Pero maldición! Sigues tan atractivo como siempre en cambio yo...

— En cambio tu sigues haciéndome sentir lo que es amar de verdad— lo interrumpió acercando su nariz a la de él— Graham, no sabes lo horrible que han sido estos años sin ti— susurró quebrado encima de sus labios con los ojos cerrados— Eres la primera persona a quien he temido perder.

— Oh Dames— soltó sus manos para posarlas sobre sus mejillas— No hay día en que no me sintiera miserable sin tenerte a mi lado. Solo contigo puedo ser quien soy en verdad.

El rubio abrió sus ojos y sin importar si había gente mirándolos o no le dio un ligero suave beso en sus fríos labios.

— Sé que solo te besé una vez y que las fiestas que vivimos fueron pocas pero creeme que nunca nadie había conquistado mi corazón como tú y sé que estás en todo el derecho en dudar ya que yo era un picaflor pero tú Grem... Tú me hiciste ver y sentir lo que es amar y ser amado de verdad.

— ¿Estás con alguien ahora?— preguntó temoroso y el rubio tomó su mano para salir de la tienda no sin antes ponerse el largo collar de plumas amarillas que había comprado.

— Salí con algunas chicas en mi plan de intentar olvidarte pero no porque así lo quisiera... Fue porque ya en los últimos meses de este año perdí cualquier esperanza de verte— confesó con una increíble tristeza en sus palabras.

Graham tomó del collar de plumas haciendo una divertida sonrisa atrayendo los labios de él a los suyos y besarlos con pasión.

— No hay nada que perdonar si eso es lo que quieres escuchar.

Se tomaron de las manos y cuando iban al escenario notaron la gran cantidad de multitudes de gente que había.

— ¿Donde encontraré a Jamie entre todas esas personas?— preguntó preocupado.

— ¿Viniste con él?— preguntó sorprendido.

Graham asintió y le contó lo que había pasado esa tarde.

— Yo también estaba en primera fila— soltó una carcajada— ¿Como no te vi?

— Quizás no era el momento— respondió levantando su cuello para intentar ver algún camino donde pudieran integrarse— ¡Mierda esta muy lleno!— soltó realmente preocupado.

Damon tiró de su mano sonriendo haciendo que ambos corrieran lejos de allí.

— ¿Dames qué haces?— preguntó fatigado sin recibir respuesta alguna.

Corrieron y corrieron hasta llegar a una colina desde donde se veía el escenario y el mar de gente que lo ocupaba

El rubio sonreía emocionado y quitándose su collar para ponérselo al castaño lo beso como nunca antes.

— ¡Esta será la mejor noche de nuestras vidas!— gritó a la nada mientras a lo lejos se escuchaba como Modern Love abría el show.

Se tomaron una vez de las manos comenzando a bailar y cantar al ritmo de la alegre canción.

Sus sonrisas alumbraban la noche como si fueran las únicas estrellas del lugar.

— Esto es mejor que estar en primera fila— soltó Graham en éxtasis hipnotizado con los ojos azules del rubio.

Bailaron hasta caer al pasto mientras en medio de sus risas quedaron dormidos abrazados con el collar de plumas enredándolos.

No hacia tanto frío como otras mañanas y los trenes no sonaban tan fuerte.

Graham decidió acompañar a Damon a la estación aunque le pesaba el corazón y sabia que le dolería cuando el rubio desapareciera de nuevo en su vida.

Pensando eso apoyó su cabeza en su hombro sintiendo como aquellos ojos azules se posaban sobre él.

— Grem, ¿por qué no vienes a vivir conmigo? La otra semana empezaré a  vivir solo en un apartamento del centro— le ofreció con naturalidad.

El castaño lo miró extrañado.

— ¿Qué hay de tu tía?

— Ya lo hablamos y ella esta de acuerdo. Dijo que me visitaría cada fin de semana para ver que comiera bien— ambos rieron— ¡Ademas ya casi tengo veinticuatro!

— ¡Vaya qué anciano!— bromeó.

Damon le dio un beso en la mejilla.

— ¿Entonces iras a vivirte con este viejo?— preguntó causando risas en él.

Graham acarició los suaves mechones rubios y lo miro nostálgico.

— Me encantaría Dames pero mi mamá...— se detuvo aclarando su voz— Simplemente no puedo dejarla. No ahora.

Su semblante se oscureció pero ese azul que no lo había dejado de ver ni por un segundo asintió entendiendo su posición.

— Toma— le entregó un papel con una dirección— Cuando decidas aceptar yo estaré esperando por ti. Solo espero que no sea en tres años más.

Y dicho eso camino hacia el tren que ya estaba a punto de partir.

Graham corrió una ultima vez hacia Damon para abrazarlo una vez más y dejar un suave beso en sus rosados labios.

Al separarse el castaño puso en sus manos aquel collar de plumas.

— Casi lo dejas.

— Quedatelo Grem— dijo devolviéndoselo a sus blancas manos— Traelo de vuelta cuando vengas a vivir conmigo.

Sin decir más le dedicó una de sus tantas sonrisas abordando el tren que ya los separa por segunda vez.

¿Qué tan difícil puede ser? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora