Calendario sin días

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Y los días siguieron pasando. De nuevo habían cometido el error de olvidar el miedo para continuar sus vidas como lo habían hecho siempre. Así fue como, para mala suerte de ambas, descubrieron el miedo una vez más. Volviendo a cometer los mismos errores. Caminando siempre hacia atrás.
Todo se veía como un día bastante normal, un día más en su calendario sin días. Acababan de desayunar y se encontraban sentadas sobre el puente de piedra, en el mismo en que Allison había curado su ansiedad por la música. Habían dado vueltas un par de veces, y se habían dado cuenta de que seguir haciéndolo no tenía sentido alguno, y así fue como decidieron quedarse ahí, contemplando el cielo, hablando del pasado.

-Allison, ¿Recuerdas el día en que nos conocimos? - Dijo Lana, mientras movía los pies
-Sólo recuerdo algunas partes
-Pues yo recuerdo que llegué a la escuela, era un día más para mi. Estaba aburrida, cansada; dibujando un gato. Y entonces llegaste tu, y le dibujaste bigotes -

Allison la miró con una sonrisa, con la sonrisa más sincera que Lana hubiese visto en toda su vIda.

-Yo solo recuerdo ver a una niña sola, dibujando en una esquina del salón. Y me recuerdo a mi, tratando de llamar su atención. Hasta que, fui a intentar arruinar su dibujo, pero no pude. Lo había hecho demasiado bien, así que solo lo mejoré - Dijo Allison, cerrando los ojos. Lana sonrió -

A veces Allison olvidaba que Lana era muy dulce. A veces Lana olvidaba que Allison era sensible. Era complicado volver a encontrarse con estos hechos, y era aún más complicado darse cuenta con una expresion tan simple como lo es una sonrisa.

-También recuerdo que mi tía Margaret me acompañaba a la escuela - Dijo Allison, acompañado de un suspiro -

El silencio, de nuevo el silencio había hecho su aparición. Pero no era un silencio incómodo, sino, un momento para pensar.

-¿Te conté alguna vez que fui perseguida por un niño? - Dijo Allison, intentando romper el silencio -

Lana la miró, con los labios temblorosos por intentar aguantar la risa.

-¿Qué? - Dijo Lana, entre risas leves

Allison siempre lograba que Lana se riera.  Compartían el mismo humor absurdo. Esto representaba una de las principales razones por las que eran amigas. Así como representaba una de las características de Allison que Lana más admiraba.
La conversación fluyó por si misma, sin prisas. Comenzaron a recordar memorias que daban por incompletas. Esta sensación de tranquilidad había decidido quedarse con ellas por las siguientes horas. Y así fue como rompieron una de las principales reglas para sobrevivir: Siempre mantenerse alerta.
Bajaron del puente y siguieron dando vueltas. No había nada que hacer, y comenzaban a aburrirse. Adaptarse se volvía más tedioso conforme pasaban los días.
Se encontraban entre los arboles, un tanto lejos de la habitación y el auto. Habían pasado un par de lugares que ya conocían, y se encontraban fuera de su zona de confort, en una zona completamente inexplorada. Aunque habían olvidado mantenerse alerta, aún sentían aquella punzada en el pecho y e estómago, como cuando sabes que algo malo se aproxima, como sentir nervios antes de algo importante.
La lluvia se hizo presente una vez más. Ambas se miraron. Los arboles eran demasiado delgados como para protegerlas de la lluvia. Salieron corriendo hasta encontrarse con el autobús. Subieron rápidamente, tropezando un par de veces.
A pesar de su esfuerzo, todo había sido en vano pues, al subir al autobús, ya estaban completamente empapadas. Esperaron a que la lluvia se calmara, para poder salir de nuevo y correr hasta el auto en busca de más ropa y toallas. En aquellas circunstancias no podían tomarse el lujo de enfermarse. No tenían medicinas, ni contacto con las demás personas. 

La lluvia había cesado, habían emprendido su camino hasta el auto. Lamentablemente, una vez más, fueron alcanzadas por la lluvia, cuando se encontraban a dos metros del auto. Estaban demasiado agotadas para correr, así que no les importó caminar los cortos dos metros hasta el auto. En el mismo momento en que llegaron al auto, la lluvia paró en su totalidad. No volvió a aparecerse en todo el día. Eran puntos a su favor.

Se cambiaron de ropa y se quedaron en la habitación. Se encontraban sentadas debajo del umbral de la puerta, observando todo a su alrededor. Enfocándose principalmente en el cielo. Aún no podían decir exactamente que horas eran, por las densas nubes que cubrían su vista.

Ninguna tenía nada que decir. Era una situación a la que, después de tantas veces reviviendo el momento, ya se habían acostumbrado. Allison aún secaba su cabello. Lana tenía la toalla en el cuello, pasando por sus hombros.

El tiempo pasaba inadvertidamente rápido ante sus ojos. O al menos lo fue hasta que se dieron cuenta de que comenzaba a oscurecer. Se pusieron de pie y fueron a buscar comida. Terminaron comiendo sándwiches de mantequilla de maní en el espacio libre frente a las habitaciones. Tumbadas en el suelo, mirando hacia el horizonte; De nuevo sin decir palabra.

Comenzaba a oscurecer. Se dieron prisa en terminar su almuerzo para poder irse, pero hubo algo que las hizo quedarse, una fuerza furibunda que las obligaba a no levantarse. El cielo rápidamente se tornó de un grisáceo oscuro, y el sonido de pasos se hizo presente Se miraron una a la otra, congeladas por el miedo, hasta que finalmente pudieron levantarse. Pero ahora, la curiosidad había entrado en ellas. Y de nuevo, cometieron el mismo error: Correr hasta las duchas y sentarse en el suelo a observar, cubiertas por la sombra del edificio contiguo.

La misma historia se estaba repitiendo: Un grupo de personas, realizando lo que podría ser tachado como un ritual. De nuevo se encontraban frente a esta situación. Sin embargo, esta vez había algo distinto, algo lo suficientemente relevante como para prestarle atención.
Dentro de aquel escenario, podían observarse dos rostros. Cuyas cabezas se encontraban cubiertas por una capucha negra incluida en sus largas túnicas. Ambos rostros eran femeninos. Ambos rostros eran familiares.
La memoria de Lana se abrió como un paraguas, para mostrar el recuerdo de la mujer que la había encontrado, mientras que, los ojos de Allison se abrieron como platos al vislumbrar el rostro de su "Difunta" tía Margaret.
Algo se estremeció dentro de ambas. El miedo, el miedo había vuelto, y esta vez no pensaba irse.

Survive:The DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora