Al límite de mis dolencias

villano.

Soy la maldición de tu historia,
la pesadilla de tu agonía,
el ser malvado de tus fantasías.

Mi alma envenenada es la que le da ritmo a tu patética vida.
Deberías de agradecer que mínimo te hice sentir algo.

La malvada del cuento, la que en su momento fue el hada que venía a salvarte, así lo creíste, que había llegado para salvaguardarte. Que ilusa, cariño.

Aún siento tu aura limpia inundando mi territorio, pero con el tiempo esto se romperá.
Aún deseas que te busque.
Aunque lo niegues lo sé.
Te arrepientes de conocerme.
Pero muy dentro de ti la envidia te carcome.
Quisieras ser como yo.
No sentir como yo.
Pero no cariño. Siempre serás inútil.

Y como todo ser malvado, tengo mis motivos, tengo una historia.
Un tanto trágica quizás.
O quizás no.

Pero hace mucho tiempo alguien me destruyó.
Sus ojos cafés se volvieron mi amarga adicción.
Sus labios rojos me mataban sin siquiera tocarme.
La chica que iluminaba mi vida, me traicionó. Todo nuestro entorno estaba hecho de engaños y mentiras.
Tan tóxico.
Tan malo.

Pero después todo cambio.
Y sus ojos cafés ya no me encendían.
Mi venganza está pendiente.
Y mi alma está vacía.

¿Ahora lo entiendes?
Jamás comprenderás que no soy una villana.
Sólo que tú no me supiste ganar.
No supiste cómo volverte mi droga, mi necesidad.
No supiste hacerte valer para que yo te notara.
Sólo te quedabas allí. Tan inútil.

Si soy la mala de tu cuento,
dejame disfrutar de este momento.
Pues ya has llorado, dramatizado,
y agonizado.
Mi placer infinito es saber que sufres por mis tormentos.
Heme aquí, siendo feliz mientras tú sigues hundida en tu miseria.

Soy la villana de varias historias de amor inconclusas. Y no hay mejor alago que ese.