Yobdiel - Part I - Cap. 23

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NARRA ZABDIEL DE JESUS

Había terminado de ver los primeros cinco capítulos de "Breaking bad" y digo terminé porque Yoandri se había quedado dormido en el capítulo anterior, era asqueroso, pero sentía como su baba humedecía mi camiseta, si, estaba recostado sobre mi pecho mientras yo comía papas.

Tomé el control, pasé al siguiente capítulo, me había atrapado en ese último capítulo, y de seguro a la mañana siguiente tendría unas ojeras horribles.

Miré de reojo a Yoandri, observando su graciosa cara al dormir, me acomodé un poco más, pasé mi brazo alrededor de su espalda y lo envolví en mis brazos.

Después de veinte minutos mi brazo se había entumecido y ya no podía sacarlo, no lo sentía, era horrible.

- Yoandri. – susurré hundiendo mi dedo en su mejilla. – despierta dormilón.

- Cierras la puerta al salir. – balbuceó aun con sus ojos cerrados.

- Yoandri, no es gracioso, si no te mueves me amputaran el brazo. – bromeé. – Yoyito. – dije con un poco más alzada la voz.

- ¿No puedes dejarme dormir? – se quitó de mi pecho y limpió su boca.

- Lo siento, me lastimabas el brazo. – hice un puchero.

El solo me observó con sus ojos entrecerrados, supongo que estaba procesando la información, pues aún estaba medio dormido.

- ¿Te quedarás? – preguntó quitándose la playera.

- No lo sé, babeas mucho. – reí.

- Lo siento, tienes razón, es asqueroso, pero no puedo evitarlo a veces. – sonrió poniéndose de pie doblando la playera y dejándola en un cesto. - ¿entonces?

- Me quedaré, solo esta noche, tu cama no está tan cómoda como la mía. – reí ligeramente.

- Eso es porque yo uso poco la cama, no estoy durmiendo todo el día. – rodó los ojos caminando de nuevo a la cama.

- Me insultas y quieres que me quede contigo. – hice puchero cruzando los brazos.

- Es que eres muy dormilón. – rio. - ¿te quedarás? – volvió a preguntarme.

- Yo. – estaba a punto de aceptar cuando alguien llamó a la puerta.

"Yoandri, ¿está Zabdiel ahí? Lo estoy buscando" gritó Christopher desde el otro lado.

NARRA YOANDRI CABRERA

Volteé a ver al rizado que se encontraba sentado en la cama con un gesto de confusión, se puso de pie, se despidió y salió por la puerta, cerrándola después.

Suspiré y borré aquella sonrisa, ¿Por qué todos se iban? Era realmente triste.

La puerta volvió a abrirse y de ella se asomó Zabdiel.

- ¿Puedo pasar? – preguntó con una sonrisa.

- Amm. – dudé. – claro. – sonreí.

- Es un idiota. – rodó los ojos volviendo a acostarse. – quería que mañana le lavara la ropa, creo que solo me busca para eso.

- Es un idiota. – repetí. - ¿Qué le dijiste?

- Que se la lavara Johann. – sonrió malicioso. - ¿Qué veremos ahora?

- Podemos seguir viendo la serie. – propuse.

- Esta entretenida. – respondió. – siempre y cuando no babees en mi pecho de nuevo, es asqueroso.

- Lo sé, y lo siento, no era mi intención. – me senté a su costado y ambos nos miramos por un momento, rompí aquella conexión segundos después, la risa me había traicionado.

- ¿Qué sucede? – susurró con sonrisa divertida.

- Lo que pasa es que con la última persona con la que me vi así. – jugué con mis manos. – tuvimos sexo.

- Oh. – expresó sonrojado.

- Olvidémoslo. – me recosté. - ¿en qué capítulo te quedaste?

De Jesús no contestó, de un momento a otro sentí como giraba su cuerpo y se lanzaba sobre mí, besando mis labios de una manera feroz, no tardé ni un momento en responder aquel increíble beso, sus labios eran tan suaves y adictivos con cada toque.

Sentí como se separaba poco a poco al mismo tiempo que enredaba sus manos en mis piernas y las jalaba hasta él, pegándome a su regazo, sentí su abultado miembro ya endureciéndose, maldición, ¡Zabdiel estaba erecto! No sabía que el chico más "calmado" de la casa podía ser tan malditamente fantaseable.

En un segundo me imaginé las varias posiciones en las que este hombre me podía colocar.

Sentí la carnosidad de sus labios bajar hasta mi cuello, formando una línea con su lengua desde mi manzana hasta mi ombligo, subió un poco y comenzó a lamer uno de mis pezones haciéndome gemir un poco.

Sentí aquella incomodidad en mi ropa interior, estaba totalmente duro, y era exquisito sentirme así. Sentí sus dedos bordear el elástico de mi ropa interior, si más rodeos bajó mi pantalón junto con mi bóxer.

Mordí mi labio inferior y cerré mis ojos en cuanto sentí su lengua jugar con la punta de mi pene, mi espalda se rompería de cada arqueo que provocaba en mí. Enredé mis piernas en su cuello mientras metía más de mi longitud en su boca.

Sentía el calor de su boca, la saliva escurrir por cada centímetro de mi miembro, estaba en el cielo.

Sentí como levantó mis piernas y retiró completamente mis prendas tirándolas en algún punto de la habitación, miré sus ojos cafés pidiéndome permiso para proceder. Permiso que mis gemidos concedieron.

Zabdiel se sacó la camiseta y después siguió con sus pantalones y ropa interior quedando totalmente desnudo.

Sentí el glande de su pene rosar con mi entrada, me estaba haciendo esperar, sufrir, pedir a gritos porque me follara, cada rose era una tortura para mí.

- Pídelo. – dijo con voz ronca. – dímelo.

- Dámelo. – susurré. – papi. – gemí.

Zabdiel solo sonrió, vi como dejaba caer un poco de saliva que resbalaba por su miembro, comenzó a esparcir aquel liquido lubricándolo en su totalidad y después sentí su punta entrar poco a poco, tomé su brazo que se encontraba sosteniendo mi cadera con delicadeza.

Poco a poco sentía como me habría más y más, el grosor de su pene era deliciosamente adictivo, dolía pero al mismo tiempo suplicaba por mas, sentí el choque de nuestros cuerpos, ya la había metido toda y se sentía maravillosamente placentero, podía vivir así el resto de mi vida. 

Compañeros De Renta ☆¿Joerick?☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora