Territorio oscuro

637 67 31
                                    

Flashback

Contemplaba a la niña que dormía sobre los mullidos brazos de morfeo, mientras que respiraba con la boca abierta, y un dedo en esta; a pesar de sus seis años, mientras que la sombra de mi cuchillo se cernía sobre ella, sola.

Sus rizos dorados brillaban con la luz de la luna, como si la protegiese, como la protegiese de mí. Pero debía hacerlo, o mi condena nunca terminaría, matar a la elegida, a un alma pura, a una niña de cálido corazón que sufriría más adelante. Solo así, solo así yo moriría, y mi espíritu se quemaría en las más abrasadoras llamas del mismo infierno.

—Mamá. —Llamó aquella niña en sueños, con voz chillona, cansada, mientras sus ojos se abrían poco a poco. Pero mi cuerpo no se movía de su lado, la pequeña no dejaba de moverse, y entonces, me miró. Con ojos azules, más oscuros y penetrantes de lo que yo hubiese querido. Entonces, una de sus manos, enanas a mi lado, se levantó, y con un cálido roce, tocó mi mejilla. Fue ahí, cuando tiré mi cuchillo, el metal resonó por toda la habitación, pero no más allá. —Gracias... —Dijo, sonriendo con los pocos dientes que le quedaban, mientras ella me daba la espalda, y se volvía hacia la pared, quedándome embaucado por las palabras de una niña de seis años.

—Lo siento, muerte. —Susurré mientras mi cuerpo salía por su ventana. —Tendrá que pasar un tiempo hasta que me puedas tener.

Presente...

Viernes, viernes de fiesta, viernes de alegría, sin embargo, aquí, viernes de lluvia, tormentas, y rayos.

Hoy se han suspendido las clases, las lluvias arraigadas han inundado las aulas bajas, y no quieren a nadie merodeando por allí. Mamá está en casa, dormida, ayer llegó tarde y no creo que despierte hasta la noche. Su salud cada vez es peor, el cansancio puede con ella y yo no puedo hacer nada para ayudarla.
Solo es ella quien paga todo; esta casa, el coche, la comida, la luz, el agua... Demasiado para una madre soltera.

Tumbada en la cama, y con la vista hacia el techo, la puerta vibra cuando se oye el timbre. Frunzo el ceño y me levanto, son las nueve y media de la mañana, no he podido dormir y no esperaba a nadie hoy.
Bajo las escaleras, mientras la puerta suena una, dos y tres veces más, agitando mi paciencia. Llego, abro con urgencia y cabreo, para ver a una rubia de melena larga frente a mi puerta. Mi rostro se endurece.

—¿Qué quieres? —Ella mantiene su perfecta postura ante mí, con ambos brazos cruzados y una sonrisa torcida en sus labios.

—Oh, tranquila, vengo en son de paz... —Dice levantando ambas manos, con su manicura perfectamente hecha. Suspiro. Levanto una ceja y la miro, esperando lo que quiera que me vaya a decir. —Cierto. —Dice abriendo su bolso. —Esto es tuyo ¿no? —Sonríe entregándome mi cartera.

—Sí, ¿por qué lo tienes tú? —Cojo la cartera entre mi manos, y la miro de arriba a abajo, y en efecto, es la mía.

Ella lleva una mano a su mejilla, y sonríe coqueta.

—No quiero hablar de eso, pero... Ayer estuve con Doyle en su coche y la vi allí. —Dirige su mirada de víbora hacia mí. —Así que decidí traerla, como buena compañera.

—Claro... —Sonrío falsamente, mientras que sus palabras se clavan muy a fondo en mí. —Gracias.

—No es nada. —Ella da media vuelta y sus ojos no se dirigen más a mí. Un coche le espera fuera, Madeleine se monta y no la vuelvo a ver más, ni a ella, ni a su chillona ropa azul, rosa, y roja.

Cierro la puerta cuando la lluvia comienza a caer de nuevo ante mí, mientras que por mi mente divaga los acontecimientos que sucedieron anoche, aquellos que ablandaron mi corazón, y aquellos que acaban de endurecerlo de nuevo.

Me siento en el sofá, cojo el móvil entre mis manos, y agarro mis piernas mientras miro al horizonte, sin más. En estos casos llamaría a Kate, pero, por desgracia, ninguna de las dos somos lo suficientemente valientes para pedir perdón.
Cierro los ojos en un desesperado intento de no pensar, pero no funciona.

Me dirijo a la cocina, abro un par de cajones y en un rincón, en el tercer de ellos, veo un bote azul claro camuflado por los pequeños sobres de azúcar. Lo cojo entre mis manos, y pienso si hacerlo o no.

No lo hagas.

—Déjame en paz. —Le ordeno a esa voz que tanto me resulta familiar.

Vamos Emma, no es lo que piensas. —Habla esa voz, suave, ligera, vacío el contenido del bote en mi mano.

—He dicho que me dejes en paz. —Suspiro, cogiendo una botella de vodka que mamá siempre queda guardada.

Emma, ya, joder, sabes quien soy. ¿Verdad? —Comienza a parlotear.

—No, y déjame, solo quiero que desaparezcas. —Abro la botella con urgencia, y tomo el primer trago. El líquido transparente quema en mi garganta, y lo fuerzo con otro trago más.
Miro mi mano derecha, cuento, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... ¿Con doce será suficiente? Pienso de nuevo, quizás si sea una drogata, quizás con esto mamá ya no tendrá que cuidar de mí, quizás así ya no seré un obstáculo en la vida de todos.

—Quizás así, Doyle, pueda desaparecer de mi mente...

Cierro los ojos, inhalo todo lo que mis pulmones me permiten, bebo un sorbo más del líquido en mis manos, bebo uno, y otro, y otro más, hasta que mi equilibrio se vuelve nulo, mi vista se torna borrosa y ya no oigo nada más que el golpe de mi cuerpo contra el suelo.

Mi espalda contra la pared, la voz en mi cabeza diciéndome que pare, los rayos, la lluvia tronando al amanecer, y mi mano contando las pastillas suficientes para que el mundo y yo, desaparezcamos de una vez.

Miro al frente, el reloj marca las once y once, y mi deseo, aunque nulo, es no querer morir. Pero, sonrío sarcástica, mientras trago de dos en dos cada pastilla que tengo en mi mano, hasta no dejar ninguna. Mientras siento mi cuerpo palidecer, y esa voz en mi cabeza decir.

—¡No lo hagas! Yo te...

Y es ahí cuando todo se vuelve oscuro.

~~~~~~~~~~~~~

NOTA DE AUTORA:

Hola, esta es mi primera nota, bueno, al menos en esta historia.

Quiero que sepáis que este capítulo, aunque corto, tiene muchísimo significado. Quizás algunos dirán, que tonta, no tiene motivos para hacerlo. Pero otros por desgracia, comprenderán completamente el porqué de si decisión.
Se que es mucho pedir pero me encantaría que dejaseis vuestra opinión de la historia en los comentarios, vuestras teorías (a veces acertadas) o simplemente vuestra visión de la historia. Me encanta, leer, y contestar cada uno de ellos, y de verdad, me alegrais el día.

Gracias y adiós.

El ángel demonio Doyle SaintDonde viven las historias. Descúbrelo ahora