Palomitas

5

—Buenas noches, quisiera un... ¡No puede ser!.

—¡Vaya!, es la primera vez que te veo por esta sección.

—¿Qué haces tú trabajando en el área de cafés?.

—Oh, pues, estoy reemplazando a una empleada que no vino el día de hoy, pero no me quejo, me gusta el olor a café recién hecho.

—Comprendo...

—¿Y qué vas a ordenar?.

—Un café...

—¿Capuchino, americano, express o con leche?.

—Con leche.

—¿Deslactosada, entera o light?.

—¿Entera...?

—¿Un café grande o mediano?.

—Mediano.

—¿Gustas un pan para acompañar tu café?.

—No...

—¿Pastel?.

—Tampoco, sólo dame el café con leche.

—Claro, ¿quieres que le ponga crema?.

—¡No!.

—¡Oh!, ¿no te gustaría probar el nuevo Frapucchino?.

—¡No, solo quiero el café con leche! ¿es tan difícil comprenderlo?.

—...

—...

—¿Grande o mediano?.

—¡Mediano!.

—Entiendo, no es necesario que grites.

—Eres tan desesperante...

—¿Qué?.

—Dije que es un bonito restaurante.

—Claro..., aquí tienes tu café, disfruta tu función.

—Gracias, Alan.

Olivia sonrió de una forma forzada al rubio, quién solo frunció el ceño con confusión, y no solo por el hecho de que por primera vez ella le había sonreído, aunque hubiera sido una sonrisa falsa, sino también porque lo había llamado por su nombre, ¿cómo es que ella lo sabía?.

"Quizá sea porque tu nombre está en el gafete que tienes abrochado en tu camisa, tarado" se dijo a sí mismo.

Sí, quizá lo sabía por eso...