Palomitas

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—¡Chica palomitas!.

—Hola Alan...

—Wow, tranquiliza tu entusiasmo que me mata.

—Hoy no Alan, no estoy de humor.

—¿Y se puede saber a qué se debe?.

—Quizá sea porque no gané uno de esos pases dobles para la premiere.

—Oh, vaya...

—De verdad quería conocer a Eddie.

—Oye tranquila, ya habrá más oportunidades, y si te hace sentir mejor, le pediré un autógrafo para ti.

—No lo hace del todo pero gracias.

—Vamos, sonríe, esa cara de amargada no te va.

—Realmente no tengo ganas de...

—¿Quieres ver algo genial?.

—No.

—Aunque digas que no te lo mostraré de todos modos.

—Alan...

El rubio colocó una mano en la boca de la chica para hacerla callar y luego se escondió debajo de la barra para buscar lo que necesitaría, cuando lo encontró se lo colocó en la cabeza y volvió con Olivia, quien al ver lo que Alan llevaba puesto comenzó a reir.

—¿Por qué llevas una bolsa de palomitas con una cara dibujada en tu cabeza?.

—Es mi máscara, ¿no es genial?.

—¿Y quién se supone que eres?.

—Soy el superhéroe de este cine, el encargado de hacer que tus palomitas sean de alta calidad, el vigilante de las salas que cuida que disfrutes de la función, soy quien protege y resguarda la barra de alimentos, soy... ¡El vengador palomero!.

—¿El qué?.

—También hice una para ti, fiel ayudante. ¡Tú eres la increible y valiente Chica palomitas!.

—Alan, no creo que sea...

—¡Vamos chica palomitas!, ponte tu máscara para que juntos podamos combatir al mal.

—¿Al mal?.

—Sí, debemos pelear con nuestros peores enemigos, los chicos de los Nachos.

—Pero...

—¡Al ataque!.

—¡Alan, no, vuelve aquí!, debes atender.

—...

—¡Deja de arrojarle palomitas a tus compañeros!. ¡Dios, Alan!.