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—Gabriela, ¿podrías cuidar a Rodrigo y Paola mientras voy por las entradas?—le pidió Olivia a su mejor amiga, quién asintió levemente sin despegar la vista de su celular en el cual tecleaba a toda prisa.—Te lo agradezco—dijo antes de dirigirse a la barra.

—Chica palomitas—la recibió Alan con una sonrisa.

—Hola Alan, ¿puedes darme cuatro entradas para Cars 3, sin hacerme ninguna oferta ni nada de eso que siempre haces para sacarme de quicio?.

—Vaya, alguien tiene prisa el día de hoy—mencionó el chico para luego dirigir su vista a la pantalla de la computadora.

—Tú también la tendrías si vinieras con dos niños pequeños que no puedes dejar solos ni un momento debido a que son muy inquietos—le dijo ella, Alan sólo sonrió.

—Supongo que tienes razón,—se encogió de hombros.—¿Sabes?, eso me recuerda la vez que tuvimos que buscar a un niño por todo el cine porque su mamá se había quedado dormida durante una película, que por cierto era infantil; ¿sabes dónde encontramos al niño?—Olivia negó.—Estaba en el departamento de dulces, creo que te imaginarás qué fue lo que pasó.

—Se comió los dulces—Alan asintió al tiempo que soltaba una carcajada, recordarlo le hacía mucha gracia.

—¡Casi se acaba la dulceria!, bueno, tal vez exagero, pero eso sí, terminó al menos con la mitad de las gomitas de panditas.

—Debió llevarse un gran regaño por parte de su madre.

—Sí, y fue algo...—pero Alan se detuvo en cuanto vio una escena bastante extraña que se desarrollaba no muy lejos de donde estaban.—Oye, por casualidad, ¿vienes con un niño pequeño, una niña de coletas y una chica de camisa azul?.

—Sí, ¿por qué?.

—Porque la chica de la camisa azul está tratando de alcanzar al niño que se lleva las palomitas, mientras que la niña de coletas llora en el suelo.

—¡No puede ser!, ¡Rodrigo, te dije que las palomitas eran para los dos!—gritó Olivia a la vez que corría para alcanzar al pequeño.

Alan solo sonrió mientras negaba divertido, soltó un suspiro y salió de su puesto para ir hacia la dulceria, tomó unas barras de chocolate y se dirigió hacia la niña de coletas para entregarle una de las barras, y una vez que ella dejó de llorar, Alan buscó al niño con la mirada y le gritó:

—Hey, Rodrigo, ¿quieres ganarte este delicioso chocolate como el que ella tiene? Entonces deberás comportarte—el pequeño dejó de correr y fue hasta Alan para quitarle el dulce.

—Vaya, eres bueno con los niños—le dijo Gabriela con la voz entrecortada y la respiración agitada.

—Soborno, todo está en el soborno—se encogió de hombros.

—Pues, gracias—mencionó Olivia, Alan asintió.—Te debo una, Alan.

—Espera, ¿lo conoces?—le cuestionó Gabriela mientras lo señalaba.

—Sí, y tú también, es el chico que entró una vez al cine y gritó lo que pasaba al final de la película.

—Ah, el chico spoilers.

—Veo que no soy el único que pone apodos a la gente cuando se basa en la primera impresión que le da esa persona, ¿o no? Chica palomitas—mencionó él con una sonrisa y una ceja levantada hacia Olivia.

—¿Le dices chica palomitas a O...?—pero antes de que Gabriela pudiera decir su nombre, Olivia colocó una mano en su boca.

—Bueno, Alan, de verdad agradezco lo que hiciste pero, nuestra función está por comenzar, así que, nos vemos—dijo para luego tomar a su mejor amiga del brazo y llevarsela junto con los dos pequeños que ahora iban más tranquilos disfrutando de sus palomitas y chocolates.

Alan la vio alejarse y una sonrisa se formó en sus labios, ahora sabía que el nombre de la chica palomitas comenzaba con una O.

PalomitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora