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—Por la sudadera que traes, me atrevo a decir que estás metiendo comida de contrabando.

¿Cómo lo sabes?.

—Oh, vamos, chica palomitas, todos hacemos el viejo truco de la enorme sudadera para ocultar algo.

¿Me confiscaras mi comida?.

—No, pero solo por esta vez.

¿Soy yo o últimamente estás siendo muy amable?, ¿qué pasó con el chico molesto y bromista?.

—Sí, bueno, me he dado cuenta de que necesito madurar y ser un chico serio, no puedo pasarme la vida molestando a la gente y...

¿Se te acabaron las ideas?.

—Sí... pero, pronto habrá ofertas nuevas por el mes de Noviembre y podré sacar de quicio a muchas personas, incluyéndote.

Vaya, me muero por ver las nuevas formas que encontraras para molestarme.

—Lo sé, yo igual.

¿Sabes Alan?, no eres tan molesto como creía.

—¡Lo sabía, te agrado!, estaba seguro de que tarde o temprano lo ibas a admitir.

Retiro lo dicho...

—No, lo siento, pero lo hecho, hecho está, ya no puedes retractarte.

No debí decirlo.

—Arrepiéntete todo lo que quieras, eso no me hará olvidar lo que dijiste, chica palomitas.

PalomitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora