The Nightmare

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Lana esperó a ver que Allison había caído rendida, y subió a la cama que solía pertenecer a Allison, para por fin dedicarse a dormir. Se sentía tan cómoda en esos momentos que incluso olvidó donde estaba. La brisa en el ambiente era lo suficientemente sigilosa como para ser cubierta con dos simples sábanas, y por primera vez después de mucho tiempo, no había ningún ruido en el ambiente, ni siquiera el sonido de un pequeño insecto. Tan solo el sonido de su respiración y ella.

Sin embargo, sus sueños se vieron interrumpidos por el sonido de pasos húmedos y una respiración agitada. Ambas se despertaron simultáneamente, tan solo para darse cuenta de que no podían moverse. Allison lo reconoció de inmediato: Parálisis del sueño. Lamentablemente, Lana jamás había experimentado algo similar y la desesperación fue aún mayor a la que Allison estaba sufriendo.

La puerta se abrió de golpe, y de repente un olor similar al de la gasolina se hizo presente en el ambiente, al igual que la densa niebla que comenzaba a entrar a la habitación. La peor parte de esto era que no podían hacer más que observar, mientras sentían su respiración agitada. Sus cuerpos comenzaron a temblar por el frío que también comenzaba a colarse a través de la puerta.

En la profunda oscuridad, se podía vislumbrar una silueta, que lentamente entraba a la habitación. Una silueta humanoide, que caminaba con pesadez hacia ellas. Allison cerró los ojos con todas sus fuerzas, esperando que todo pasara rápidamente, intentando regular su respiración, que a esas alturas comenzaba a agitarse más de lo normal. La oscuridad era tal que no podían percibir su rostro, pero podían escuchar claramente el sonido de sus pasos: Fuese lo que fuese, aquello provenía de una fuente de agua. De repente, Allison cayó dormida, mientras Lana seguía observando a aquello que la observaba desde la oscuridad.

El olor a gasolina comenzó a causarle náuseas, dando vueltas una y otra vez en sus pulmones. Intentó respirar por la boca, sin embargo, pudo sentir el denso aire raspando su garganta. Los ojos comenzaban a arderle, como si llevase mucho tiempo sin parpadear. Los cerró fuertemente. Se concentró en sus demás sentidos. Escuchó los pasos alejarse. Decidió mantener los ojos cerrados. Escuchaba su respiración, se concentró en el oído. Escuchó crujidos en la madera, eran las escaleras de la litera. Su respiración se volvió más pesada, unas cuantas lágrimas salieron de sus ojos, resbalando por encima de sus pómulos para caer en la almohada. Cerró los ojos con aún más fuerza. Una respiración se añadió a la lista de sonidos percibidos en el ambiente, una respiración pesada y masculina. Sintió el peso de otra persona sobre sus pies, que reposaba sus brazos a ambos lados de sus piernas, dejando sus piernas sin escape. Poco a poco, el peso ascendía, hasta quedar sobre su estómago. Entonces, Lana sintió cierto calor sobre su rostro. Era el calor de la respiración ajena. De nuevo, un par de lágrimas resbalaron por sus pómulos, sobre las marcas de humedad  dejadas por las lágrimas anteriores. Con cierta pesadez, intentó abrir los ojos. Poco a poco, su vista revelaba la imagen que se encontraba frente a sus ojos. Una hilera de filosos dientes fue lo único que podía distinguir en aquella pesada oscuridad. Lana intentó gritar, pero se encontró con la amarga sorpresa de que su boca no emitía sonido alguno, a menos que quisiera tragar saliva. Cerró los ojos de nuevo.

Entonces, como un golpe de suerte, la luz comenzó a entrar a través de la puerta entreabierta. Y la única pista de lo que había pasado era el lejano sonido de pasos desesperados como los de un perro corriendo hacia su dueño al llegar a casa después del trabajo, que pasó rápidamente, . Llevando consigo el olor a gasolina de la habitación. Lana se sintió como si estuviera despertando de un largo sueño. De nuevo podía moverse, y estaba convencida de lo que vio no había sido más que un sueño. Se quedó un momento acostada, con una sonrisa de tranquilidad en su rostro, pensando en la suerte que había tenido de que todo hubiese sido un horrible sueño, una muy realista pesadilla. "Debe ser por el estrés", dijo Lana para sí misma.

Una vez que el sol brillaba en todo su esplendor, Lana decidió levantarse, desprendiéndose de las sábanas en un movimiento salvaje con la mano, doblandolas en el intento. Colocó el pie derecho sobre la pequeña escalera de madera, resbalando y cayendo al suelo sobre su espalda. Se levantó rápidamente, al caer de tan baja altura era casi imposible que se lesionara seriamente, aun cuando el golpe sacudió el suelo, y el estruendo fue suficiente para despertar a Allison, quien ahora se encontraba sosteniendo la parte superior de su cuerpo con sus manos reposando sobre el colchón, mientras observaba a Lana. Lana decidió inspeccionar las escaleras, para así darse cuenta de que los escalones estaban húmedos. Un escalofrío recorrió su médula espinal: Todo había sido real. Tenía mucho en que pensar, y hasta que no estuviera segura de lo que había visto no pensaba decir nada, ni una palabra a Allison.

-Anoche tuve una paralisis del sueño - Dijo Allison, mirando a Lana fijamente -

Lana la miró concentrada. Comenzó a recordar todas las veces que, por la madrugada, Allison le marcaba por teléfono llorando, diciendo que había tenido una parálisis del sueño.

-Creo que yo también - Respondió Lana, indiferente. Observando a un punto fijo sobre la cabeza de Allison -

Survive:The DarknessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora