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—¿Olivia?.

La castaña sacudió rápidamente la cabeza para deshacerse de sus pensamientos y concentrarse en quien le había hablado, levantó la mirada y se encontró con el rostro serio de su acompañante, Olivia trató de buscar algún indicio en la expresión de la chica que le ayudara a saber de qué hablaba antes de que su mente comenzara a divagar, mas no encontró nada, y no sabía si era debido a que normalmente la pelinegra no mostraba algún sentimiento en su expresión o que ella simplemente aún estaba algo distraida pensando en cierto chico rubio, al cual no había visto desde hace más de dos semanas.

—Lo siento, ¿qué decías?.

—Olivia, sea lo que sea que estés pensado, ¿quieres olvidarlo y concentrarte?, si estamos aquí es para buscar el libro y hacer el trabajo, y la verdad no veo que pongas algo de empeño en la busqueda.

—Perdona, Max, estaba pensando en...

—Olvidalo, no me interesa en qué pensabas, solo me importa encontrar el libro—la interrumpió, Olivia rodó los ojos y continuó la busqueda de aquel encuadernado que ambas necesitaban para hacer el proyecto de Literatura que su profesor les había asignado en parejas, para desgracia de Max.

—¿Lo has encontrado?.

—No, y no presiones, no después de ser tú quien se quedó varios minutos viendo a la nada en vez de buscar el libro.

—Ya te dije que lo sentía, es solo que...—la castaña se mordió el labio mientras debatía en si contarle a Max lo que le pasaba o no, pero se decidió por hacerlo.—hace dos semanas que no sé nada de un amigo y eso me tiene algo preocupada—mencionó y miró a la chica, quien seguía muy concentrada buscando entre los estantes.—¿Crees que deba preguntar por él?.

—Sí, supongo—se encogió de hombros, restándole importancia.—La verdad es que no se me da eso de dar consejos.

—Mike dice que sí—Max rodó los ojos, no podía creer que Olivia le recordara a ese pelinegro fastidioso.

—Sí, ajá.

—¿Entonces, crees que deba buscarlo?.

—Haz lo que creas mejor—mencionó ella mientras tomaba un libro del estante de arriba.—¡Lo encontré!, vayamos a registrarlo para poder irnos de aquí y terminar con esto de una buena vez.

Olivia asintió y acompañó a Max hasta la caja, registraron el libro y salieron de la biblioteca para comenzar a caminar hacia la salida.

—¡Chica palomitas!—Olivia se detuvo en seco al escuchar aquella voz a sus espaldas, dio la vuelta y se encontró con el rostro sonriente de Alan.

—¡Alan!—chilló.—Te ves... diferente—mencionó ella en cuanto estuvieron frente a frente, él sonrió y se miró.

—Sí, bueno, quizá es por el hecho de que no traigo ese uniforme que uso para el trabajo y en cambio traigo estos pantalones y sudadera Vans—dijo él.—Pero descuida, me verás con él de nuevo el Sábado.

—Eso me recuerda, ¿por qué no habías venido a trabajar?.

—Estuve ocupado con unos cuantos proyectos, además de que tuve que ayudar a mi madre a hacer la típica limpieza antes de Navidad—explicó él.—¿Qué?, ¿acaso me extrañaste, Liv?

Liv, ¿desde cuando Alan había decidido que la llamaría así? No lo sabía, pero le gustaba.

—Y la del gran ego era yo—intervino Max, llamando la atención de ambos.

—Supongo que eres amiga de esta chica come palomitas de mantequilla—le dijo a Max mientra señalaba con un gesto de cabeza a Olivia y le extendía una mano para saludarla.

—Y yo supongo que eres el chico que hizo que mi compañera no pudiera concentrarse en toda la tarde—Alan enarcó una ceja y miró a Olivia divertido, la castaña solo sonreía con vergüenza.

—Ay, Max, tú siempre tan bromista—le dijo Olivia a la pelinegra con una sonrisa nerviosa

—Se nota que no temes decir lo que piensas—mencionó Alan.—Me agradas.

—Tú a mí no, pero haré como que sí para no hacerte sentir mal.

—¿Gracias?.

—De nada.

PalomitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora