La pregunta.

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— ¿Qué es la impotencia? Creo que podría describirla como un muro construido por el dolor de alguien quien amas que te impide pasar hacia esa persona porque es esta misma la que decide alejarse de todo después de haber sentido como su mundo se cae a pedazos y como la soledad junto con la locura son la mejor opción para sí mismo.
Es preocuparte y pensar que esa persona no se haga daño.
Pensar que cuando te dice "por favor alejate, no quiero hacerte daño" te hace questionarte "¿Qué hice mal?" y luego caer en cuenta que al esa persona pedirte que no estés mas cerca sin tu mismo tener culpa de su dolor es peor el sentimiento dañandote más de lo que estás y te replanteas "¿No lo cuide lo suficiente para que no terminara en esto?" pero finalmente concluyes que tú no tienes el poder de manejar el destino ni sus horribles y egoístas decisiones así que, sin más que hacer, decides obedecer y te alejas aunque en realidad es esa persona la que se aleja... la que se aleja de la peor e intangible manera posible.

Una señora que estaba a su lado lo miraba con tristeza en sus ojos mientras en su pálido rostro no había mas que una frágil frialdad marcada con sus ojos hinchados de tanto llorar.

— Damon— aclaró su voz intentado no quebrarse de nuevo— Damon fue... fue la persona que me mostró e hizo la calle divertida para mí aunque fuera la más gris y conservadora del barrio— dijo recordando la primera vez en la que salió de fiesta con él— Yo no era nadie para nadie hasta que lo conocí a él. Él me demostró lo valioso que se puede ser para alguien aun cuando estas tan roto y sin vida como lo estuve por unos años y como... y como lo estoy ahora de nuevo por su partida.

La señora se alejó dejándolo completamente solo pero él no lo notó.

— Ya no sé que hacer— rompió en llanto— Si tan solo hubiera tenido las palabras correctas que te hubieran ayudado o aliviado de este gran dolor y duelo por nuestra hija no tendría que ahora estar pensando en que te tendré que recordar solo a través de fotos o de las plumas amarillas— dejó una de estas sobre el pasto dejándose a su vez caer en sus rodillas suavemente— ¿Por qué Dames? ¿Por qué tuviste que elegir la muerte por sobre mi amor? ¿Por qué eso fue más fuerte que todo lo que habíamos construido? Tú... tú no te das una idea de lo que fue ver tu cuerpo sin vida en la sala, nuestra sala, con esas malditas pastillas en tu mano— cerró sus ojos con fuerza y susurró a la nada— Ver que mi segunda luz se apagó también... ¿No te das cuenta que ya no tengo nadie a quien amar? ¿A quien cuidar? Ya no tengo sentido sin ti.

Lentamente se levantó y observando rápidamente el cielo notó que muy pronto llovería y lo mejor seria salir ahí.

— Adiós Damon— miró la otra lapida y dio un pequeño paso a esta— Adiós Andromeda... Yo no los podré seguir aún en ese viaje.

Ya listo para irse sintió de nuevo como alguien colocaba una mano sobre su hombro y sonrió amargo recordando la vez en que supo que Damon lo estaba salvando.

— ¿Listo?— escuchó detrás suyo y Graham asintió sin mucho ánimo.

— ¿Ya recogieron la maleta?

El enfermero le señaló el baúl del taxi que los esperaba y ambos a paso lento se fueron alejando del cementerio para llegar a la calle.

Antes de subir al auto Graham se replanteó todo lo que había decidido después del suicidio de Damon y se quedó pensando en ello por unos minutos.

— Señor Coxon, el geriátrico cierra sus puertas en media hora.

Sin muchos ánimos quitó su vista a la nada para subir finalmente al taxi.

Su mirada seguía perdida entre las calles y sus pensamientos sin sentido que ahora rodeaban su mente.

Era como si alguien lo hubiera desconectado del mundo.

— Señor Coxon, ¿Puedo preguntarle algo?

Él volteó su rostro y miró fijamente al enfermero dándole entender que siguiera con su duda.

— ¿Por qué si hasta ahora cumplió cincuenta y uno quiere ir a un geriátrico? Quiero decir, sé lo de sus perdidas y en verdad lo siento pero sé que con el tiempo podría salir de este duelo.

Graham aun observándolo fríamente entrelazó sus manos y suspiró como cansado de la vida.

— Cuando tenia nueve años acompañé a mamá a un entierro y pude darme cuenta que ese cementerio quedaba al lado de un geriátrico. Siempre me llamó la atención y nunca entendí el porque hasta hoy.

El enfermero fruncio su ceño y él continuó.

— Yo ya no tengo ningún camino que andar más que la ruta que solo ese geriátrico me puede brindar ahora.

— ¿Ruta?

— El cementerio junto a aquel geriátrico es ahora mi nuevo mapa— volvió su mirada a la ventana notando la lluvia a su paso— Creo que no tengo mas que explicar.

— Espere, ¿su idea es salir del geriátrico... al cementerio? ¿Eso es todo?— preguntó sorprendido viendo que ya habían llegado a su destino.

Ambos salieron del auto y sin pasar la calle aun Graham levantó su maleta soltando un gran suspiro al cielo gris y sus delgadas gotas de lluvia que caían sobre sí.

— Veo que sabe entender mapas pero igual no pretendo que nadie entienda mis razones— lo miró a través de sus ya húmedos lentes— Además, digame una cosa... ¿Qué tan difícil puede ser?

¿Qué tan difícil puede ser? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora