Capítulo 7 - Ven a buscarme.

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Capítulo 7.

-¿Tom? -Aun no podía creerlo.

-Hija, como te he extrañado. -decía con la voz quebrada.

Mi padre estaba al otro lado del teléfono, llevaba años sin hablar con él, y siempre pensé que no recordaría su voz, pero no, estaba equivocada.

-¿Por qué no volviste a llamarme o a buscarme y así irme contigo? -Estaba tan desesperada por poder abrazarlo o decirle que no le tenía ningún rencor por abandonarnos a mi madre y a mí.

-Cariño, no pude hacerlo. Tu madre me lo impidió, me obligó a cambiarme el número de teléfono y que dejara que vivieras tu juventud como una niña mas

Esa víbora de Brenda siempre metida por en medio de todo.

-¿Y tú le hiciste caso... Papa? -Realmente me costaba decir esa palabra.

-Mi niña, hacia mucho que no te escuchaba decirme papa. -Decía lleno de alegría y emoción. Sé que al otro lado se habrá saltado una lágrima en su rostro y que si lo tuviera aquí delante no dejaría de mimarme.

-Ven a buscarme. -le suplique

-Ahora mismo no puedo ir mi vida, tenemos que hablar muchas cosas y tengo que enseñarte algo. Un día volveré a casa a buscarte y vendrás conmigo. Te lo prometo.

-Está bien, cumple tu promesa papa. -Ya mis lagrimas bajaban sin cesar por mi rostro.

-Tengo que dejarte cielo. Luego te llamare, te quiero pequeña. -y colgó no pude despedirme.

...

-¿Puedes dejarme tranquila un rato Caly, no estoy de humor enserio. -Desde que el sábado por la tarde hable con Tom (mi padre, pero no quería acostumbrarme a llamarle papa) no he hablado con nadie ni con Caly estaba tan deprimida por no poder tenerle a mi lado todos los días...

-¿Qué te ha pasado amiga? Donde está la Abby de todos los días, la que me quiere y no me trata mal. -Se puso la mano en el corazón haciéndose la dolida.

La campana sonó.

-Perdóname, ¿sí? Luego te contaré, me voy a clase -Me despedí con un beso en la mejilla.

¿Cómo puede ser que odie tanto un Lunes? Son un asco.

Llegué al aula de Matemáticas, y me senté en mi pupitre, no me había percatado de que Erick estaba al lado con Jenna.

¿Erick? No me había acordado de él en todo el fin de semana, eso era bueno. Reí para mis adentros. Sheila entro tarde en clase disculpándose, y se sentó a mi lado.

-Menuda cara de perro tienes guapa. -Sheila y sus bromas un lunes a primera hora de la mañana, lo odiaba, se tenso todo mi cuerpo. -Perdona, no quería molestarte.

-Tranquila Sheila, es que no llevo bien unos días, y las bromas no me sientan bien, lo siento yo por hablarte así.

Sheila estuvo como casi media clase intentado averiguar porque estaba así.

Lo consiguió.

-¿Por qué no para de mirar para acá? -Me miro Sheila. -Oye amiga, acaso tengo algún moco o algo por ahí. -Dijo haciendo una mueca con la nariz para mirara si tenía algo. No pude evitar reírme.

-Déjale, que mire lo que quiera -Mire a Erick, Sheila llevaba razón, estuvo toda la hora mirándonos -Y no, no tienes nada, idiota -Reí fuerte.

Sabía que Erick llevaba mirando todo el rato, pues en más de una ocasión nuestras miradas se cruzaron.

Nunca pude olvidarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora