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Luego del encuentro, y el saludo extremadamente corto y seco, no dicen ni una sola palabra. 

Extrañamente, hay tres camas. Una individual por un lado y una litera del otro. Eso no solo parece desconcertarlo a él, cuando se gira hacia un lado, Cross también lo hace. Es así que sus miradas se encuentran, pero solo por una fracción de segundos. La sonrisa que Cross utiliza para cubrir el hecho de que aquel contacto visual se le hacía incomodo, le resultaba encantadora. Expresaba su lado tímido ante situaciones insólitas.

—Esto es raro. — Suelta en un suspiro, esperando a que el otro chico comprenda que se refiere a la tercer cama y no a su situación. Por suerte, Cross no es tonto, y evita que el tema de que el cosmos lo traicionó y le hizo una mala jugada al traerle devuelta a su amargo primer amor. 

—No tanto, están remodelando el edificio de al lado así que hay varios departamentos mezclados. — Sorprendentemente, la voz de Cross llenando sus inexistentes oídos lo hacen estallar. Un Hola sinceramente no es suficiente para poder evaluar los cambios de su voz que quedan acorde con su complexión. Más extravagante e imponente. 

Casi encubriendo a aquel chico silencioso, portador ese tono tan grato y dócil. Quien lo conociera de sus años pasados no podría imaginar a Cross cubriéndose bajo el gorro del suéter para no ser visto por la profesora al momento de buscar algún voluntario (no tan voluntario) para responder la pregunta. 

Nightmare lo ve y siente esa calma, esa seguridad y toda felicidad rebosando de sus ojos que antes siempre detonaban aburrimiento y cansancio. A donde sea que allá ido, debió haber dejado por ahí al asocial niño desinteresado del mundo. Ahora explota de curiosidad, no deja de pasear sus ojos por la habitación, deseoso de entrar. —Puedes tener la cama de arriba. — Trata de no titubear, menos cuando el chico se voltea a mirarlo con los ojos bien abiertos. 

—No quiero la cama de arriba. — Lo arruinó. A Nightmare se le rompe el corazón de solo pensar en eso, en que tal vez haya sonado muy demandante, pero, Cross responde con otra de sus sonrisas bonitas. A las que apenas se estaba acostumbrando a ver y le hacían sentir extraño. —Quiero la litera, pero usaré la cama de abajo. —Estaba tentado a seguir hablando, a contar por qué quería la litera, pero se detiene justo ahí. Como si un interruptor se encendiera y evitara que siguiera hablando. 

—Bien. —Eso lo hace pensar en que tal vez y no todo haya quedado olvidado. La astilla todavía está ahí, lastimando, evitando que tengan una conversación normal, abierta y con las mismas carcajadas que se escuchan en la habitación contigua. 

Cross entra primero, sin chistar ni parpadear. Sin inmutarse por la conmoción causada en su compañero de cuarto el que haya cortado sus palabras de la nada. 
La puerta se queda abierta, algo decidido silenciosamente por ambos, la puerta debe quedarse abierta. Así no se sienten asfixiados. El ruido de los pasillos, todo el griterío y el chirrido de los zapatos en el suelo encerado hace más confortable su convivencia. 

El ruido es mejor que el silencio en esa ocasión. Y ambos parecen estar de acuerdo. 




Apenas puede salir del encierro de sus pensamientos estando en medio de clases. Si hubiera sabido de ante mano y con anticipación que compartiría habitación con Cross, todo el camino se habría preparado mentalmente para ello. Así, no evitaría que su mente volara cada segundo por la nada.

Pero no lo sabía. 

Solo pensar en tener que volver a su habitación y encontrarse con Cross lo pone tenso, pero siendo que serán compañeros de habitación hasta el fin de semestre piensa que debería intentar llevarse bien con él o al menos reducir la tensión.

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⏰ Última actualización: Jul 17 ⏰

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