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Siendo sincera, ya extrañaba verte detrás de la barra.

—Lo sé, anda, admitelo, soy tu empleado favorito.

Tampoco exageres, Alan.

—Algún día lo aceptarás.

No pienso discutir esto de nuevo, mejor dame mis palomitas de mantequilla.

—Oh, con que así va a ser.

¿De qué hablas?.

—No piensas admitir que soy tu empleado favorito, bueno, si no lo haces, no habrá palomitas para ti.

No puedes hacer eso.

—¿Me estás retando?.

Cállate y date prisa, mi función no tarda en comenzar.

—Tardaré lo que tenga que tardar.

¿Podrías dejar de bromear y darme mis palomitas?.

—Ah no, hermana, consíguete las tuyas.

¡Deja de decir frases de películas y atiende!.

—Ah, entiendes las referencias.

¡Alan!.

—¡Que comiences los juegos del hambre!.

¡No, Alan!, ¿Qué haces?, ¡Vuelve aquí!.

—¡Soy divergente y no puedo ser controlado!.

¡Deja de arrojarle palomitas a la gente!, ¡Alan!.

PalomitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora