Memphis, Tennese, en la actualidad.
Actualmente curso último de secundaria. La verdad es que aunque los estudios nunca han sido un problema para mí, siento que este curso será pesado.
Entrando a mi segunda aula, veo como después de las vacaciones de invierno, nadie, absolutamente nadie ha cambiado. Todos se giran hacia mí sorprendidos, la chica buena y callada se ha hecho un cambio radical. Pelo negro, en vez de rubio, labios rojos, en vez de color pastel, y pantalones ajustados. ¿No es increíble? Muchos dicen engordar en navidad, pero al contrario que ellos, yo he perdido un par de kilos, siendo concreta, cinco kilos que no me han venido nada mal al parecer.
La primera en acercarse es Kate, ella no está sorprendida, prácticamente fue quien me convenció para hacer todo esto, creo que deberé agradecerle más tarde.
—Mira, todo el mundo se fija solo en ti. —Sonríe, mientras echa a un lado su melena pelirroja. —Incluso Jake, él sobretodo, no te quita sus preciosos ojitos de encima.
—Te lo dije, ya no me interesa, fue un capullo conmigo. —Le recuerdo mientras ambas, una al lado de la otra, nos sentamos frente a la mesa del profesor.
Es primera hora, hora punta se suele decir aquí, es lunes, y Bob, nuestro corpulento y sudoroso profesor de lengua y literatura, entra en el aula cargado con decenas de papeles en sus manos y manchas de café en su camisa.
—Mr. Moda en persona. —Saluda Kate a Bob, quien prácticamente es su padrastro. Su madre no tiene muy buen gusto en hombres.
—Hola a ti también, Katherine. —Ironiza Mr. Moda saludando a su hijastra mientras esta la mira con sumo rencor.
—Ya hablaremos mas tarde. —Finaliza ella, falta de argumentos para criticarle, aunque a mi parecer no tiene que pensar en nada.
Es sudoroso.
Calvo, bueno, tiene tres pelos contados, quizás eso sea de ayuda.
Tiene cuarenta y se ve como uno de sesenta.
No es puntual.
No es gracioso.
Y la lista, sigue, y sigue, y sigue.
Llevamos quince minutos de clase, en los que solo nos hemos dedicado a describir nuestras vacaciones. Las mías han sido sencillas; leer, comer, pasar tiempo con mis padres, dormir, y leer más.
Cuando Bob sale un momento por una llamada de secretaría, un misterioso, no tan misterioso papel, aterriza directamente en mi mesa. Dando por sentado que su remitente sería Kate, ella coge el pedazo de papel, lo lee, y me lo entrega a mí con una perturbadora sonrisa.
—No gracias, yo no acepto notas de estas. No tengo trece años. —Hago del papel una bola y al ver que Bob Mr. Moda aún no vuelve, me levanto y me dispongo a tirarla en la papelera junto a su mesa. En ese momento siento de nuevo un escalofrío, como si todos me mirasen como hace unos minutos. Con el ceño fruncido, encorvada, miro a Kate, quien con una rápida señal con la cabeza hace que mire a mis espaldas.
Con una sonrisa tierna, y las mejillas rojas, veo como Bob me mira con sus brazos cruzados y su ceño fruncido mientras eso acentúa las manchas de sudor en sus axilas.
Me paro frente a él, y con su mano derecha extendida, me indica que le entregue el papel que estaba apunto de tirar.—No creo que sea necesario explicarte porque te lo pido. —Tras él está Rossi, la subdirectora. Quizás sea por eso que ahora se comporta así.
Tiendo mi mano y le entrego el papel arrugado, ni siquiera yo se lo que pone, pero a decir verdad, la cara de Kate me dice que nada bueno puede ser.
Bob la lee con detenimiento, parecen pasar minutos desde que la lee, y la relee por primera y sexta vez.
—“No se que te has hecho pero tus ojos brillan más” —Lee él en alto, mientras fuerza su mirada hacia el minúsculo papel. —Al parecer tenemos un Romeo en esta clase. —Sugiere mientras mira a todos y cada uno de los presentes. De quienes tan solo uno, Jake, parece inquieto. —Señor Matthew, ¿ha sido usted? —Él niega repetidamente con la cabeza. —Vamos, no sea tímido, tienes madera de escritor. —Todos se ríen con su comentario. Menos yo, y por supuesto Jake, yo ni siquiera tengo algo que ver aquí. Cero, nulo, nada.
¿Qué clase de castigo es este?
—Como veo que ninguno de los dos está dispuesto a hacer o decir algo, por supuesto debéis recibir un castigo. —Con su mirada puesta en mí, se cruza de brazos. —Bien, por ahora tú deberás ser la guía de este muchacho. —Mira a Rossi que tras ella pasa un chico alto, muy alto, de pelo color negro igual o más oscuro al mío y unos inusuales e increíbles ojos color azul eléctrico.
—Él es Doyle Saint, un alumno transferido desde Italia. Viene desde bastante lejos así que esperamos que seáis amables con él. —Habla la subdirectora, centrándose en toda la clase como es normal.
Yo miro al chico, él está a unos dos metros de mí, pero ni su mierada, ni la mía se apartan del otro. Sus ojos azules parecen ver a través de mí algo que me hace sentir expuesta.
Cierro los ojos un segundo en el momento que un escalofrío recorre mi cuerpo. Cuando los vuelvo a abrir ambos, él y yo, estamos uno frente al otro en medio del pasillo.—¿Cómo hemos llegado hasta aquí? —Digo, sorprendentemente, con naturalidad.
—¿Andando? —Responde él de manera sarcástica.
—Pero antes estábamos allí... —Señalo la clase del Bob, ahora vacía. —¿Dónde están todos? —Pregunto algo asustada.
—Hace unos quince minutos llegué ahí dentro, tú me miraste raro y yo hice lo mismo, salimos y hasta ahora solo hemos visto dos clases, la de biología y la secretaría. —Explica el chico de forma clamada y pausada, muy relajada.
—Pero yo no recuerdo nada...
—Creo que ese ya no es mi problema. —Él se cruza de brazos, hasta ahora no me he dado cuenta, también es fuerte. —Y si no te importa, quiero seguir con esta estupidez de la guía. —Con su mano hace una señal para que pase delante de él, pero sin cambiar su expresión hostil.
—De acuerdo. —Inspiro de manera profunda y sigo caminando hacia delante, rumbo al gimnasio.
Aquí está el primer capítulo. Este nunca ha sido mi tema para una novela, el género es desconocido para mí, pero espero que le deis mucho amor.
No olvidéis la estrellita, me haría feliz.
Cualquier cosa, mensaje privado o comentarios, no dudéis en consultarme.
![](https://img.wattpad.com/cover/144618255-288-k329806.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El ángel demonio Doyle Saint
Fantasy¿Qué es el demonio si no el hijo favorito de Dios? ¿Qué sería del bien sin el mal? ¿Y de la de luz sin la oscuridad? En coexistencia, el bien y el mal viven en cierta armonía dentro de Doyle, dentro de esos ojos que hacen cambiar a cualquiera. Para...