XIX

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N/A: OH GOD, MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS FAVORITOS Y LOS COMENTARIOS LINDOS ASHNCNJSNALC ;;; <3


XIX

El sol se encontraba en lo más alto, iluminando con sus rayos la copa de los árboles y los capullos que se asomaban tímidamente para florecer y mostrar sus hermosos pétalos. De entre la inmensa variedad de colores y olores que presentaban las flores del parque, a Martín le llamó la atención una en particular. La flor era bastante pequeña pero era de un bellísimo color azul blanquecino con su centro amarillo y negro. El niño se agachó para inhalar su dulce aroma y suspiró de gusto, sonriendo complacido.

Extendió su mano para arrancar la flor pero un chillido lo hizo dar un brinco en su lugar antes de poder completar la acción. Martín se giró y frunció el ceño a forma de capricho al ver de quién se trataba.

—¡Me asustaste!

—No la arranques, la vas a matar —murmuró Manuel, acercándose a él y agachándose para apreciar la flor—. Creo que es la primera que ha florecido de su especie ¿no?

—Parece... ¿Sabes qué especie es?

—Mis libros son de asesinatos, no de jardinería.

—¡Qué gracioso! —dijo con sarcasmo, dándole un suave empujón. Escuchó la sonora risa de Manuel y regresó su vista hacia la bonita flor que parecía estar escabullida entre las hojas del arbusto—. Realmente me gusta...

—Podemos preguntarle a la maestra y después comprar semillas —propuso mientras se levantaba de su lugar y comenzaba a caminar hacia el gran roble.

Martín permaneció un rato más de cuclillas, admirando en silencio los deslumbrantes colores de la flor y lo preciosa que era a pesar de ocupar un minúsculo espacio en el arbusto. Las demás flores resaltaban bastante con sus colores chillones, su enorme tamaño y sus pétalos largos; y casi parecían tapar la belleza peculiar y poco común de aquella única flor. Martín pensó que era como si la flor se estuviese escondiendo del resto apropósito, para protegerse.

Con cuidado, acomodó más hojas a su alrededor para ayudarla a ocultarse y se levantó de su lugar para seguir a Manuel, quien lo esperaba sentando bajo la sombra del enorme árbol.

—Traje un libro —le dijo Manuel a penas Martín se acomodó a su lado.

—Pero todavía no terminamos el mío.

—¿No te acordaí' lo que te dije ayer? No voy a seguir leyéndote ese libro si te incita a hacer esas cosas.

—¡Pero quedamos en que nos diríamos todo antes de actuar!

—Podí' terminar el libro por tu cuenta, ya no le quedan tantos capítulos.

—Pero yo quería que vos me leyeras —se encaprichó.

Manuel soltó un largo suspiro y decidió ignorar el puchero de su amigo. Con calma extendió sus manos para tomar su mochila, sacó de allí un libro pequeño y no muy grueso. Las tapas de este estaban algo desgastadas y el dibujo de la portada beige, aunque algo descolorido, mostraba una rosa de un intenso y brillante color rojo junto a unos lentes de grueso marco negro. Debajo del dibujo, en letras negras, estaba el nombre del escritor y del editor y, más arriba, en una elegante letra cursiva color dorada, yacía el título.

—Lo encontré en la mesita de noche de mamá —comenzó a hablar, llamando la atención de su acompañante. Martín, curioso, rápidamente se acercó para ver—. Parece que es muy preciado para ella porque lo tenía muy bien escondido. Trata de no escribirlo cuando tengas alguna duda ¿sí? Te dejo usar mi libreta en su lugar.

—"Desperdicio" —leyó despacio las letras doradas del libro, algo confundido por tal título.

—Sí, a mí también me llamó la atención.

Martín le hizo señas desesperadas con las manos para que abriera el libro y comenzara a leer. Manuel soltó una risita, divertido. Ya de antemano sabía muy bien que tanto el título y la vejez del libro despertarían la curiosidad de Martín, pero decidió no decir nada al respecto y abrir el libro con calma, rozando las hojas amarillentas con la yema de sus dedos.

—Prólogo —comenzó a leer, su voz cambiando rotundamente a una aterciopelada y dulce. Martín se acercó a él para poder leer a la vez que escuchaba—. Era una mañana fría de noviembre, la nieve cubría por completo los ventanales de la cocina y las llamas rojizas del fuego que rugían desde la chimenea no eran suficientes para aliviar el temblor de mis heladas manos. Y aunque el sol de pronto se hubiese decidido por asomar sus rayos y con su esplendor derretir toda la nieve y entibiar mi cuerpo, de todas maneras sabía que sería un mal día...

El libro narraba la historia de una mujer en sus cuarenta, quien había renunciado a su puesto en la estación de policía para convertirse en detective independiente. Fracasó rápidamente en tal oficio y cuando los alimentos se volvieron más escasos y los impuestos más elevados, se vio obligada a regresar a su antiguo empleo donde la asignaron a un puesto más bajo que el que solía tener antes, colocándola como asistente del detective a cargo de los casos más sanguinarios. Su vida parecía ser bastante aburrida, la protagonista contaba su notable falta de interés en levantarse cada mañana para ir hasta la estación de policía y ser recibida con miradas de pena y burla. Todo pareció dar un repentino giro cuando el principal sospechoso de asesinatos políticos y las más horribles y desagradables muertes fue traído a la comisaría para ser interrogado y encarcelado hasta descubrir más pistas en su contra. El hombre negaba estar relacionado con tal crimen y acusaba de haber sido incriminado para encubrir al verdadero asesino quien, según él, seguía libre. La policía rápidamente lo tachó de loco e ignoró todas sus suplicas por ser escuchado y sus gritos para llamar la atención. Y a pesar de ser ignorado, él seguía hablando. Todos en el cuartel de policía se reían de sus descabelladas palabras y sus argumentos sobre una supuesta conspiración. Todos menos la protagonista. Ella no estaba segura pero había algo en sus palabras firmes y en sus ojos llenos de furia, algo en los moretones y quemaduras que cubrían el cuerpo del joven que le hicieron creerle. Y no sólo eso, sino que también ayudarlo a escapar y huir de la policía.

Manuel y Martín no tardaron en ser atrapados por las páginas maltratadas de aquel libro. El rubio estaba completamente pegado a su amigo, ambos chocando sus hombros y sin despegar la vista del libro a pesar de que ya les dolía el cuello. Manuel a veces hacía pausas para releer en silencio el párrafo que acababa de leer, pausas en las que Martín se desesperaba y le jalaba del guardapolvo para que continuara.

Si no hubiese sido por la furiosa maestra que se acercó a ordenarles que fuesen a sus aulas, ninguno de los dos se hubiese enterado que el recreo había ya finalizado.

N/A: Lo de la flor fue una especie de metáfora sobre Manu yyyy ese libro tendrá importancia para los nenes en un futuro <3

¡Espero les haya gustado, muchas gracias por leer! <3<3<3 

pd: a ver quién adivina de qué especie es la flor gg

Leéme (ArgChi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora