Han pasado años desde que realmente me sentí segura de lo que quería en esta vida. Pero un día, desperté, tras una pesadilla en la vida real, y una pequeña parte de mi sabía que la sangre de mis manos no solo era sangre, que las lágrimas de mis ojos no solo eran por una gran depresión, y que la tristeza que me consumía no sería lo único que acabaría por hacerlo. Pensé durante noches, durante días sin sol, aquellos que parecían estar de acuerdo conmigo, aquellos que reflejaban mi ansiedad, mi temor a la oscuridad que arropaba entre sus paredes la casa en la que yo vivía.
Pero yo seguí durante años tras aquella cortina de engaño, porque el silencio me parecía menos aterrador que aquellas sonrisas falsas o esa manera tan mía de siempre fingir. Pero demonios, se me daba tan bien fingir... Me hice polvo entre las personas, camino del infierno propio que aún yo conservaba, y así fingir, fingir de nuevo, seguir lineas hechas de humo, estando lista para poder desaparecer.
Ya las voces desaparecieron, pareció, en realidad, que hasta mi alma escapó de mí; antes siquiera de ser presa de la oscuridad, antes siquiera de volver a la realidad y poder respirar con una cierta tranquilidad que nunca era en su totalidad.
-¿Te duele la cabeza? -Me dice una voz en la total oscuridad de esta habitación.
-No deberías preguntarle por eso. -Habla alguien más, aunque su voz parece ser la misma.
-¡Claro que sí! Ella no puede estar dañada. -Grita la misma voz cada vez más cerca de mí.
-Idiota, se que debe estar bien, no queremos que su novio nos mate. -Una carcajada ronca escapa de su garganta.
Comienzo a mover mis manos, estoy sentada, más mis no parecen atadas. Es cierto que un impulso me hace tocar la cabeza, pero no puedo, no hay nada que me lo impida, nada físico, que pueda tocar.
-Sí, sí, intenta moverte, sabemos que no puedes.
En mi cabeza se mezclan esas voces similares, una pasiva, tranquila, mientras que la otra; más dominante y aterradora, y aún así con el mismo sonido que me hace temblar. Siento la oscuridad, mientras me arropa, mientras contemplo su inmensa manera de ahogarme y no dejarme respirar.
-Creo que no sabe hablar. -Dice esa voz pasiva.
-¿Hablar? ¿ Tú eres idiota? -Grita la voz dominante. -¡Pues claro que sabe hablar! ¡Es increíble que esté hablando con alguien como tú!
-¿Entonces la hago hablar? -Pregunta la voz pasiva.
-No estaría nada mal J... -Afirma la voz dominante.
Pom, pom, pom...
Los pasos se comienzan a oír por la estancia. Si tan solo supiera que hacer...
-Seguro que piensa como poder escapar... -Dice chistoso la voz dominante.
-¡Es una lástima que no pueda! -Grita la voz pasiva, mientras de su garganta escapa una gran y afónica carcajada.
Intento preguntar, por qué estoy aquí, por qué me han cogido a mí especialmente; por qué no ha otra persona, dónde demonios estamos, y sobre todo, qué piensan hacer conmigo. Pero ellos, o él, sigue delirando, con conjeturas e ideas disparatadas. Con silencios y pausas aterradoras.
Barajo las posibilidades de mi secuestro, del secuestro de una pecadora como yo. De alguien dispuesta a cambiar en beneficio a otros, de alguien con botones sellados en vez de boca, y agujas en vez de lengua que le impide hablar.
-Vamos, J, deberías hacerle hablar... -J, J, ese tal J ¿quién será?
Un soplo de aire caliente recorre todo mi cuello, ahí es cuando se, que alguien está detrás de mí.
-Hablarás, ¿verdad que sí? -Unos dedos largos, y finos recorren y masajean mis hombros a su vez. Una cálida sensación, tan repugnante como atroz. -¿Sabes dónde está tu novio bonita?
Ahora ambas voces parecen estar compenetradas, juntas para sacar algo que no sé, algo por lo que ellos están interesados y yo indispuesta por saber.
-Oye... Emma, ¿estás muy lejos? -Me tenso en mi lugar. -Emma, por Dios, deja de pensar que esto es un sueño, ¡esto es muy, pero que muy real!
¡Está dentro de mi cabeza otra vez! Me estoy volviendo loca, majareta, realmente ida de la cabeza.
-Oye, oye, tranquila, Emma, ¿qué ves? ¿Ves algo? -Niego enérgicamente la cabeza.
-¿No? ¿No qué, niña? -Dominante, totalmente grave y domiante, esta persona no me deja respirar. Su mano aprieta mi hombro derecho, siento mi cabeza tambalear, y mientras que mis músculos juegas con mis huesos como con unos xilófonos recién a estrenar.
-Emma, quiero, no, necesito que te concentres en mi voz, solo mi voz ¿entendido? -Me ruega la voz en mi cabeza. -Está bien, ¿no reconoces mi voz? ¿Sabes quién soy verdad? -Pregunta de nuevo con algo más de suavidad.
Comienzo a negar lentamente con la cabeza, mientras siento como alguien más no deja de preguntar cosas sin sentido. Incoherencias, que para mí, no tienen ni pies ni cabeza.
-Verás, tu novio es un chico muy muy malo... ¿Lo entiendes verdad?
-Solo concéntrate en mi voz, sabes perfectamente quien soy. No puedo decírtelo, debes decir mi nombre, piensa Emma, piensa.
Su voz me llena totalmente, no consigo concentrarme en nada más, y eso me asombra. Definitivamente, eso me hace parecer estar aún más loca.
-Doyle... -Susurro con ambos ojos cerrados, la respiración tranquila. Como casi si su nombre me hubiese llamado a mí y no al contrario.
-¡Sí! Ahora di, "me entrego" -Susurra en un rincón de mi mente la voz de Doyle. Aunque no entiendo el cómo, ni el maldito por qué.
-Me entrego...
-¡No, no, no, no! -Mi cuerpo parece caer en una suspensión, en una ráfaga llena de aire frío que parece llevar mi cuerpo en otra dirección, mientras que la voz ahogada del exterior se mezcla con el tiempo.
-Emma, gracias por entregarme tu cuerpo.
Se que este capítulo es algo más corto, pero también tiene más incógnitas y se que eso os hará pensar mucho más. El próximo capítulo será más largo, y lo digo ya de ante mano. Será narrado en voz omnisciente, lo que quiere decir que no será ninguno de los personajes, si no que será un narrador externo. Espero que lo disfrutéis, votéis y comentéis.
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El ángel demonio Doyle Saint
Fantasía¿Qué es el demonio si no el hijo favorito de Dios? ¿Qué sería del bien sin el mal? ¿Y de la de luz sin la oscuridad? En coexistencia, el bien y el mal viven en cierta armonía dentro de Doyle, dentro de esos ojos que hacen cambiar a cualquiera. Para...