Capítulo Diez: Besos.

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No, esto no puede estar pasando, no a mí, no ahora. Dylan no puede venir a joderme, no ahora que lo estoy superando. No, no, ¡Maldición no!

¿Qué estaba pensando anoche? ¿Acaso me estaba volviendo loca? ¿Dónde había dejado a Scott? ¿Cómo pude hacerle eso? Peor ¿Cómo pude hacerme esto a mí? Mierda, mierda tengo en la cabeza.

Aunque lo disfruté, disfruté cada roce, cada beso en el cuello, cada cumplido y ese beso. Pero es algo que no debió pasar, se supone que él ya no me estaba interesando y resulta que ahora, los sentimientos por el que estaba enterrando, estaban volviendo a florecer, y todo por una noche de coqueteo y un estúpido -y anhelado por mucho tiempo- beso.

Cristo, tengo que sacarlo de mi cabeza, ambos estábamos algo tomados y seguro que hoy Dylan se disculpa, anoche no pudo hacerlo porque salí corriendo de su coche pero hoy estará tan avergonzado que se disculpará hasta que no le quede saliva.

Caminé a paso de zombi por el estacionamiento de la escuela y me di cuenta que iba tarde ya porque no había nadie alrededor, genial, eso para cuando no duermes, luego pierdes el autobús y no tienes dinero para el taxi.

—¿Emma?

Scott estaba cerrando la puerta de su coche cuando lo escuché, estaba a unos pasos de mí pero me exalté en cuanto lo vi, vestía igual que siempre, jeans, camiseta, chaqueta y converse. Su sonrisa chueca no estaba en su rostro.

—Hola Scott.- murmuré.

—¿Otra noche sin dormir?.- preguntó.

Me encogí de hombros.—He tenido mucho en que pensar.

—Luces muy mal, si entras allí te darán por enferma.

—No importa, está bien. Estoy bien.

—¿En serio?

—No.-Susurré.—Nuestra situación me está matando.

—Emma..

—¿Lo siento, está bien? Siento ser tan estúpida y haberte echo eso.

Sé que yo no hice nada, y que él está exagerando, pero lo necesito conmigo. Necesito tenerlo cerca y sobre mí para enterrar a Dylan de una vez y por todas.

—Perdón, vale? Lo siento. Hice mal, hice muy mal y ya no puedo seguir así.

Él no dijo nada, sólo suspiró y miró a ambos lados. Tragué saliva y esperé unos segundos. Sus ojos buscaron los míos.

—Déjame llevarte a casa, tienes que descansar.

—Ambos tenemos que ir a clases Scott.- murmuré.

—No puedes estar en clase, tienes que dormir. Anda, vamos a casa.

Extendió su mano hacia mí, miré la escuela, luego a él. Al final terminé aceptando su oferta y no porque necesitaba dormir, sino porque no tenía ánimos de ver a Dylan y de soportar las burlas de la gente.

Scott me ayudó a subir a su auto y condujo en silencio hasta mi casa. Quería que dijera algo, que hablara conmigo y que olvidara nuestro "problema". Sólo conseguí que entrara conmigo a mi casa, a mi cuarto.

Dejé la mochila aun lado y me giré, él estaba recostado del marco de la puerta de brazos cruzados, estaba mirando al rededor y me sentí rara. Ningún chico -aparte de Dylan- había entrado a mi cuarto. Analizó mis paredes y se detuvo en todas las fotos que tenía en mi pizarra improvisada. Estaba repleta de fotos mías de pequeña, se Rachel, Dylan, papá, mamá, cantantes favoritos y imágenes Random.

Debajo estaba mi escritorio, en la esquina la ropa sucia y en la otra pared un armario. Mi cama estaba justo debajo de la ventana, había algo de sol así que solo las cerré.

Don't You Remember?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora