Salida bajo la lluvia

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Las copas de los árboles tapaban todo el cielo, el viento comenzaba a soplar sobre nosotros, haciendo que mi cuerpo tiritara. Aunque no estoy segura la razón por la cual lo hacía.

—¿Sabes? —Dice Doyle, mirando al frente. —Esto de querer hablar conmigo sería mucho más sencillo si hablases. —Sonrío, pero de momento borro esa estúpida sonrisa de mi cara.

—Sí, lo siento. —Me cruzo de brazos tapándome un poco con ellos. —Solo quería hacerte algunas preguntas, luego podrás irte con Madeleine. —Dios, ¿qué cojones digo? Eso, no, es, asunto, mío.

—¿Quién ha dicho que yo quiera ir con ella? —Su pregunta me coge por sorpresa, levanto mi vista hacia él, sus ojos me miran como un depredador a su presa, siendo yo presa de sus ojos azul claro.

Tranquilízate.

—Pues... Tu habías dicho que... —Desvío la mirada hacia un lado. —Le habías dicho que luego, bueno, que luego irías con ella. —Aclaro mi garganta. El tiempo cada vez se pone peor.

—¿Crees qué se habría ido si no? —Sonríe, poniéndose a mi altura, con una mirada divertida en sus ojos. Nuestros rostros están a centímetros de distancia, obligándome a dar un paso hacia atrás. Él también aclara su garganta. —Y, ¿cuáles son esas preguntas?

Cierro los ojos y tomo una gran bocana de aire.

—¿Por qué me defendiste? ¿Cómo es que no estabas en clase? ¿Por qué le tienes tanto rencor a Jake? ¿No estás enfadado conmigo por el castigo? —Suspiro, sin poder respirar. —¿Por qué me besaste? —Susurro, con la cabeza gacha.

—Uoh, tranquila. —Se carcajea, permitiéndome a mi misma mirarlo, debo convencerme que todo sigue siendo igual. Yo en su contra, él, bueno, como ha estado todo este tiempo. Simplemente siendo él. —Primero, más despacio, y segundo, habla un poco más alto.

Una ventolada de aire frío me atraviesa por completo. Y la primera gota cae sobre mi cabeza. Miro hacia el cielo, y una segunda gota cae en mi mejilla.

—Está lloviendo. —Afirmo mirando a Doyle, quien mira al cielo sin ninguna expresión.

Comienza a llover más fuerte.

—¡Oh, mierda! —Grita Doyle tapándose con sus brazos.

Él tira su chaqueta sobre mi cabeza, y agarra mi muñeca cubriéndola por completo.

—¡Vamos! —Grita por encima del sonido de la lluvia. Él comienza a correr, conmigo de su mano, hacia, de nuevo, un lugar el cual desconozco. La chaqueta amortigua la lluvia, mientras que él queda empapado de arriba a bajo. Haciéndome sentir culpable por la manera en la que él se está mojando por mí.

Corremos a través del aparcamiento, en él solo hay un coche, que por lo poco que se, es un ford negro aparentemente del 75. Algo que debo reconocer, va con él. Sin soltar mi muñeca, el abre el coche y me hace montar en el asiento continuo.

Suspiro al estar dentro, aún con la chaqueta sobre mí, y la respiración agitada. Él se monta de igual manera que yo, con la camiseta pegada a su cuerpo, y los ojos cerrados mientras su cabeza reposa sobre el asiento del piloto. 

Cierro los ojos, y comienzo a calmar mi respiración, la lluvia choca contra los cristales, mientras un silencio sepulcral llena el interior del coche.

—Hey, Emma. —Miro a Doyle, su pelo mojado, sus ojos claros, y su camiseta pegada a su cuerpo choca contra mí.

—¿Mhm? —Pregunto, sin expresar palabra alguna.

Su mano se acerca a mí, poco a poco, mientras que yo la observo.
Esta aterriza en su chaqueta, mientras sonríe, quitándola de mi cabeza.

Su carcajada llena el espacio. Con una sonrisa de oreja a oreja, mientras hecha su cabeza hacia atrás. Lo miro confundida.

El ángel demonio Doyle SaintDonde viven las historias. Descúbrelo ahora