Capítulo 9: Visita inesperada.

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** Dave**

Tras las palabras de la psicóloga termine por invitar al cine a Lena, y para mi sorpresa termino siendo una velada de lo más entretenida, aunque rodé escaleras abajo en el cine y recibí un fuerte pisotón por parte de la reina de hielo. A pesar de mis quejas iniciales, ya me había acostumbrado por completo a los golpes de Lena, solo tenía que esperar a que no me llevaran al hospital.

Él domingo después de la cita, salí junto a Robín y Oliver al bowling. Con mis amigos habíamos decidido huir de nuestras casas y pasar un rato sin preocuparnos por nuestros problemas.

—¿Qué tal te fue en la cita con Lena?—pregunto Oliver terminando de anotar los puntos que Robín había tenido en su último lanzamiento.—Ayer cuando llegaste se me olvido preguntarte. 

—Vimos una película animada, me empujo por las escaleras y luego recibí un fuerte pisotón... nada grave. —dije dándole muy poca importancia a mis accidentes provocados por la chica. 

—Si no sales quebrado de una cita con Lena es de pura suerte.—dijo Robín tomando asiento. Para luego indicarme que era mi turno de lanzar. 

 —Tengo que estar de acuerdo con Robín, soy amigo de Lena hace tiempo, sé que no lo hace con mala intención pero realmente un día de estos un ojo morado o un par de moretones serán lo de menos.

Cogí la bola que había utilizado en los últimos tres turnos y lancé haciendo una chusa. Me gire hacia los chicos antes de coger la bola por segunda vez.

—Aunque suene extraño, creo que ya me estoy acostumbrando a los golpes propinados por Lena. —Cuando llego la bola, la cogí y me encamine a lanzarla, botando ocho pinos. 

—Un momento... amigo, así como vas te estas volviendo todo un masoquista. Nadie puede acostumbrarse a los golpes. —señalo Oliver anotando mis puntos. 

—Dave no es sano que te acostumbres a los golpes.—señalo Robín colocándose de pie. 

—Lo sé, pero creo que es inevitable... Sé que Lena no lo hace con intención.

—Solo tengo dos opciones a eso, o te gusta Lena o realmente eres un masoquista. No sé cuál de las dos opciones me suena más posible.—señalo Oliver. —Creo que necesito más datos antes de dar mi pronóstico. 

—Apuesto por la primera opción... porque me parece más saludable.—señalo Robín. 

—Opino igual... no me gustaría compartir cuarto con un masoquista.— apunto Oliver. —Además creo que se verían bien como pareja.

Moví mi cabeza negativamente, claramente no dejarían de hablar de mí. Así que les dije que iría a comprar bocadillos y los deje a los dos solos vaticinando sobre mi futuro. Mientras me encontraba en la fila para pedir pizza, mi teléfono comenzó a sonar, lo saque de mi bolsillo, revise la pantalla encontrándome con un número desconocido.

—¿Alo?—conteste, se escuchaba un fuerte ruido ambiental, como de trenes. 

Hijo, ¿eres tú?—la voz de mi madre resonó en mi oído. 

—¿Cómo conseguiste mi número? 

Tu tío me lo dio... ¿cómo has estado? 

—Bien... lo siento pero estoy ocupado... 

Dave... no...Espera.

Colgué, justo al mismo tiempo en que llegaba hasta la caja. Un par de minutos después llegué con las bandeja de comida donde los chicos, quienes por suerte, ya no se encontraban hablando de mí.

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